
Iglesia de San Benito Abad.
Ni Ocaña ni Tembleque: este pueblo a una hora de Madrid parece de otra época y es ideal para visitar esta primavera
Uno de los municipios más singulares de Castilla-La Mancha, parte de los Pueblos Mágicos, destaca por su monumentalidad y su mezcla de culturas.
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A menudo se piensa que todo lo que merece la pena está dentro delanillo de circunvalación madrileño. Pero basta alejarse una hora en coche para que el paisaje y el tiempo se transformen. No hay grandes rascacielos, ni estaciones de metro, ni fachadas de cristal. En su lugar, aparecen torres medievales, portones de piedra y callejones por los que parece haber pasado la historia con más calma. Es la otra cara del centro peninsular, y también una de las más bellas.
Entre las muchas escapadas posibles desde Madrid, hay una que sorprende por su autenticidad. Es un pueblo pequeño, aunque rebosante de patrimonio, rodeado por murallas que han resistido el paso de los siglos. En él se mezclan las huellas cristianas, musulmanas y judías, y en sus calles se firmaron documentos decisivos para el destino de España. Algunos de sus muros aún conservan torres medievales; otros resguardan reliquias y obras de arte firmadas por discípulos de El Greco.
Apenas cuenta con 5.500 habitantes, pero su legado arquitectónico rivaliza con el de ciudades mucho mayores. Y todo esto, a solo una hora al sur de Madrid. El nombre del pueblo es Yepes, y forma parte de la red de Pueblos Mágicos de España.
Edificios emblemáticos
Un paseo por su centro histórico basta para entender por qué. Yepes fue habitado ya por los celtíberos en el siglo VI a. C. y más tarde por carpetanos, musulmanes y cristianos. Esta superposición de culturas puede leerse aún en su trazado urbano y en edificios como la ermita de San Sebastián, la antigua sinagoga o la Fuente de Valderretamoso. También en sus murallas: el municipio conserva dos recintos defensivos, uno de origen judío y otro del siglo XV, con torres cuadradas y un torreón semicircular que aún se mantienen en pie.
Entre sus calles de casas bajas y esquinas irregulares, el visitante puede descubrir rincones como el Hospital de la Concepción —hoy convertido en museo— o el Palacio Arzobispal, que preside la Plaza Mayor. Pero la joya monumental del municipio es la Colegiata de San Benito Abad, una iglesia barroca del siglo XVI tan imponente que los vecinos la conocen como la Catedral de La Mancha.
Su pórtico de la Asunción y sus altísimas columnas interiores marcan el ritmo de un edificio donde también se encuentran rejas platerescas, un museo y varios retablos firmados por Luis Tristán, discípulo de El Greco.
Yepes es también el lugar donde se firmó la bula papal que autorizó el matrimonio de los Reyes Católicos. Además, guarda una reliquia conocida como el Santo Misterio de Cimballa. Son detalles que dan a este pueblo un aire legendario, entre lo real y lo simbólico, como si fuera una versión compacta de la historia peninsular.
A poco más de sesenta kilómetros de Madrid, Yepes es un destino ideal para quienes buscan una escapada distinta, con más piedra que asfalto, más silencio que ruido y más historia que actualidad. En primavera, cuando florecen los campos y se suavizan las temperaturas, es además uno de los mejores momentos para conocerlo.