La vicepresidenta y ministra de economía, Nadia Calviño, ha engatusado al FMI que dice que España no pasará por recesión. No sé de dónde saca esa conclusión el organismo internacional, aunque sé que dentro de un tiempo volverá a rectificar sus previsiones.

Porque las noticias sobre el crecimiento del PIB en el tercer trimestre lo dejan claro: ¡Ya estamos en recesión! No se trata de un pronóstico. Es una realidad.

En septiembre lo anunció la AIReF (Agencia Independiente de Responsabilidad Fiscal). Decía que, aunque no tenía todos los datos aún, sus conclusiones eran que el tercer trimestre no apuntaba a un crecimiento positivo del PIB. Más bien que habría estancamiento o decrecimiento.

La semana pasada el INE (Instituto Nacional de Estadística) indicaba "provisionalmente" que el crecimiento del PIB en el tercer trimestre fue el 0,2%. Como seguro que lo revisa a la baja (ya ocurrió con el primer trimestre del PIB) podemos afirmar que ese crecimiento real fue nulo o ligeramente negativo. El consumo interior, uno de los factores de crecimiento del PIB español da síntomas de haberse ralentizado en julio, estancado en agosto y derrumbado en septiembre. Conclusión: desaceleración brusca del crecimiento.

Todo apunta a que el cuarto trimestre tendrá también un decrecimiento del PIB, lo mismo que en el primer trimestre del 2023 y, técnicamente, dos trimestres seguidos con decrecimientos del PIB son recesión, se puede confirmar que: ¡Estamos en recesión!

"Podemos afirmar que el crecimiento real del tercer trimestre fue nulo o ligeramente negativo"

Dado que esta recesión coincide con una inflación que parece tender a la baja porque lleva tres meses descendiendo (7,3%), pero se mantiene alta y no parece que disminuya hasta el 2/3% este año y principios del siguiente, ¡estamos en periodo estanflacionario! No es una afirmación alarmista, es una constatación de hecho.

[La economía se estanca al crecer un 0,2% en el tercer trimestre y la inflación se modera al 7,3%]

Llegó lo que nos temíamos. Antes de lo que esperábamos. ¿Ahora qué?

Sería el momento de revisar los Presupuestos para 2023 de los que alardea el Gobierno. ¿Por qué? Porque están basados en datos irreales. En crecimientos inalcanzables de PIB, que ahora es evidente que no se van a cumplir.

Es posible que hasta los pesimistas pronósticos del FMI para España en 2023 (+1,2% de crecimiento del PIB) se queden demasiado largos.

El presidente Sánchez ha dado las gracias a ERC, Bildu, PNV… por haber facilitado la tramitación de los PGE 2023. Pero estos partidos no lo han hecho porque crean en la bondad de esas cuentas públicas, sino porque esperan que la debilidad parlamentaria del Gobierno les facilitará negociar a favor de sus intereses.

Está asegurada la continuación del trámite parlamentario. Las cuentas públicas serán modificadas con enmiendas parciales. Aunque esas modificaciones no serán precisamente para mejorarlas. Las modificarán cada uno de esos grupos parlamentarios para arrancar partidas presupuestarias o decisiones políticas a su favor.

De todas formas, sería difícil corregir mucho la estructura de estas cifras mediante estas enmiendas parciales porque se rompería la consistencia del presupuesto. Por tanto, el PGE 2023 durante su tramitación parlamentaria solo puede ir a peor, más irreal e inconsistente. Será un "papel mojado", inútil para tomar medidas de política fiscal eficaces.

"El PGE 2023 durante su tramitación parlamentaria solo puede ir a peor"

Sin embargo, es posible que los efectos negativos de la estanflación tarden en generalizarse en la población y manifestarse en la calle. La razón es que los despidos irán acompañados de indemnizaciones y el cobro posterior durante unos meses de la prestación por desempleo, seguidos del subsidio cuando esta se acabe.

Muchos desempleados tendrán un respiro temporal. Cuando este vaya acabando (a mediados de la primavera próxima) la tensión ciudadana aumentará. Entonces ni siquiera la contención voluntarista de los sindicatos progubernamentales (CCOO y UGT) conseguirá frenar el malestar.

Por otra parte, los salarios de los nuevos empleados siguen deteriorándose en términos reales. El empresario puede que venda menos unidades físicas, pero con la inflación sus ventas se mantienen o solo bajan ligeramente en términos monetarios.

Como el factor trabajo se abarata respecto al factor capital, se contratan nuevos trabajadores a salarios bajos. De ahí que en octubre, el paro registrado haya disminuido y las contrataciones subido a pesar de la estanflación. 

Durante unos meses veremos declaraciones triunfalistas del Gobierno. La vicepresidenta Díaz hablará de la resiliencia del mercado de trabajo, mientras oculta el número de "parados discontinuos" que cobran del SEPE. Los sindicatos echarán la culpa a las empresas, mientras alaban una política económica gubernamental irreal.

El invierno adormecerá a las conciencias. Pasaremos menos frio que otros europeos, por el clima y por la "singularidad ibérica" en materia energética. La vida sigue. Estamos en una zona privilegiada del planeta. Aunque puede que despertemos de repente. ¿O no?

*** J. R. Pin es profesor del IESE.