Mientras la gente compara el personaje de Meryl Streep en Don't Look Up (Adam McKay, 2021) con un presidente de EEUU que solía negar evidencias científicas y con cierta presidenta autonómica española conocida por no hacer absolutamente nada para combatir la crisis del coronavirus, a mí el personaje que más me interesa es el de multimillonario empresario tecnológico al que da vida Mark Rylance.

Aunque su aspecto se asemeja más al de los líderes de Apple, Tim Cook y Steve Jobs, su retórica sobre el poder de la tecnología para solucionar los problemas de la humanidad va más en la línea del discurso del empresario de Tesla, SpaceX y Neuralink, Elon Musk, escogido como la Persona del Año de la revista Time.

Siguiendo con los paralelismos con la película, el rechazo que genera el personaje de Rylance está a la altura de las críticas que recibió el medio por elegir a Musk. Además de su conocida altivez, sus excentricidades y sus pataletas propias de un menor de 10 años, sus empresas han rozado la quiebra en distintas ocasiones y se han enfrentado a problemas legales de todo tipo, desde explotación laboral hasta competencia desleal.

Sin embargo, a diferencia de otros reconocimientos centrados exclusivamente en lo positivo, como el Nobel, Time avisa de que el suyo se dirige a quien, "para bien o para mal... ha sido el que más ha influido en los acontecimientos del año", algo que parecíamos haber olvidado después de que en 2019 eligiera a la activista climática Greta Thunberg y, en 2017, a las lideresas del movimiento Me Too.

Pero, dado que su reconocimiento también ha ido a parar a tipos de la calaña de Hitler y Stalin, la selección de Musk no debería sorprendernos tanto. De hecho, si hay alguien en la Tierra mínimamente capaz de defendernos de un asteroide destructor de planetas como el de Don't Look Up ese es, sin duda, el fundador de SpaceX.

El rechazo que genera el personaje de Rylance está a la altura de las críticas que recibió el medio por elegir a Musk

Además de revolucionar la industria espacial de los pies a la cabeza con sus cohetes reutilizables, de bajo coste y con enormes capacidades de carga, hace poco más de un mes, uno de ellos fue lanzado para llevar a cabo el primer intento en la historia de la humanidad de desviar la trayectoria de un asteroide, la misión DART.

Pero esta no es la única hazaña espacial con la que podríamos comparar a Musk con el personaje de Rylance. Al igual que en la escena poscréditos de la cinta (alerta spoiler), la principal ambición espacial del multimillonario consiste en colonizar Marte y convertir a la humanidad en una especie multiplanetaria.

Se trata de un objetivo de tal calibre que ríase usted del Metaverso de Marck Zuckerberg, quien, por cierto, también fue elegido Persona del Año por Time en 2010. Pero, de nuevo, existen muchas diferencias entre el impacto de uno y otro, como dejó claro el astronauta Buzz Aldrin en una de sus citas más célebres: "Me prometisteis colonias en Marte, pero en lugar de eso tengo Facebook".

El segundo hombre en pisar la Luna dejó claro qué significa contribuir al mundo y qué no. Y, aunque Musk todavía tiene muchísimo trabajo por delante para crear un asentamiento humano en el planeta rojo, también lo tenía cuando decidió embarcarse en el negocio del espacio. De hecho, parte de su éxito en este sector se basa en una decisión que inicialmente muchos tildaron de loca: la agrupación de motores.

Como cuenta Time, antes de que interesarse por la industria espacial, la opinión dominante era que no se debían juntar muchos motores en una sola nave, ya que el elevado número de piezas móviles aumentaba los riesgos de fallo. Y, por supuesto, nadie había planteado tampoco la posibilidad de que un cohete pudiera reutilizarse.

Sin embargo, tras innumerables críticas y lanzamientos que acabaron explotando y en llamas, su último modelo de cohete, el Falcon Heavy, compuesto por tres grupos de nueve motores en total, ya ha sido enviado y devuelto a la Tierra con éxito en varias ocasiones.

Pero las audacias espaciales de Musk no son las únicas que lo han convertido en la Persona del Año. En octubre, la valoración en bolsa de su compañía de coches eléctricos, Tesla, superó los 1.000 millones de dólares por primera vez, poniéndola por delante de competidores más grandes, pero también más aburridos, como Toyota.

Por supuesto, Tesla también se ha visto envuelta en innumerables crisis y, en sus comienzos, fue atacada sin piedad por quienes afirmaban que Musk nunca sería capaz de rentabilizar una compañía de este tipo. Sin embargo, su visión de futuro, sus tejemanejes financieros y su legión de fans han logrado convertirla en el sexto unicornio en la historia de Estados Unidos.

Y, lo que es más importante, Tesla se ha alzado como punta de lanza del sector, pues ya no hay empresa automovilística que se precie que no esté trabajando en su propia línea de coches eléctricos y en sus propios sistemas de conducción autónoma.

Así que, si tras esta ristra de hazañas sigue pensando que Musk no merecía ser la Persona del Año de 2021, tal vez sea usted quien más se asemeje a los personajes de la película que no quieren ver la realidad a pesar de tenerla delante de sus narices. Musk lleva toda la vida mirando hacia arriba, y yo estoy deseando ver qué maravillas nos ofrece gracias a su mirada siempre puesta en el futuro.