De verdad que no sé qué tienen en la cabeza quienes defienden que la ampliación del Aeropuerto de El Prat puede ser sostenible. El secretario de Infraestructuras y Territorio del PSC Jordi Terrades incluso se ha atrevido a decir que será "una oportunidad para reducir las emisiones" en una tribuna publicada ayer en Economía Digital. Pues permítanme que lo dude.

Y no es que el señor Terrades esté mintiendo descaradamente, más bien ha hecho un ejercicio de dialéctica y retorcimiento del lenguaje para que parezca lo que no es. El término sostenibilidad ha sido tan manoseado por el ámbito corporativo y gubernamental que ahora casi puede significar lo que uno quiera.

La ampliación será sostenible ambientalmente siempre que se construya y opere de la forma más eficiente posible, y minimice al máximo los recursos consumidos y los impactos ambientales generados. Y será sostenible económicamente si, como el detergente, cunde más de lo que cuesta. Pero ¿tendrá algún efecto positivo en la lucha contra el cambio climático? La respuesta es un rotundo no.

Ampliar el Aeropuerto de El Prat aumentará sí o sí el tráfico aéreo, una de las actividades económicas más contaminantes y difíciles de limpiar del planeta

Por muy bien que se planifique y mucha prosperidad y empleos que genere, ampliar el Aeropuerto de El Prat aumentará sí o sí el tráfico aéreo, una de las actividades económicas más contaminantes y difíciles de limpiar del planeta. Así que da igual lo verde que lo pinte el señor Terrades: a más vuelos, más emisiones. Punto.

Apostar por un sector económico incapaz de minimizar el dióxido de carbono que emitimos a la atmósfera va totalmente en contra del último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos del Cambio Climático (IPCC) de la ONU, presentado esta semana. El texto advierte de que muchos de sus efectos son irreversibles y que su impacto "sin precedentes" ya ha podido sentirse en todos los rincones del planeta en forma de más olas de calor, sequías y otros fenómenos meteorológicos extremos.

Si queremos tener alguna oportunidad de no ver la peor cara de la emergencia climática, los expertos del IPCC solo contemplan dos vías de acción: reducir las emisiones de CO2 con procesos más eficientes y menores consumos, y capturar carbono atmosférico ya emitido mediante procesos naturales o artificiales. Como podrá imaginarse, la ampliación del Prat no coincide con ninguna de ellas.

No cabe duda de que cualquier gobierno que se precie querrá invertir en industrias capaces de ofrecer prosperidad económica. Sin embargo, creía que la filosofía del desarrollismo desenfrenado y voraz ya había terminado, que habíamos entrado en una nueva era de inversiones a largo plazo centradas en una verdadera sostenibilidad económica, ambiental y social. Pero parece que me equivoqué.

El Gobierno no solo ha decidido ampliar el Aeropuerto de El Prat, sino también el de Barajas, al que destinará otros 1.600 millones de euros

Aunque ese es el objetivo de los Nuevos Pactos Verdes de la UE y Estados Unidos, diseñados para estimular el crecimiento mediante la transición energética y la ecologización de la economía, y también es parte del espíritu del Plan España 2050 presentado hace solo unos meses por el Gobierno, los 1.700 millones de euros que va a invertir en El Prat no encajan de ninguna manera con esta visión de futuro.

Ese dinero se podría haber destinado a mejores baterías, a técnicas de captura y almacenamiento de carbono más eficientes o a abaratar fuentes de energía renovables como el hidrógeno verde, entre otras muchas ideas. Además de su impulso ambiental, los éxitos en cualquiera de estas industrias también generarían empleo y fomentarían la prosperidad económica a más largo plazo.

Por supuesto, apostar por cualquiera de estas estrategias supone mayores riesgos y periodos de amortización, lo que desincentiva la inversión. La mayoría de start-ups que intentan revolucionar el mercado de las baterías fracasan a los pocos años, y el proyecto para construir la mayor planta de captura de carbono de Europa todavía no tiene claro si logrará secuestrar CO2 a precios competitivos.

Pero una cosa es priorizar sus beneficios frente a la salud el planeta y otra bien distinta es que aun encima nos los intenten vender como sostenibles

Sin embargo, teniendo en cuenta la gravedad de lo que se nos viene encima, estos son los verdaderos desafíos en los que el mundo debería estar invirtiendo, por muy arriesgados que sean. Pero no. En lugar de eso, el Gobierno no solo ha decidido ampliar el Aeropuerto de El Prat, sino también el de Barajas, al que destinará otros 1.600 millones de euros que tampoco van a usarse para luchar contra el cambio climático.

Y vale que el rédito económico a corto plazo de ambos proyectos haya prevalecido frente a su impacto ambiental. Pero una cosa es priorizar sus beneficios frente a la salud el planeta y otra bien distinta es que aun encima nos los intenten vender como sostenibles. Porque, aunque el aeropuerto se vista de verde, aeropuerto se queda.