El mercado laboral español se empieza a caracterizar por la volatibilidad de los contratos. 

Los contratos temporales son en sí volátiles. Tienen fecha de caducidad para los casi 3 millones de trabajadores que tienen contrato temporal.

Como los trabajadores con contrato indefinido son 15 millones, se podría decir que el mercado laboral español es estable. 3 millones sobre un total de 18 son el 16%; aunque estadísticamente se considera que son el 13% por la forma de contabilizarlos.

Sin embargo, eso no es así. 

Primero, porque a nivel europeo la media es el 10%, en Francia e Italia el 11%. Nuestro mercado laboral es más volátil.

Todo el mundo sabe que los llamados trabajadores “fijos discontinuos”, en buena parte, son “fijos volátiles”

Segundo, porque el contrato indefinido español se está convirtiendo en contrato temporal. La rotación, o salida de la empresa, de los trabajadores con contrato indefinido crece y crece en los últimos años. Su duración se ha acortado sustancialmente y se han convertido en “contratos definidos” que rotan casi más que el temporal.

Además, una parte de los trabajadores españoles, después de la Reforma Laboral de la ministra Yolanda Díaz (2022), ha pasado a la figura de contrato “fijo discontinuo”.

Todo el mundo sabe que los llamados trabajadores “fijos discontinuos”, en buena parte, son “fijos volátiles”. 

No figuran como desempleados a efectos estadísticos, pero sus contratos son temporales en una parte importante de los mismos. No lo son territorios donde la figura de fijo discontinuo existía de manera tradicional. Por ejemplo, en los almacenes de tratamiento de productos agrarios sujetos a la estacionalidad del clima.

Pero esa reforma de 2022 se empeñó en agrupar bajo la figura del contrato “fijo discontinuo” a muchos empleados que no respondían a esa necesidad estacional. 

Se puede considerar que ese contrato “fijo discontinuo” es en realidad un contrato temporal, que disfrazado de “fijo discontinuo” no cuentan como parado

De esa manera, redujo el número oficial de parados en el SEPE para disimular el desempleo, lo mismo que se descuentan como parados los que están haciendo “cursos” de reciclaje.

De hecho, un trabajador con contrato fijo discontinuo, salvo en los sectores tradicionales, suele colocarse en otro puesto de trabajo antes de ser “llamado” por su empleador para su reincorporación al puesto; en el que estaba al pasar a cobrar la prestación o el subsidio de desempleo si le correspondía.

Más del 50% no vuelven a su puesto original. En realidad, la rotación o salida de los empleados “fijos discontinuos” de las empresas suponen el 29% del total ¡Más volátiles que los temporales!

Además, si el trabajador con contrato fijo discontinuo no es “llamado”, es despedido con la consiguiente indemnización. Por lo que se puede considerar que ese contrato “fijo discontinuo” es en realidad un contrato temporal, que disfrazado de “fijo discontinuo” no cuentan como parado. En el mes pasado fueron 750.000 aproximadamente los fijos discontinuos inactivos.

Esa volatilidad del mercado laboral es dañina para la productividad de las empresas y para el aprendizaje y la estabilidad social de los trabajadores.

La familia media española no entiende lo del oro y otras materias como valor refugio. Pero si sabe que las “piedras” permanecen

Si a un mercado laboral volátil, le añades una subida del precio de la vivienda ¿Cómo va a comprometerse a una hipoteca un trabajador de niveles bajos y medios? Además de cobrar una cantidad con poca capacidad adquisitiva, no sabe si su situación laboral será estable. Tendría que pensar en el alquiler.

Entonces ¿por qué sube el volumen de ventas de inmuebles? Una explicación posible es que el ahorro de las familias, y el dinero extranjero, está utilizando los inmuebles como “valor refugio”. La familia media española no entiende lo del oro y otras materias como valor refugio. Pero si sabe que las “piedras” permanecen. 

En realidad, se está produciendo un atesoramiento en bienes inmobiliarios, en especial en vivienda.

Lo lógico sería que estas compras salieran al mercado de alquiler permitiendo a los trabajadores del mercado laboral volátil tener una casa donde vivir. Pero debido a la mala Ley de Vivienda el parque de viviendas no va al mercado de alquiler, o si aparece es a precios prohibitivos para los trabajadores de un mercado laboral volátil. Porque esa Ley defiende a los “okupas”, alquilokupas, y figuras similares, y penaliza al propietario, que huye del riesgo.

Y produce la paradoja de un mercado inmobiliario boyante con escasez de vivienda para la clase trabajadora, que siempre acaba pagando la demagogia de los “gobiernos progresistas”.

** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.