Sánchez acaba de declarar a la agencia internacional Bloomberg que piensa gobernar hasta 2027 y “repetir la mayoría” para seguir en la Moncloa otros cuatro años.
¡Toma ya!
¿Pero de qué mayoría habla? ¿Mayoría?
¿No es consciente de que el PSOE, que él encabezaba, fue solo la segunda fuerza parlamentaria en las anteriores elecciones generales; no la primera? Lo que ahora le apoya no es una mayoría, es una “croqueta parlamentaria”, que le impide gobernar.
El problema es que esa croqueta parlamentaria no es de jamón o chipirones; es una croqueta de cocido (ahora de moda culinaria), pero de las malas. Dentro de ella hay carnes de varios tipos, verduras, garbanzos, incluso huesos molidos difíciles de digerir.
Socialistas y sumar, los ingredientes más comunes, son de carne de ternera picada los unos, y de garbanzo empequeñecido los otros.
Gobernar hasta 2027 supone hacerlo sin presupuesto, dadas las circunstancias parlamentarias actuales
Pero también hay componentes como esquerra que tienen grasa independentista y republicana; ¿democristianos? soberanistas del PNV con verduras de convento y sabor áspero; derecha catalana con sabor a butifarra pasada como Junts; herederos de ETA de sabor amargo y, para muchos, repulsivo; amigos de Pablo Iglesias (Podemos) que añaden el picante de la venganza parlamentaria y ahora saben a hueso rancio difícil de digerir; y, además, el arroz valenciano de Compromís, el lacón gallego del BNG …
Por todo ello, gobernar hasta 2027 supone hacerlo sin presupuesto, dadas las circunstancias parlamentarias actuales.
Junts ya ha dicho que se está pensando si seguir apoyando al Gobierno o no. Pero sabe que no puede permitirse el lujo de apoyar una “moción de censura” contra Sánchez. Eso supondría dar una oportunidad a Feijóo y, además, competir en las elecciones generales con “Alianza Catalana”, que aunque ha dicho que no se presentaría, la tentación es demasiado grande. En todo caso su imagen quedaría muy deteriorada en la Cataluña.
Sin embargo, lo que sí puede hacer Junts es no aprobar los presupuestos. Si los aprobara sería exigiendo temas que Podemos ha dicho que por ahí no pasa, como el de las competencias de migración. Lo hemos visto esta semana.
La croqueta parlamentaria sanchista tiene componentes incompatibles entre sí para apoyar unos presupuestos comunes. A estas alturas ya lo hemos comprobado.
Sánchez pretende descubrir una nueva forma de gobernar
La croqueta parlamentaria de Sánchez es ingobernable. Él lo sabe. Conforme va pasando el tiempo, los sabores de cada componente se van acentuando y el conjunto resulta indigesto, incluso indigerible si se tiene un paladar democrático razonable.
Imagínese el lector que se revalidase la croqueta parlamentaria a favor de Sánchez. Sería como esas viandas que se van pudriendo en el tiempo y acaban oliendo a putrefacción.
Lo dijo el director de este medio, D. Pedro J. Ramirez, en el “Hormiguero” el otro día al presentar su libro “Por decir la verdad”: el poder absoluto corrompe absolutamente.
La croqueta parlamentaria que apoya a Sánchez de renovarse después de unas próximas elecciones: ¿seguiría manteniéndolo en la Moncloa sin aprobar los presupuestos? Sería la consecuencia más probable vista la situación actual.
Sánchez pretende descubrir una nueva forma de gobernar: ¡sin los molestos presupuestos, que hay que aprobar en el molesto parlamento! Lo que pasa es que eso va contra las más elementales normas de la democracia moderna.
Lo evidente es que las malas croquetas parlamentarias de cocido, como la que pretende mantener Sánchez, con el tiempo se van pudriendo, acaban oliendo mal y son indigestas
Serían seis años más (dos hasta el 2027 y cuatro más después de las elecciones) con “decretazos”, derrotas parlamentarias y descontrol.
El “paraíso del poder absoluto”.
Si con la situación inestable en la que ha vivido el Gobierno de Sánchez, la corrupción parece haberse instalado en su actuación (los procesos judiciales en marcha dirán) ¿qué no ocurriría si se elimina todo tipo de control en el ejercicio del poder ejecutivo?
Por otra parte, el Gobierno puede alardear de que el PIB crece y lo hace más que en otros países de nuestro entorno.
En todo caso lo hace sin presupuestos. Con unos presupuestos adecuados a la situación actual seguro que creceríamos más. Pero también es cierto que si el Gobierno es incompetente, unos presupuestos pueden frenar la economía.
Lo evidente es que las malas croquetas parlamentarias de cocido, como la que pretende mantener Sánchez, con el tiempo se van pudriendo, acaban oliendo mal y son indigestas ¿Es este el menú gastronómico que Sánchez nos presenta para otros seis años?
** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.