Una persona utiliza un móvil para invertir. Pixabay
Cuando uno va al supermercado se encuentra en la caja un montón de productos no siempre necesarios y que terminamos muchas veces incluyendo en el carrito de la compra. Agua, chicles, chocolatinas, pilas, cuchillas de afeitar y hasta helados están ahí mirándote en la caja diciendo "llévame". Están ahí para eso. Para que "piques" y te los lleves casi sin tiempo para comparar el precio con otras alternativas de la estantería.
Hoy en día, como hacemos casi todo online y, aunque suene un poco exagerado, no hay muchas diferencias entre comprar "lechugas y tomates" y "acciones y bonos". Dicho esto… ¿en finanzas cabe la compra compulsiva?
¿Cuánto tiempo dedican los inversores individuales a analizar en lo que invierten? ¿Qué fuentes de información usan? ¿En qué acciones se enfocan? Y, quizá, la cuestión más importante… ¿qué tipo de información interesa más y cuál ignoran más?
Esto no es baladí y no soy yo solo el que se plantea estas dudas, porque hace unos días cayó en mis manos el paper The research behavior of individual investors, de T. Larits y J. Wurgler, publicado bajo el auspicio del NBER (National Bureau of Economic Research), en el que analizan más de ocho millones y medio de clics de casi 500 inversores domésticos, que terminaron haciendo unas 3.000 operaciones financieras, dedicándole nada más y nada menos que unas 60.000 horas de Internet entre todos durante 4 meses.
No desvelo ningún secreto si digo que las acciones más buscadas son los sospechosos habituales de la tecnología, la banca, la automoción, la distribución, el consumo, etc.
Vaya por delante que el estudio es muy pormenorizado y que, como siempre, hablaremos de medias o medianas, pero los datos cambian mucho según el rango de edad e ingresos. El paper analiza una población de inversores que ronda la cincuentena y cuenta con ingresos medios anuales entre los 75 y los 100 mil dólares, que se han conectado unas 100 veces de media al mes durante los cuatro meses que dura el estudio.
Durante su navegación, han visitado una media de 3 páginas de intermediarios financieros durante un tiempo total de unas 3 horas y media y alrededor de otra hora y media han estado navegando en páginas de información financiera.
Esto significa que han dedicado a informarse sobre dónde invertir menos de 11 minutos al día, que, en relación a los más de 90 minutos de media que han estado conectados diariamente para otras cosas, parece muy poco tiempo.
En cuanto a operaciones que han ejecutado, el tiempo dedicado a cada trade (sean compras o ventas) e importes, la muestra es muy dispersa. Así como el inversor medio ha realizado una operación cada dos días al mes por un importe de unos 2.000$, en el rango de menor edad la mayor parte de las operaciones son de entre 100 y 500$, mientras que, en el rango más alto, los encuestados han realizado al mes unas 6 operaciones de media, invirtiendo en total unos 50.000$.
A la hora de decidir en qué invertir sus ahorros, la capitalización de mercado es el factor más importante y que despierta mayor interés
Del estudio se sacan grandes conclusiones.
1. A la hora de decidir en qué invertir sus ahorros, la capitalización de mercado es el factor más importante y que despierta mayor interés. Lo de "ande o no ande..." es importante, aunque es verdad que cuando las compañías presentan resultados... se presta también mucha atención. Esto es relevante porque indica que la atención de los inversores no se distribuye uniformemente, lo que puede amplificar la volatilidad o el interés en ciertas acciones grandes y visibles.
2. Atención limitada y enfoque en información visual. Los inversores individuales dedican una cantidad muy limitada de tiempo a la investigación. La mediana es de 6 minutos por operación, con una clara preferencia por gráficos de precios y datos de corto plazo sobre estadísticas de riesgo o fundamentales complejos. Los inversores minoristas operan bajo restricciones de atención, lo que puede influir en la formación de precios en los mercados y respalda modelos de finanzas conductuales, que asumen decisiones basadas en información excesivamente simplificada.
3. Diversidad en estilos de investigación: existe una heterogeneidad significativa en cómo los inversores individuales abordan la investigación, con algunos enfocándose en instantáneas y gráficos (asociados con acciones especulativas) y otros, en fundamentales como ganancias. Esto revela que los inversores no son un grupo homogéneo, lo que tiene implicaciones para modelar su comportamiento.
4. Cuando operan los inversores, la mayoría ha visitado alguna página que incluye un conjunto de estadísticas muy breves de precios y datos fundamentales y algún gráfico de precios intradía. Si un inversor individual quiere más información, normalmente pasa tiempo viendo gráficos de precios y de análisis técnico. Estimaciones de analistas, información fundamental o de mercado como beta, volatilidad u otras métricas interesan poco o nada.
En pocas palabras podemos decir que el estudio pinta a los inversores individuales como actores con atención (bastante) limitada, enfocados en información de corto plazo y fuertemente influenciados por el tamaño de las empresas y eventos corporativos.
Sin embargo, me parece muy relevante en el momento en el que nos encontramos, donde la Inteligencia Artificial es ese baño dorado que lo impregna todo. Toda algoritmia que se precie y que intente realizar modelos de inversión debe tener en cuenta que no todos los factores son inherentes ni al precio, ni a los fundamentales de una compañía.
El cortoplacismo en el que nos movemos también se extiende al modo y manera en que consumimos información y es patente que los inversores individuales priorizan información visual y reactiva sobre la rentabilidad y el riesgo de sus inversiones. Eso, para mí, hoy es una oportunidad más que una amenaza.
***Álvaro Galiñanes Franco es director de Inversiones de Santander Private Banking Gestión.