El cambio de Gobierno pretende tres cosas: a) preparar el ejecutivo para encarar la esperada recuperación con la esperada llegada de los fondos de la Nextgeneration europea (¿140.000 MM de euros?); b) remontar las encuestas reforzando el peso político del partido dentro del Gobierno; y c) intentar que el PSOE se refuerce cara a las próximas elecciones (autonómicas, locales y generales) en la segunda parte de la legislatura.

Respecto a los dos últimos objetivos -reforzar el espíritu electoral y preparar el partido- la decisión ha sido eliminar a algunos de los ministros que han fallado manifiestamente o han sido poco “políticos” en su cartera.  Para preparar el PSOE electoralmente se ha intentado enviar a Ábalos a su secretaría de organización; pero las últimas declaraciones del hasta ahora número tres del núcleo duro sanchista arrojan dudas sobre que haya sido un tema pacífico y planificando. Veremos.

Ejemplo de ministros “quemados” es la ministra de exteriores Gonzalez Laya y la política con Marruecos y ejemplo de inanidad política: Pedro Duque. Para reforzar el espíritu electoral dentro del Gobierno ha introducido ministros con experiencia en política local y trayectoria territorial. A Izeta le ha encargado animar la “cultura” poniéndola a favor de un Gobierno que anda necesitado de “glamur”.

Se ha intentado enviar a Ábalos a su secretaría de organización pero hay dudas de que haya sido un tema planificado y pacífico. 

Pero el quicio de la remodelación ha sido encarar la recuperación económica. Deja a Montero en hacienda y asciende a la vicepresidencia primera a la Sra Calviño, con su cartera de economía.

Sin embargo, la estructura de coalición del Gobierno ha obligado al mantenimiento de la ministra de trabajo. La Sra Díaz sigue con su empeño en derogar la Reforma Laboral de 2012 y la subida del Salario Mínimo (SMI). Medidas inconsistentes con el objetivo de recuperación económica y que las autoridades europeas no ven con buenos ojos. Tampoco la CEOE, que se ha mostrado contraria a la propuesta del ministerio de trabajo.

Calviño tiene una piedra en su zapato. Se llama Díaz y su relación con los sindicatos. Su ministerio ha sido clave en algunos acuerdos con los llamados “agentes sociales”. Pero ese idilio está en equilibrio inestable. Garamendi no puede seguir con la imagen de “aliado fácil” del gobierno Sánchez. Entre otras cosas, porque lo que quieren los sindicatos va contra la lógica de un mercado laboral flexible que es lo que necesita la esperada recuperación.

Así que Calviño y la racionalidad económica se refuerza, pero Díaz y su deriva ideológica se mantiene. No tardaremos mucho en leer filtraciones de tensiones entre la vicepresidencia primera y el ministerio de trabajo.

Calviño y la racionalidad económica se refuerza, pero Díaz y su deriva ideológica se mantiene. 

En el mejor de los casos, con esta composición gubernamental la economía crecerá menos de lo posible. En el peor caso se frustrará la creación de puestos de trabajo que es lo que de verdad debe importar. 

Cada nuevo trabajador es una persona que sale del desempleo, no necesita subvenciones públicas, mejora el déficit público, paga impuestos, cotiza a la seguridad social, mantiene el sistema de pensiones y que recupera su dignidad profesional.  

Pero Sánchez no tiene otro remedio que mantener a los “ministros podemitas”, incluido el Sr. Garzón. Sobre él, escribí en El Español que no era “cesable”. Está ahí porque es la parte de IU de la coalición de UP. 

Sí, porque el Gobierno Sánchez es una coalición de coaliciones de coalición. Coalicíón del PSOE con UP, que a su vez es una coalición de Podemos con IU, que a su vez es otra coalición alrededor del PCE ¡Listos estos comunistas! Con estos sistemas acaban pintando mucho más de lo que corresponde a su peso social y político. Un pequeño núcleo de su “comitern” o comité político acaba acaparando un poder asombroso.

El Gobierno Sánchez es una coalición de coaliciones de coalición

Es el resultado de la compleja trama en la que se ha montado Sánchez. Le va a servir para acabar la legislatura. Lo dudoso es que sea lo mejor para la recuperación económica. 

Por cierto, así como vaticiné que Garzón seguiría, también opino que este año no creceremos el 6% que dice el Gobierno o la UE. Imposible sobre todo con la quinta ola en medio de la temporada turística. Por eso, no hay que andarse con florituras. Cuanto más florero sean los Garzones, Díaz, Castell, … mejor para la economía.

*** José Ramón Pin es profesor del IESE