Paneles del Ibex en el Palacio de la Bolsa de Madrid
Uno de los criterios fundamentales a la hora de construir una cartera de inversión es la diversificación. Diversificación en todos los sentidos: mantener un número mínimo de posiciones y evitar la concentración sectorial o geográfica.
Entre los errores que muchos inversores cometen, encontramos dos trampas habituales que pueden poner en riesgo su patrimonio: el sesgo doméstico y el sesgo por capitalización bursátil.
Es natural sentirnos más cómodos invirtiendo en empresas de nuestro país, conocemos sus marcas, vemos sus anuncios y escuchamos hablar de ellas en los medios. En España, esto se traduce en carteras muy centradas en el Ibex 35. Esta sensación de control y seguridad por invertir en empresas conocidas y cercanas tiene un coste: falta de diversificación.
Las empresas cotizadas en España representan apenas un 0,7% de la capitalización bursátil mundial, mientras que nuestra economía supone solo el 1,55% del PIB global. Limitar la inversión a España implica dejar de lado la inmensa mayoría del tejido empresarial global, construyendo la cartera a partir de un número muy reducido de acciones.
Aunque el Mercado Continuo reúne más de 120 compañías, su peso global es insignificante. Además, muchas de estas acciones tienen una liquidez limitada, lo que dificulta la inversión y provoca que, en la práctica, la mayoría de los inversores concentren sus posiciones en el Ibex 35, aumentando aún más la concentración.
Invertir siguiendo criterios de capitalización bursátil conduce hoy a carteras con sesgos muy marcados que no responden necesariamente a una convicción sobre su tesis de inversión
Aunque la internacionalización de las compañías españolas sea elevada (más del 60% de los ingresos provienen del exterior), la sensibilidad de su cotización a factores locales sigue siendo alta.
El segundo error frecuente entre los inversores es guiarse por la capitalización bursátil. Los índices que se utilizan como referencia para definir la política de inversión de fondos y ETF ponderan, habitualmente, por capitalización bursátil. Es decir, las compañías con mayor valor de mercado tienen más peso en los índices.
Por ejemplo, en EEUU, Nvidia es la compañía con mayor capitalización bursátil (4,5 billones de dólares) y por ello representa el 8% del S&P 500, el índice más conocido de la bolsa estadounidense. Una sola empresa concentra un 8% del peso total de un índice formado por unas 500 compañías, y las 10 mayores posiciones —Apple, Microsoft, Amazon, Alphabet, entre otras— suman alrededor del 40% del total.
Como consecuencia, la concentración se produce también en términos geográficos — las empresas de EEUU tienen un peso de alrededor del 65% de la capitalización bursátil mundial — y sectoriales —el sector tecnológico representa más del 28% de la bolsa mundial, muy por encima de los otros diez sectores restantes—.
En definitiva, invertir siguiendo criterios de capitalización bursátil conduce hoy a carteras con sesgos muy marcados que no responden necesariamente a una convicción sobre su tesis de inversión. Pero la realidad es que, aunque un inversor quiera evitar esta concentración, no es sencillo llevarlo a la práctica, ya que la mayoría de los fondos y ETF toman como referencias índices ponderados por capitalización.
Conviene construir carteras bien diversificadas, con fuentes de rentabilidad variadas
Esto exige un trabajo adicional de análisis para seleccionar vehículos que permitan construir una cartera bien diversificada. Por ejemplo, existen fondos y ETF cuyos índices de referencia son equal weighted, es decir, todas las acciones tienen el mismo peso independientemente de su tamaño. Invertir en este tipo de estrategias ayuda a corregir los sesgos mencionados.
Como idea clave, un inversor de largo plazo no debe hacer depender la evolución de su patrimonio de un país o región, de un sector o de unas pocas compañías. Aunque esto implique asumir diferencias —positivas o negativas— frente a los índices globales o la bolsa doméstica.
Conviene construir carteras bien diversificadas, con fuentes de rentabilidad variadas, para capturar el crecimiento a largo plazo del ecosistema empresarial global, que es muy rico y variado.
*** Ignacio Astorqui es profesor de Afi Global Education.