La guerra de Ucrania se ha convertido en el centro de los principales debates económicos, sociales y políticas de la sociedad. Por un lado, los malos gestores esconden sus malas decisiones tras las consecuencias de la guerra. Los desajustes del sector energético, que existían antes, ahora son causa exclusiva de la guerra de Ucrania.

Las ayudas que nuestro Gobierno anunció para aliviar a los ucranianos y nunca llegaron han servido para aumentar el gasto público. Todo lo que sucede parece ser ocasionado por la guerra de Ucrania. Personalmente, creo que es una mala idea hablar de la guerra de Ucrania en lugar de la invasión de Rusia. Los ucranianos son víctimas, no belicistas.

La invasión del territorio ucraniano por parte de Putin, que ayer miércoles hizo ostentación de sus malas intenciones, ha puesto encima de la mesa cuál es el precio del horror. Putin está jugando con la energía, tan necesaria en invierno, y amenaza, no solamente con dejar a muchos países europeos sin calefacción, sino con utilizar armas nucleares. Se han agotado los vuelos desde Rusia con dirección a Estambul. ¿Qué hacer ante este problema?

[Putin provoca una huída masiva en Rusia]

Medimos el coste de la escasez energética, echamos la culpa a las eléctricas, al sector energético, reclamamos intervención, sugerimos nacionalizar, atacamos a la banca. Se masca la recesión y se ignora la profundidad de la misma.

Jugamos con modelos "casi perfectos" que nos ofrecen previsiones que la realidad se encarga de ajustar. Esta guerra nos está saliendo muy cara, pero puede dejarnos en una situación muy comprometida durante mucho tiempo.

¿Cuál es la solución? Que acabe la guerra. Una vez comprobado que Putin no va a retirar sus tropas, al revés, va a buscar la ratificación de la invasión mediante un referéndum ilegal, solamente quedan dos soluciones. O gana Rusia, o gana Ucrania.

Para que ganara Ucrania sería necesario una ayuda militar mucho más contundente y asumir el coste económico mencionado más arriba. Pero si gana Rusia, va a ser a costa de masacrar a la población ucraniana, como ya viene haciendo desde el principio, secuestrando niños ucranianos y llevándolos a Rusia, bombardeando hospitales y maternidades y todo el horror del que estamos siendo testigos pasivos. ¿Será capaz Ucrania de liberar su territorio con las ayudas tan exiguas que recibe? No lo creo.

Así que los europeos debemos elegir. ¿Asumimos el precio del horror y nos calentamos este invierno o perdemos nivel de vida pero mantenemos posiciones frente a Putin?

¿Será capaz Ucrania de liberar su territorio con las ayudas tan exiguas que recibe? No lo creo.

Pero no es ese el único horror del que nos llegan imágenes. Las mujeres iraníes están en rebelión para protestar por el asesinato de Mahsa Amini a manos de la policía de la Moral en Kurdistán. El delito: llevar mal puesta la hiyab.

Una policía asesina compuesta por hombres y mujeres. Recuerdo a quienes siguen defendiendo que llevar el velo y la hiyab es un acto voluntario. Muchos periodistas han escrito protestando por el asesinato y ensalzando a las miles de mujeres que se rebelan en Irán cortándose el pelo y quemando hiyabs. El miércoles se convocó a bote pronto una concentración frente a la embajada de Irán para protestar. No pude ir. Pero, además, creo que es estéril.

¿Qué protesta sería eficiente? Una a nivel gubernamental. Es decir, imposible. Nadie se va a enemistar con Irán, que implicaría enemistarse con Afganistán y Arabia Saudí, entre otros. Miembro de la Organización de Naciones Unidas, las protestas por las ejecuciones, encarcelamientos ilegales de periodistas y activistas, no han cesado. ¿Por qué no tomar medidas más estrictas?

De nuevo, cuando pensamos en qué hacer frente al sometimiento de las mujeres, la ejecución de homosexuales, los atropellos a periodistas, calculamos. Siendo la República Islámica de Irán una potencia petrolera, y dadas las relaciones entre Irán y Rusia, ¿cuánto afectaría a nuestro bolsillo? Mucho. Pues mejor no hacer nada. Hay que señalar el atronador silencio del feminismo de izquierda radical ante este hecho.

Mientras tanto, el presidente del país, Ebrahim Raisi, ha tirado pelotas fuera, ante la mismísima Asamblea de la ONU, señalando otras mujeres muertas en otros países. El escaso respeto de este señor es manifiesto. Basta con recordar su participación en la masacre de 1988 en la que fueros asesinados cinco mil presos políticos.

Pero, lo que es aún peor, los españoles ni siquiera estamos dispuestos a ganar autonomía energética para no depender tanto de estos países en los que hay un régimen criminal.

La sociedad europea tiene la oportunidad de poner en práctica lo aprendido en las experiencias asesinas (la nazi y la comunista). Esos discursos asegurando que nunca más sucedería, que los europeos estamos concienciados y lo impediríamos.

Está claro que si el precio es perder poder adquisitivo, no vamos a mover un dedo. Y en esto, no solamente están implicados nuestros políticos, sino los ciudadanos. Si se hiciera un referéndum popular ¿qué elegirían los españoles: energía cara o liberación de Ucrania? ¿Energía cara o castigo al régimen liberticida?

¿Hasta qué punto podemos pedir un comportamiento ético y transparente a nuestros políticos si nosotros somos los primeros hipócritas?