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Opinión La máquina invisible

La IA (Inteligencia Artificial) y tu AE (Auto-Estima)

Cómo tu AE configura tu éxito con la IA.

María Millán
Publicada

Reconozcámoslo: la Inteligencia Artificial es un espejo en el que a veces cuesta mirarnos. McKinsey revela que el 70% de las empresas ya están experimentando con IA, pero solo el 25% reporta una implementación exitosa. La brecha no es tecnológica, sino humana.

Tras impartir múltiples cursos sobre cómo aplicar la IA en organizaciones, las reacciones de perplejidad, desorientación, rechazo y enfado siguen siendo las más frecuentes. Aproximadamente dos tercios de los participantes muestran estas inclinaciones, coincidiendo con las estadísticas globales de ansiedad laboral asociada a la IA, que alcanza el 65% según estudios recientes.

La ansiedad laboral se manifiesta en tres niveles: cognitivo (pensamientos de incapacidad), físico (tensión, insomnio) y conductual (evitación, procrastinación). Estas respuestas bloquean precisamente lo que más necesitamos: adaptabilidad y aprendizaje continuo.

Por supuesto, aproximadamente un tercio de los participantes abordan el cambio con apetito creativo y sentido del humor. Su predisposición abierta es la excepción que confirma la regla. No es casualidad: son personas que ya han integrado las nociones de upskilling (mejora de habilidades existentes) y reskilling (desarrollo de nuevas competencias) en su ADN profesional; pero estos perfiles son los menos frecuentes.

La reacción mayoritaria al exponerse a la IA es natural.

McKinsey revela que el 70% de las empresas ya están experimentando con IA, pero solo el 25% reporta una implementación exitosa

A pesar de que la posibilidad de hiperautomatización rondaba desde hace años, el espíritu del tiempo no estaba maduro al respecto, y la IA, hace apenas un par de años, nos resonaba como algo todavía lejano, con toques de ciencia ficción.

Desde la llegada y divulgación de ChatGPT (y otros LLMs), el cambio ha sido drástico. McKinsey proyecta que para 2025, el 50% de las actividades laborales actuales serán automatizables.

El experimento que nos deja desnudos ante la IA es simple: dedicar 10 minutos a redactar prompts mejora la productividad en funciones específicas. Las empresas líderes reportan aumentos de productividad del 40% en tareas rutinarias cuando implementan IA correctamente.

Con cada prompt, el resultado logrado equivale -incluso supera en calidad- a lo que muchos conseguimos tras años de práctica.

¿Tan trivial y mecánico era nuestro rol? ¿Tan reemplazables somos? Estas preguntas revelan nuestra vulnerabilidad. Los datos muestran que no es tanto la sustitución completa lo que debemos temer, sino la transformación de roles. Necesitamos adquirir de manera continua nuevas habilidades para puestos que aún no existen.

Para aprovechar las herramientas de IA, necesitamos experiencia en nuestro oficio. Sin embargo, esta reflexión parece insuficiente para sostenernos en nuestro rol a medio plazo. Las organizaciones más exitosas invierten más de un tercio de su presupuesto de transformación en desarrollo humano, no en tecnología.

El impacto afecta también a los líderes que, en la mayoría de los casos, se sienten desbordados ante la necesidad de ser transparentes, ejemplares y experimentales en un escenario que les sobrepasa; y que no logran articular de manera inspiradora.

La IA agita nuestras certezas humanas de un plumazo. Nos obliga a amplificar nuestra mirada para encontrar nuestro rol individual. Para ello, necesitamos encontrar placer y sentido en el cambio.

Y la única manera de lograrlo, es contando con una autoestima sólida y un ego flexible. Aunque los programas de acompañamiento psicológico en los anteriores procesos de transformación digital mostraron, de media, una reducción del 60% en la resistencia al cambio. Pero las palancas personales implícitas en reforzar la autoestima son menos accesibles y moldeables, y el éxito esperado es menor.

La autoestima sólida se define como la confianza estable en las propias capacidades, habilidades y valía como persona. Nos permite vivir el nuevo recorrido con curiosidad y serenidad. Nos da seguridad para cambiar mientras seguimos siendo, en lo esencial, los mismos. El ego flexible es la capacidad de adaptarse a nuevas circunstancias sin apegarse a identidades o certezas rígidas. Ayuda a cambiar paradigmas sin sufrimiento.

La IA agita nuestras certezas humanas de un plumazo

Además de en las empresas, también en escuelas y facultades necesitamos educar la autoestima en escenarios de resiliencia. El acceso a herramientas para lograrlo ha de ser materia esencial desde los primeros años formativos.

Solo garantizando este enfoque psicológico hacia la autogestión personal, podemos avanzar a ritmo suficiente en la integración de la IA en nuestras vidas.

Quedarse atrás no es alternativa. Si todavía te quedan dudas, dedica 10 minutos a redactar prompts de IA específicos para tu función laboral, en cualquiera de las herramientas de LLM gratuitas. Verás lo absurdo que es el debate genérico sobre cómo y cuándo necesitamos dar el siguiente paso.