El chef Pepe Catà y Diego Santa Rosa (derecha), propietario de Tribeca Bistró, junto a Diego Amigo.
Los Diegos, los mexicanos que abren un bistró con un menú del día a 17,50 euros en pleno barrio de Salamanca
En el nuevo Tribeca Bistró, de estilo neoyorquino, están recuperando las recetas clásicas europeas junto a la Puerta de Alcalá.
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Los restaurantes que se han propuesto recuperar el recetario tradicional están dando mucho de que hablar en Madrid.
El comensal está demandando volver al origen, a los sabores de antes y, conocedores de ello, dos jóvenes mexicanos, ambos por nombre Diego, han creado Tribeca Bistró, entre la Puerta de Alcalá y el paseo de Recoletos.
Inaugurado hace apenas dos meses, este restaurante, rebosante de talento joven, tiene un concepto bien definido que recupera la cocina clásica europea, esa que sabe a hogar, a mantequilla, a buen caldo y a técnica impecable, y la acerca a un público contemporáneo.
Con guiños al bullicio vibrante de los bistrós neoyorquinos, Tribeca Bistro es el sueño de Diego Santa Rosa, un cocinero mexicano que siempre tuvo claro que su vida estaría ligada a la hostelería desde que dio sus primeros pasos en cocinas de Ciudad de México hasta su experiencia en el País Vasco.
Hoy, convertido en empresario hostelero, cuenta con un socio y 'tocayo' clave, Diego Amigo, licenciado en Administración de la Hospitalidad por la Universidad Iberoamericana. Con experiencia como inversionista en restaurantes y fundador de una innovadora marca de vinos enlatados, este Diego aporta visión empresarial al nuevo restaurante.
Ambos se unen al chef Pepe Catà, de 28 años, para darle vida a este bistró. "He venido a Madrid por Diego Santa Rosa", confiesa el joven catalán, que coincidió con el mexicano en las cocinas de 887 en San Sebastián, después de haber trabajado en el dos estrellas Michelin de Paco Pérez y haber sido chef privado en villas y embarcaciones de todo el mundo.
El nombre del nuevo restaurante ya es toda una declaración de intenciones. En el barrio neoyorquino de Tribeca abundan los bistrós que reinterpretan la cocina europea con desenfado y respeto.
Y es que, pese a la elegancia que se respira en cada detalle –decoración, vajilla, emplatados en sala…– y aunque el recetario burgués marca la identidad de la casa, este es un lugar pensado para todos los días y para todos los públicos: el ticket medio ronda los 45-50 euros, cuenta con un menú del día muy competitivo para la zona, a 17,50 euros, y toda la carta –incluidos los platos principales– está concebida para compartir. El propio Diego recomienda pedir unos cinco platos para dos personas: "Algo para picar, dos entrantes y un principal. Y, a partir de ahí, lo que el cuerpo pida".
Consciente de que las modas son pasajeras, Diego ha apostado por recuperar platos del recetario europeo tradicional: recetas como el lenguado meunière con mantequilla avellanada y perejil; el steak tartar con un sutil toque de chipotle; la hamburguesa Café de París; los mejillones a la marinera servidos al estilo belga, con patatas fritas; el roast beef con parmentier sedoso y tres salsas; o la chuleta de cerdo empanada. Muchos de los platos se terminan a la vista del cliente.
Entre los postres está la mousse de chocolate, el soufflé Alaska, el baba al ron y el lemon pie. Tribeca trabaja con materias primas nacionales: pescados gallegos, carnes seleccionadas de Norteños y verduras fresquísimas de la huerta de Aranjuez.
El restaurante se reparte en dos plantas. Abajo, bancadas corridas, mesas altas y un bullicio alegre. Arriba, mesas redondas más grandes. Y es que Tribeca Bistro respira Nueva York.
El restaurante cierra los domingos y por la noche sube el tono con cócteles clásicos disponibles hasta la medianoche, la 1.30 desde el jueves.
Los Diegos lo tienen claro sobre el nuevo Tribeca: "Queremos conocer a nuestros clientes, saber cómo se llaman, qué les gusta y qué mesa prefieren".