Uno de los nuestros, imagen de la película.

Uno de los nuestros, imagen de la película.

La tribuna

Uno de los nuestros, la lucha contra la corrupción

11 octubre, 2022 02:46

“Para mí ser gánster era mucho mejor que ser presidente de los Estados Unidos (…) Si queríamos algo, lo cogíamos sin pensarlo un instante (…) Todos conocían las reglas (…) Para nosotros vivir de otra manera era una tontería (…)". Toda una declaración de intenciones pronunciadas en la oscarizada película Uno de los nuestros por Ray Liotta (alter ego de Henry Hill, uno de los más ilustres informantes del FBI).

Como sucede en ocasiones, la ficción (que no lo es tanto en el caso de la película que hoy nos ocupa) y la realidad se entremezclan. Términos como presidente de los Estados Unidos, informantes o FBI han vuelto de nuevo al foco mediático como consecuencia de las noticias sobre la posibilidad de que un informante del FBI haya podido comunicar la existencia de documentos con información clasificada en una de las propiedades del señor Trump.

Según algunos medios la "caza de brujas" ha comenzado, lo que ha provocado a su vez que la figura de los informantes y la protección de los mismos estén nuevamente de plena actualidad.

En España, la figura del informante (y su protección) sigue de actualidad estos últimos meses debido a la tramitación del Anteproyecto de Ley reguladora de la protección de las personas que informen sobre infracciones normativas y de lucha contra la corrupción por la que se transpone la Directiva (UE) 2019/1937 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 23 de octubre de 2019, relativa a la protección de las personas que informen sobre infracciones del Derecho de la Unión.

Debemos recordar su aplicación a, entre otros, los partidos políticos (el FBI aquí tendría también entretenimiento), ya que el artículo 10.1.c) del Anteproyecto recoge lo siguiente: “Estarán obligadas a disponer un sistema interno de información en los términos previstos en esta ley: Los partidos políticos, los sindicatos, las patronales y las fundaciones creadas por unos y otros, siempre que reciban o gestionen fondos públicos.”

En nuestra experiencia, y como ya hemos comentado en anteriores ocasiones, es crítico disponer (tanto en el sector privado como en el sector público) de los medios humanos y tecnológicos adecuados para poder combatir cualquier tipo de fraude y corrupción.

Y ello pasa desde luego por la implementación de canales de alerta seguros, el examen adecuado de las comunicaciones realizadas por los informantes por parte de expertos externos y, en su caso, la posterior investigación por los mismos. Sin todo lo anterior, hablar de protección de los informantes puede quedar en “papel mojado”.

En este punto, generan siempre mucho debate las "motivaciones" existentes de los informantes.  En un extremo podríamos encontrar aquellos informantes que han participado de graves hechos delictivos y comunican los mismos únicamente cuando parecen estar al borde del precipicio y sin nada que perder.

Tal podría ser el caso del ya citado Henry Hill, testigo protegido del FBI durante años, o el más célebre entre los célebres, el de Tommaso Buscetta quien fue informante de los jueces Falcone y Borsellino y una figura clave en el Maxi Proceso de Palermo.

En otro extremo, podríamos encontrar aquellos informantes que sin haber participado de simples actuaciones irregulares y teniendo un conocimiento cierto de las mismas, deciden no informar sobre ellas por miedo a represalias.

Seguramente en los próximos años seamos capaces de ver un cambio de tendencia en estos casos, que tendrá que venir acompañado de una mejor cultura de cumplimiento en las organizaciones.

Y volviendo a la actualidad, seguramente nunca sepamos que pensó el informante (aparentemente cercano al señor Trump) después de comunicarse con el FBI, lo que sí sabemos fue lo que pronunció el bueno de Ray Liotta al final de la película (spoiler): “Lo que más me costaba era dejar aquella vida (…) Teníamos todo sólo con pedirlo (…) Y ahora todo se acabó (…) Soy un don nadie y tengo que vivir el resto de mi vida como un (…)

*** Hugo Sutil, Director de Alvarez & Marsal.

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