El presidente electo de Estados Unidos, Trump, asiste a un evento de Turning Point USA en Phoenix, Arizona.

El presidente electo de Estados Unidos, Trump, asiste a un evento de Turning Point USA en Phoenix, Arizona. Reuters

Opinión Blue Mondays

El empleo como nueva brújula económica

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La cita del viernes con el empleo en Estados Unidos se antojaba muy importante y nos deja una reflexión no menos relevante. Y es que, por primera vez desde 2021, hay más parados que vacantes.

Dos años largos en los que la demanda de trabajo superó a la oferta de personas dispuestas a cubrirlo han dado paso a un cambio de ciclo. La tasa de paro ha subido al 4,3% y la creación de empleo se ha detenido, pero el mercado laboral sigue mostrando una fuerza inusual para un país que arrastra los coletazos de la pandemia y una política monetaria excesivamente acomodaticia.

Ahora mismo, el empleo se ha convertido en la verdadera brújula de la política monetaria incluso por encima de la inflación. La Reserva Federal ha dejado claro que la evolución del mercado laboral será prioritaria en sus próximas decisiones, anticipando un deterioro que ya se empieza a vislumbrar en los datos.

El mensaje es inequívoco y es el de sostener el empleo y evitar un enfriamiento abrupto de la economía, por lo que hay que dar por seguro un recorte de tipos en la reunión que la Fed mantendrá a final de septiembre. 

El mercado laboral estadounidense se normaliza después de un ciclo extraordinario en el que las vacantes se han situado por encima de los parados durante años, con salarios creciendo al calor de la escasez y millones de trabajadores fuera de la fuerza laboral que prefirieron esperar o mantenerse en prestaciones.

Estados Unidos sale de un ciclo de exceso de demanda de empleo y se adentra en una desaceleración que aún mantiene la ocupación en niveles históricos

Ahora, con 159 millones de ocupados, la ratio de ofertas y desempleados vuelve a la paridad, un reflejo de que la etapa más caliente del empleo en medio siglo se ha moderado.

Si miramos España, no como comparativa sino como reflejo del ciclo, con un desempleo que ronda el 10% y un paro juvenil superior al 23%, la paradoja es evidente: sobra desempleo, pero faltan manos en sectores concretos. Hostelería, hoteles, agricultura, oficios técnicos como fontaneros o electricistas, trabajos mal vistos, poco valorados socialmente, pero cada vez mejor remunerados por la escasez. La tasa de vacantes apenas llega al 0,8%, muy por debajo del 2,4% europeo, y aun así los empresarios reconocen que no encuentran trabajadores.

No es una anomalía propia de nuestro país, ni siquiera occidental. Japón registra más ofertas que solicitantes y Australia mantiene una lista interminable de ocupaciones en escasez.

En todas partes ocurre lo mismo pues no faltan empleos, faltan empleos aceptados en condiciones de tiempo, lugar y esfuerzo que la fuerza laboral actual parece rechazar.

La enseñanza de ambos espejos es clara. Estados Unidos sale de un ciclo de exceso de demanda de empleo y se adentra en una desaceleración que aún mantiene la ocupación en niveles históricos. España lleva años atrapada en un desajuste estructural que combina paro crónico con vacantes sin cubrir. La gran escasez de 2025 no es de puestos, es de disposición.

Estados Unidos empieza a debatirlo desde la macro; España lo sufre desde la micro

Para la política económica, esto obliga a poner el foco en tres palancas: abrir la puerta a inmigración cualificada allí donde las vacantes no se cubren, acelerar la formación dual en sectores de alto valor social y diseñar incentivos que hagan más rentable trabajar que no trabajar.

Estados Unidos empieza a debatirlo desde la macro; España lo sufre desde la micro. El riesgo, si no se actúa, es que la desaceleración mundial convierta este 2025 en un año perdido para el empleo y, lo que es peor, erosione la capacidad de crecimiento potencial de nuestras economías.