Parafraseando a Jorge Manrique, la situación actual inspira la siguiente copla: “avive el bolsillo y despierte,/ como se viene un fiscal inspector,/ contemplando,/ que sin nada que te advierte,/ abrirá tu puerta con ardor/ no callando./ Cuan presto se va el ahorro/ como después de acordado da dolor,/ cómo contra nuestro parecer,/ dilapidarlo es mejor".

¿Está el Gobierno a favor del "terrorismo fiscal"? No es mi intención afirmarlo. Hay que pagar lo que hay que pagar. Pero anunciar que será posible la entrada por sorpresa de la inspección en el hogar conyugal o la oficina local (la vulgar 'patada en la puerta') para revisar las cuentas, no es algo pacífico para el contribuyente.

Como las grandes empresas tienen sus asesores y departamentos financiero-legales a punto, está claro a quién va este "aviso de navegantes": autónomos y pymes. Sí, a los que dice representar la Conpymes, que el Gobierno avaló la semana pasada. Al fontanero, al dentista, al tendero, al agricultor … ¿Potentados como decía Pablo Iglesias? Con amigos como esos, ¿para qué quiero enemigos?

Todo esto no es sino el síntoma de algo que preocupa al Gobierno, la escalada del déficit público que se va a producir en 2021, cerca del 8-9% y, si los europeos no lo remedian, seguirá en años sucesivos. Por eso, la ministra de Hacienda quiere demostrar que va a acabar con el mito del "fraude fiscal". Esos veintitantos mil millones de euros que los expertos calculan que dejan de pagarse en España en el IRPF, más otros tantos en otros tributos (IVA en particular). Un total del 4% del PIB.

Lo que pasa es que, aunque se recaude el 50% de esa cantidad, lo cual sería un éxito sin precedentes, el déficit fiscal no bajaría del 6-7% ¡Una barbaridad! En conclusión, la medida es propaganda pura cara a la galería progre, como siempre pasa con estos anuncios.

Porque, la solución para reducir el fraude no se logra con la patada en la puerta. Eso es espectacular pero poco efectivo. Se consigue haciendo que los contribuyentes estimen razonable pagar los impuestos. La tentación al fraude, la evasión fiscal (ilegal) o la elusión fiscal (legal) aumenta progresivamente con el incremento de los tipos.

Cuando algunos tipos se acercan o sobrepasan el 50% de los ingresos, un porcentaje casi expropiatorio, resulta 'rentable' no pagar y confiar en la probabilidad de que no se descubra ¿Cómo se consigue aumentar la propensión al pago por el contribuyente? Con tipos de impuestos razonables.

La solución para reducir el fraude no se logra con la patada en la puerta. Eso es espectacular pero poco efectivo

En conclusión: si se quiere recaudar más en valores absolutos, reduciendo el fraude, hay que reducir el tipo impositivo. Es una de las enseñanzas de la famosa curva de Laffer que, aunque su inventor no la aplicó al fraude, bien podría explicar el motivo por el que a partir de determinados tipos impositivos se recauda menos por el aumento de la tendencia a la evasión, la elusión y el fraude fiscal. 

Además, el déficit fiscal tiene dos componentes. Por una parte, los ingresos y por la otra, los gastos. Ningún contribuyente, en este año de austeridad obligada para él, ha oído propuestas en el camino de la reducción del gasto público.

Al menos durante la primera legislatura de Rajoy se decía que era un objetivo, que ni se consiguió, ni había voluntad política de hacerlo. Pero con Sánchez no existe ni la intención de intentarlo. Más bien las Administraciones públicas quieren gastar más, crear más órganos y controlar más.

Es decir, el contribuyente sospecha que el Estado quiere que pague más, para alimentar precisamente a los que van a estrujarle fiscalmente. Para crear más inspectores que den patadas en la puerta de sus domicilios, más aparatos burocráticos para vigilarle y controlarle.

Ante este panorama ¿le puede sorprender a alguien que en la Comunidad de Madrid gane las elecciones un partido que promete lo contrario? Menos presión fiscal y más austeridad en el gasto.  

*** J. R. Pin es profesor del IESE.