Lo mínimo que se puede pedir a los líderes de partidos políticos con aspiraciones de gobierno es que sean razonablemente visionarios, es decir, que tengan claro hacia donde van las cosas, en base a qué elementos se construye el futuro, qué conceptos son verdades absolutas e indiscutibles, y qué reacciones provienen simplemente del miedo al cambio. 

Decir que "el sol no brilla por la noche" es de una simpleza tan evidente, que asusta. Cometer además el absurdo error de politizar algo tan importante como la política energética y pretender que "la energía solar es cosa de la izquierda" es tener criterios completa y radicalmente equivocados. Esa, decididamente, no es la dirección en la que hay que remar. De hecho, es remar hacia una catarata. 

Si hay algo que no se puede discutir de ninguna manera a día de hoy, salvo que uno sea un completo irresponsable o esté totalmente desactualizado, es que las renovables son el futuro. De hecho, desde hace ya tiempo, son además el presente, y sin ningún género de dudas, la forma más barata de producir energía. Y dadas las economías de escala de la tecnología, lo van a ser cada vez más. Cualquier apuesta en el campo de la generación energética que no sea por las renovables es una apuesta equivocada. 

Pretender que "la energía solar es cosa de la izquierda" es tener criterios completa y radicalmente equivocados

Descartar las renovables porque "el sol no brilla por la noche" o "hay momentos en los que no hace viento" es absurdo. Con ese tipo de aseveraciones, nos dedicaríamos al continuismo más recalcitrante, volveríamos a encender las centrales de carbon, o incluso construiríamos más, como hacen gobernantes tan 'visionarios' como los polacos.

La energía solar es discontinua. Oh, qué sorpresa. ¿Y qué? La cantidad de energía que el sol envía a nuestro planeta es suficiente como para abastecer la totalidad de nuestras necesidades varias veces… pero como no brilla por la noche, lo descartamos.

La realidad es que la energía eléctrica puede convertirse en muchas cosas, y muchas de ellas pueden almacenarse sin excesivos problemas. Cuando alguien pretende negar la importancia de las tecnologías de almacenamiento energético a escala de país, solo podemos asustarnos y pensar en los turbios intereses que llevan a hacer algo así.

El futuro es que el enorme excedente de energía solar generado cuando se sobredimensionan las plantas solares como debe ser, pueda almacenarse no solo en baterías, una tecnología aún en pleno desarrollo y de la que se esperan cada vez mayores y mejores rendimientos, sino también bombeando agua a lugares elevados, apilando bloques de hormigón, calentando reactores de sales fundidas, o generando hidrógeno verde. 

El hidrógeno tiene mala prensa porque, hasta ahora, la inmensa mayoría del que se producía era un subproducto - sucio - de la industria del petróleo. Pero el hidrógeno puede producirse utilizando el excedente de energías renovables, puede almacenarse fácilmente, y pensar que un país como España, con su abundancia de sol y de costa, no pueda dedicarse a sintetizar hidrógeno para convertirlo en electricidad posteriormente cuando el sol no brilla o el viento no sopla es negar una de las principales ventajas competitivas que tiene nuestro país. 

En nuestra situación, deberíamos estar construyendo centrales solares como si no hubiera un mañana hasta sobredimensionar muchísimo nuestras necesidades, plantando parques eólicos marinos a lo largo de toda nuestra costa, y poniendo placas solares con sus correspondientes baterías domésticas en cada tejado. Si estás de acuerdo, bien. Si no, estudia el tema de nuevo o asesórate mejor, porque no hay otra. Es así de sencillo: No. Hay. Otra. Las renovables son nuestra única opción viable y razonable. 

Deberíamos estar construyendo centrales solares como si no hubiera un mañana hasta sobredimensionar muchísimo nuestras necesidades

¿Queremos nucleares? Se puede discutir. Pero además de ser espantosamente caras en su construcción y de que nadie, absolutamente nadie las quiere cerca de su casa, hablamos de instalaciones que, en un mundo con un clima cada vez más desestabilizado e imprevisible, generan riesgos muy difíciles de aceptar. ¿Desmontar las que hay, que llevan años funcionando? Posiblemente no. ¿Pero construirlas nuevas? ¿Por qué, si hay abundantes estudios que demuestran que el sobredimensionamiento de recursos de los que disponemos en abundancia pueden cubrir con mucho todas nuestras necesidades? 

Negar que el futuro pertenece a las energías renovables y pretender que "la energía solar es cosa de la izquierda" es una irresponsabilidad absoluta, digna de aquel idiota al que casi hubo que sacar esposado de la Casa Blanca tras intentar dar un golpe de estado. 

Seguir el camino de Trump no nos llevará a ningún sitio bueno. Cuando dijo aquello de “mi mujer quiere encender la televisión, pero es de noche y no hay ni sol, ni viento”, solo hacía un chiste populista, y además, revelaba una ignorancia total sobre el futuro de la generación energética. 

Nos pongamos como nos pongamos, la ola de los combustibles fósiles, la que ha provocado la emergencia climática (que algunos aún niegan, o atribuyen a conspiraciones de la izquierda), ha terminado. La siguiente ola es la de las tecnologías verdes, sostenibles y renovables. Y los políticos que no lo crean así, no hacen más que estorbar.

La mejor estrategia de país que puede tener España es apostar por sobredimensionar aquellos recursos que tiene en abundancia, y por las múltiples tecnologías que permiten su uso continuo. Las renovables son el presente y, sobre todo, el futuro, el único futuro viable que tenemos. Por mucho que el sol no brille por la noche.