Una mujer lleva un carrito de bebé

Una mujer lleva un carrito de bebé EP

Opinión

Las políticas de natalidad y el reto demográfico

Ángel Martínez
Publicada

El desafío demográfico de España es el del muchos de nuestros vecinos europeos. La natalidad en España ha sufrido una caída estrepitosa en la última década, pasando de casi 430.000 nacimientos al año a poco más de 320.000 en la actualidad, una caída del 25% desde 2014, en apenas una década uno de cada cuatro nacimientos se ha esfumado, agravando así de forma lenta, pero constante el proceso de envejecimiento al que se enfrenta España.

Sin embargo, la notable llegada de inmigrantes en los últimos años, que ha sumado más de un millón y medio de habitantes entre 2021 y 2023, ha logrado compensar el saldo vegetativo negativo de España y, como consecuencia indirecta, nos ha permitido relajarnos ante el reto demográfico que vivirá España en las próximas décadas.

Lo cierto es que, ni siquiera en un escenario de elevados flujos migratorios puede permitirse España descuidar la consolidación fiscal que será necesaria para acometer el gasto asociado con el envejecimiento. La prueba de ello está en las estimaciones de gasto público a futuro realizadas por la Airef al respecto, que se actualizarán en breve, donde se encuentran importantes aumentos futuros del gasto sobre el PIB incluso bajo escenarios de entradas netas de inmigrantes por más de 200.000 personas anualmente.

Incluso en las previsiones de intensa llegada de inmigrantes a España, el gasto público asociado al envejecimiento crecerá, de acuerdo con los datos de la Airef en al menos 2 puntos del PIB de gasto en pensiones, y otros dos puntos en gasto sanitario y de cuidados de larga duración. En un escenario en el que el coste de la deuda ya no es cercano a cero como en décadas pasadas, y con presiones crecientes sobre el gasto en otras áreas como la defensa, estas nuevas necesidades de gasto pueden, de forma conjunta, poner a España en una situación fiscal muy complicada en las próximas dos décadas.

En este contexto de gasto creciente en pensiones, sanidad y cuidados de larga duración, es complejo encontrar espacio fiscal para las políticas de natalidad, pero hay al menos tres buenas razones para que España considere su implementación en los próximos años. En primer lugar, se trata de una de las áreas de gasto público donde España está claramente atrasada con respecto a nuestros vecinos europeos. El gasto público de España en prestaciones familiares ronda el punto del PIB, mientras que la media de la UE (27) está cercana a los 1.9 puntos y en países como Francia, Bélgica o incluso Portugal, supera el 2% del PIB. 

El gasto público de España en prestaciones familiares ronda el punto del PIB, mientras que la media de la UE (27) está cercana a los 1.9 puntos

En segundo lugar, se trata de un área donde tenemos un importante margen de mejora en cuanto a diseño y evaluación de política pública. En España los incentivos a la natalidad y el apoyo a las familias se ha implementado tradicionalmente a través de los beneficios fiscales en el IRPF que, si bien facilitan considerablemente la labor administrativa, dejan mucho que desear en cuanto a su eficiencia a la hora de impulsar la tasa de natalidad o apoyar a las familias con hijos que se encuentran en una situación de mayor necesidad.

En ese sentido, aunque el despliegue del IMV y la prestación por hijo a cargo han logrado una mejora considerable, las cifras elevadas y crecientes de pobreza infantil que proporciona el INE muestran que aún no se está haciendo lo suficiente por incrementar la tasa de cobertura de estas prestaciones.

Por último, hay buenas razones para pensar que, las políticas de fomento de la natalidad bien diseñadas pueden tener efectos significativos sobre la tasa de fecundidad y, a largo plazo, contribuir a revertir el envejecimiento demográfico. Evidencias reciente apuntan a que políticas bien diseñadas, que apoyen la emancipación residencial y supongan una cantidad suficiente en términos monetarios para los hogares, tienen el potencial de incrementar significativamente la tasa de fecundidad, algo que no pueden decir nuestro rosario de pequeñas ayudas e incentivos a la natalidad actuales.

Por tanto, rediseñar nuestros instrumentos de apoyo a la natalidad es posible, viable y puede ser una poderosa herramienta futura para revertir el proceso de envejecimiento.

*** Ángel Martínez es profesor de Afi Global Education.