El gobierno español va cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) viene. O al revés. Con apenas tres días de diferencia, el FMI ha mejorado su estimación de crecimiento de la economía española para 2021 en 0,5% (hasta un 6,4%) mientras que el Ministerio de Economía la reducía de 9,8% a 6,5%. Es un encuentro feliz (a solo 0,10% de distancia) tras la opereta que han sido las estimaciones económicas del último año y medio.

Mientras tanto, Pedro Sánchez daba un nuevo empujón hacia la mayoría absoluta a su némesis, Isabel Díaz Ayuso. Cada vez que Sánchez viaja por África, las urnas reciben un chorro potencial de votos “isabelinos”. La vez pasada fue desde Argelia (decretando el estado de alarma solo para Madrid) y ahora, en el tránsito aéreo de Angola a Senegal, cuestionando las cifras y la gestión madrileñas de la pandemia. ¡Pobre Ángel Gabilondo! Con amigos así, no necesita enemigos…

Hoy es “lunes de aguas”. Quien no haya tenido nada que ver con Salamanca, probablemente, ni siquiera habrá oído hablar de semejante fiesta. La corrección política que se ha impuesto en las sociedades occidentales me impide explicar en qué cosa horrenda consistía semejante efeméride, pero quien tenga curiosidad puede consultarlo en Wikipedia antes de que sea censurado (y, también, si el tema le estimula, aprender de memoria la descripción, como en Fahrenheit 451, por si pronto se hace desaparecer, no el hecho que, por suerte, fue abolido hace siglos, sino la propia constatación de su existencia pasada).

En el lunes de aguas (3 de abril) de aquél annus mirabilis que fue 1978 (en que se aprobó en referéndum la Constitución) la prensa bullía con la ceremonia de entrega de los Óscar, en la que se alzaría como ganador Woody Allen, con su “Annie Hall”, y en la que la película más nominada fue “Julia”, una estremecedora historia de sacrificio personal antinazi.

Por su intervención en “Julia”, el premio a la mejor actriz secundaria se lo llevó Vanessa Redgrave, de la que Andy Warhol (que había visto la entrega de los premios desde el famoso Studio 54 de Nueva York, junto a Mick Jagger, Margaret Trudeau, Ryan O’Neal, et alia) se burlaba en sus Diarios diciendo: “allí estaba Vanessa Redgrave montando el mismo numerito comunista de siempre”. 

Faltaban once años para la caída del muro de Berlín y en España ese lunes de aguas los periódicos daban cuenta de que “la tendencia leninista se había impuesto en la conferencia de los comunistas catalanes”. También contaba que un chico de 14 años había muerto electrocutado en Vicálvaro, y anunciaba un paro generalizado de una hora para el día siguiente.

Una semana después (tal día como hoy, 12 de abril) el presidente del Congreso de los Diputados, Fernando Álvarez de Miranda, firmaba la publicación del Informe de la Ponencia Constitucional como Anexo al propio texto del anteproyecto de Constitución. Acababa de cumplirse un año de la legalización del PCE.

En su Informe Anual 1978 el FMI no mencionaba a España (ni expresamente ni a pie de página) en el cuadro que mostraba la evolución del PIB de los países industrializados. En las tres referencias que se le hacían en el texto del informe, España siempre iba incluida en el grupo de “tres de los países del sur de Europa”: la propia España, Portugal y ¡Turquía!...  (¡Lo que hubieran dado los promotores del “prusés” de ahora, por haber visto a España junto a esa “Turquía del Sur de Europa” de entonces!)

En esas referencias a España se aludía a las dificultades de su balanza de pagos, a la devaluación de la peseta del año anterior, a la inflación descontrolada y a los Pactos de la Moncloa.

Como dicen los anglosajones, “fast forward” (o sea, avancemos rápidamente) y volvamos a la España actual, democracia consolidada y brillante pero aquejada de enormes problemas, como todos los demás países del mundo: unos por la obsolescencia de algunos de sus rasgos característicos y otros por la adquisición de una nueva prosperidad que tienen que digerir adecuadamente.

Todo ha cambiado y todo vuelve a ser igual. En la batalla electoral que se avecina para el 4 de mayo vuelven a competir quienes viven en la fantasía de un mundo dominado, o a punto de serlo, por el fascismo (mientras dicen defender una democracia a la que vituperan los días en que el aire les da del otro lado) y quienes en respuesta plantean el dilema de “Comunismo o Libertad”. Todo ello parece más propio de aquellos días de preámbulo constitucional que de un país actual al que esas ensoñaciones les parecen cosas de políticos desquiciados por ganar las elecciones a costa de lo que sea.

Pero ese comportamiento caprichoso no es único ni está limitado a las huestes, escasas, de unos partidos políticos excitados por la precampaña. El propio FMI está dando muestras de un comportamiento tan antojadizo que tiene con la boca abierta a medio mundo. Si en su informe del pasado mes de octubre todo se le antojaban peligros y “daños duraderos” para la economía mundial, en el que ha publicado la semana pasada el futuro casi parece de color de rosa. De ahí que la mejoría que ve para economía española haya que tomársela “cum granu salis”. Aunque hay que reconocer que esa previsión de un crecimiento del 6,5% para España en que prácticamente coinciden el FMI y el gobierno español parece razonable en un ambiente de vacunación acelerada. De hecho, desde el 12 de febrero de 2020 es la primera vez que una previsión de crecimiento del PIB realizado por el gobierno y el ministerio de la Sra. Calviño no nace caducada. Ahora es bastante probable que el gobierno y el propio FMI acierten. Aunque da miedo decirlo porque durante las dos últimas crisis económicas casi era garantía de éxito afirmar la opinión contraria de lo que cualquiera de los dos dijera.