La llamada de Iberia a los sindicatos para pactar un nuevo ERTE "por razones organizativas y de producción" es prueba de que, en muchas empresas, la Covid no es el único factor que ha cambiado desde 2019.

Como la dirección de la empresa estima que se necesita adaptar la plantilla a una nueva situación, Iberia no espera a que 'el diálogo social' vuelva a prorrogar los ERTE de fuerza mayor (derivados de la Covid). Quiere otra modalidad de ERTE que le dé estabilidad y productividad a su plantilla. Señal de que no ve una recuperación rápida de su mercado. 

Pero Iberia no es la única gran empresa española que se va a encontrar con la necesidad de reestructurar su plantilla ante las cambiantes situaciones del mercado.

El otro día desayunando con un exdirector de Recursos Humanos de una gran empresa, discutíamos sobre las oleadas de ERTE y ERE que se suceden, de vez en cuando, en las cotizadas del Ibex 35. La razón de la aplicación de estos instrumentos es la necesidad de adaptarse a esa situación cambiante del mercado y sus demandas, conjugada con la rigidez de las relaciones laborales pactadas con sus sindicatos.

Iberia quiere otra modalidad de ERTE que le dé estabilidad y productividad a su plantilla. Señal de que no ve una recuperación rápida de su mercado 

La lógica de los convenios colectivos españoles es incremental. Es decir, que un convenio se pacta si se aumentan los contenidos del anterior. Solo en situaciones de gran crisis y de manera temporal se admiten recortes en llamados "derechos adquiridos" de los trabajadores.

Con esa lógica los costes laborales de las empresas aumentan continuamente si las plantillas se mantienen estables o crecen. En consecuencia, cada cierto tiempo hay que 'purgar' las plantillas y reducirlas. Bien para disminuir el número de empleados, bien para sustituirlos por otros más productivos, sustituyendo veteranos con experiencia por jóvenes formados más baratos.

Por tanto, a partir de los 50 años, en las grandes empresas españolas "o eres de los que despiden, o eres despedido". La banca es un ejemplo claro.

La rigidez de esas relaciones laborales hace de las crisis económicas o de las fusiones/adquisiciones los momentos en que se aplican los ERTE y/o los ERE.

Así que España se encuentra con muchos profesionales cincuentones que se ven abocados al despido. Despido que se disfraza con los nombres de "prejubilaciones", "salidas voluntarias", etc.

España se encuentra con muchos profesionales cincuentones que se ven abocados al despido

Algunos de ellos se colocan pronto debido a sus habilidades, otros entran en el desempleo de larga duración o en la jubilación anticipada a cargo del Tesoro Público. Lo curioso es que, a veces, como en el discutido ERE de CaixaBank, después de la fusión con Bankia, las peticiones de salida voluntaria exceden a las bajas que la empresa ha pactado con los sindicatos. Señal de que el trauma no es tan dramático como algunos auguraban.

La pregunta es: ¿no hay otro sistema de relaciones laborales que permita mantener la estabilidad en los puestos de trabajo de profesionales con experiencia acumulada? Nuevos convenios colectivos distintos en que las condiciones de trabajo se ajusten a los vaivenes de la situación económica de la empresa. Convenios en los que la adaptación no se produzca por reducciones sucesivas de plantilla con pérdida de conocimiento para las empresas y coste para la Hacienda Pública, sino por la variabilidad de la masa salarial de acuerdo con las condiciones de cada empresa, en cada momento.

Si las subidas se hicieran en la parte variable del salario, se mejoraría la adaptabilidad del conjunto de la nómina a los vaivenes de las empresas. Pero en las relaciones laborales españolas prima la 'seguridad' versus la 'variabilidad', aunque esta última permitiera mayores ingresos a los empleados en épocas buenas.

Si a esa preferencia por la seguridad añadimos la tendencia de los sindicatos y la ministra de Trabajo a pedir primar los convenios sectoriales sobre los empresariales, en contra de lo establecido en la reforma laboral de 2012, tendríamos unas relaciones laborales más rígidas y, como resultado, el recurso al ERTE y al ERE sucesivo.

Con aquella reforma se flexibilizaron un poco esas relaciones laborales. Con la contrarreforma que piden los sindicatos y la propia ministra Díaz ya se sabe: cuando llegues a los 50 y tantos, en las grandes empresas, o estas muy arriba o búscate otra ocupación.

*** José Ramón Pin es profesor del IESE.