Robots humanoides

Robots humanoides

Opinión La máquina invisible

La demora en la IA de "andar por casa"

María Millán
Publicada

La reciente presentación del iDol, el primer humanoide ruso, fue un desastre global. Sin rostro humano reconocible, el robot titubeó, se tambaleó y finalmente cayó en escena. La solución fue cubrirlo con una cortina. Sí, con una cortina, como en un truco de magia fallido. El público observó entre incrédulo y avergonzado.

Y aquí viene lo mejor: ningún país salió al rescate declarando que estaba a punto de lograrlo. Ninguna empresa tecnológica anunció que tenía la solución en el horno. El silencio fue ensordecedor. Todos mirando para otro lado, silbando bajito.

La carrera espacial hacia Marte detona titulares competitivos cada semana. SpaceX contra China, contra la NASA. Cada lanzamiento es un espectáculo.

Los humanoides, en cambio, son "lo esperado" que funciona inesperadamente mal. La promesa incumplida de décadas. Y cada fracaso pone en evidencia algo incómodo: los mismos genios que están revolucionando el procesamiento del lenguaje no pueden hacer que un robot doble una toalla.

Pero lo más revelador es la estética. El iDol y otros intentos recientes se parecen peligrosamente a C-3PO, el robot dorado de Star Wars. Expectativas añejas encarnadas en metal. Los coches eléctricos lucen futuristas, las interfaces de IA sorprenden con su minimalismo elegante, pero los humanoides domésticos parecen sacados de una película de 1977.

La paradoja es simple: un robot puede dar una charla en la Cámara de los Comunes del Reino Unido, como lo hizo el humanoide AI Da en el 2022; pero no puede barrer sin atascarse en una alfombra

Ni siquiera hemos actualizado el diseño. Este desinterés en generar un "wow" visual es sintomático de algo más profundo.

Y esto está pasando a pesar de que los clientes potenciales ya existen. Quienes usamos IA como aliada del trabajo estamos listos para robots que limpien el piso o planchen la ropa. Pisar Marte, nos suena realista. Vemos oficinistas reemplazados por chatbots. Industrias centenarias transformadas en meses.

Y sin embargo, tender una cama sigue siendo ciencia ficción. La paradoja es simple: un robot puede dar una charla en la Cámara de los Comunes del Reino Unido, como lo hizo el humanoide AI Da en el 2022; pero no puede barrer sin atascarse en una alfombra.

Aquí viene la pregunta incómoda: ¿será que las tareas del hogar las hacen mayoritariamente las mujeres y las ingenierías las dominan mayoritariamente los hombres? No es teoría conspirativa, son estadísticas. La IA conquista Wall Street a velocidad de vértigo, mientras la cocina y la limpieza del polvo de los muebles sigue esperando. Curioso, ¿no?

Y no es que falte dinero o talento. Es que ese dinero y ese talento se dirigen hacia lo que genera titulares y visiones de una nueva era a lo Ray Bradbury, no hacia lo que cambia vidas reales de quienes mantienen los hogares “como es debido”.

La verdadera revolución no esté en los robots que dan conferencias, sino en los que nos liberan del trabajo invisible que sostiene la vida

Ha llegado el momento de priorizar estas soluciones. Basta con hacer la suma simple: las horas que se dedican en cualquier casa a poner lavadoras, tender y doblar ropa, pasar la mopa, limpiar espacios con movimientos repetitivos que deberían automatizarse de manera secuencial y prudente, evitando fallos catastróficos.

Y en este proceso de creación hay que implicar a las personas que hoy realizan estas tareas de manera regular. Porque son ellas quienes tienen la comprensión visceral que a muchos ingenieros les falta.

Porque tal vez —solo tal vez— la verdadera revolución no esté en los robots que dan conferencias, sino en los que nos liberan del trabajo invisible que sostiene la vida. Y mientras tanto, la IA puede seguir conquistando Marte si quiere. Debería ser posible avanzar en ambos frentes, el del futuro y el del presente – sin renunciar a ninguno de ellos.

Si la tecnología no mejora lo ordinario, lo cotidiano, lo que hacemos cada día al despertar, entonces ¿qué estamos haciendo realmente? ¿Innovar con orientación a resultados, a una mejor calidad de vida en los hogares, o, ante todo, buscar impresionarnos a nosotros mismos?

La IA redibuja el trabajo intelectual antes que el físico. No es un accidente técnico. Es una elección que revela quién tiene voz cuando se decide qué futuro construir.

Y probablemente, se trata de personas que llegan a casa y se encuentran con todo el trabajo hecho. Personas que no comparten el sueño de tener “un humanoide a su servicio”.