La evolución reciente de la cotización de Nvidia, la principal compañía fabricante de chips para aplicaciones de inteligencia artificial, es una línea prácticamente vertical y ascendente: desde la salida a bolsa de la compañía en 1999, y sobre todo, desde el salto a la fama de los algoritmos generativos en noviembre de 2022 y la aplicación de la inteligencia artificial a cada vez más cosas, el valor de las acciones de Nvidia ha crecido en un fastuoso 88,000%. 

No, no aguces la vista: la coma que separa el número ochenta y ocho de los ceros que le siguen no es una coma decimal, sino un separador de millares. Por si acaso, te voy a escribir el número en letra: hablamos, desde que la compañía salió a bolsa, de más de un ochenta y ocho mil por ciento. Tan solo en el último año, el precio de su acción se ha multiplicado por cinco. 

¿Qué pasa con Nvidia, y por qué crece de esa manera tan impresionante? La compañía es un caso sumamente interesante: fue fundada hace más de treinta años, y uno de sus fundadores, Jen-Hsun “Jensen” Huang, un inmigrante taiwanés que llegó a los Estados Unidos con nueve años, es aún el CEO y presidente, además de mantener un 3.6% de las acciones de la compañía.

Nvidia es una empresa de chips que no fábrica chips, sino que únicamente los diseña y crea su software. A lo largo de sus treinta años de historia, Nvidia tuvo que tomar decisiones enormemente arriesgadas y complejas, como el optar por el procesamiento de datos de propósito general en unidades de procesamiento de gráficos (las llamadas GPUs), o por abandonar el mercado de chips para smartphones precisamente cuando el mercado de los smartphones empezaba a dispararse. 

De hecho, la empresa pasó por varios años de penalidades financieras porque los muy cortoplacistas analistas no eran capaces de entender decisiones como esas… que han sido las que finalmente le han permitido estar donde está hoy. Es una lección francamente interesante, que demuestra lo poco, poquísimo que saben los analistas bursátiles y lo poco recomendable que resulta hacerles caso (después de todo, sabemos fehacientemente que un mono tirando dardos sobre una pared para construir una cartera de acciones acierta más veces que ellos). 

Nvidia es una empresa de chips que no fábrica chips, sino que únicamente los diseña y crea su software

Hablamos, sobre todo, de una visión: la que te lleva a que varias décadas atrás, sepas que más tarde o más temprano va a llegar tu momento, ese en el que las necesidades de computación van a crecer hasta el punto en que todas las compañías, se dediquen a lo que se dediquen, van a tener que incorporar chips capaces de procesar cantidades de datos descomunales. Ahora, se calcula que Nvidia domina el 80% del mercado de ese segmento de chips avanzados.

La aritmética de la inteligencia artificial escapa todo lo imaginable. Esta misma semana, el valor de Nvidia, que entró en el selecto club del billón de dólares en junio del pasado 2023 y está ya en más de 1.78 billones, asomándose a los dos billones, ha superado al de una compañía tan señera como Amazon, y se ha convertido en la cuarta empresa más valiosa de los Estados Unidos.

Un plan de acción y de desarrollo de productos impecable que está permitiendo a la compañía presentar nuevos chips cada poco tiempo que convierten en prácticamente obsoletos los anteriores, proyecta una evolución para la empresa que prácticamente no tiene techo. Algunos hablan de que su valor podría llegar a superar al de Apple o Microsoft.

De hecho, todas las grandes tecnológicas son sus clientes: la inteligencia artificial ha cambiado tanto sus negocios, que necesitan imperiosamente los chips que vende Nvidia para rediseñarlo.

Sam Altman, el creador de OpenAI y uno de los principales responsables del boom de la inteligencia artificial, está ahora intentando como un loco levantar capital para crear un competidor que haga frente a Nvidia, y que le permita evitar el cuello de botella que podría plantearse en la industria: sus planes son convencer a inversores de todo el mundo para que pongan entre cinco y siete billones de dólares.

La inteligencia artificial ha cambiado tanto sus negocios, que necesitan imperiosamente los chips que vende Nvidia para rediseñarlo

De nuevo, no nos liemos con los números: hablamos de billones europeos, de millones de millones, y por tanto, de una cantidad muy superior a todas las rondas de financiación habituales, más que muchos fondos soberanos, y más que la suma del valor de las dos compañías más grandes del mundo, Apple y Microsoft.

Todos esos millones de millones se dedicarían a intentar crear una compañía que pudiese rivalizar con lo que es Nvidia hoy, sin que, por supuesto, haya ninguna garantía de éxito. Ese es el nivel. Y mientras, Nvidia sigue avanzando: ahora acaba de anunciar la creación de una nueva unidad de negocio dedicada al diseño de chips a medida, ajustados a las necesidades de sus clientes, lo que seguramente le brinde muchas más oportunidades de crecimiento.

Cuando una tecnología explota en popularidad, los que más ganan son los que venden herramientas para poder aplicarla. Nvidia es el verdadero vendedor de palas y tamices de la fiebre del oro en que se ha convertido la explosión de la inteligencia artificial. Y su valoración, por eso, está plenamente justificada. Tendremos Nvidia —y también envidia, por supuesto— para rato.

***Enrique Dans es Profesor de Innovación en IE University.