Una vez vi un montaje de Jeff Bezos caminando por uno de sus almacenes de Amazon al son de la Marcha Imperial de Star Wars, como si del mismísimo Darth Vader se tratara. Me encantó, unos pocos segundos de imágenes y música bastaban para convertir al magnate en comandante supremo del lado oscuro. Y, ¿qué quiere que le diga? Sabiendo todo lo que sé de él, me reí.

Quienes quizá también se estén riendo son sus trabajadores, tras enterarse esta semana de que su líder dejará su cargo de director ejecutivo de Amazon para cedérselo al actual director de Amazon Web Services (AWS), Andy Jassy. La llegada de un nuevo comandante podría definir un nuevo rumbo para la compañía, no obstante, todo apunta a que nos encontramos ante un caso claro de a rey muerto, rey puesto.

Aunque su nombre no le suene, Jassy lleva más de 20 años en la empresa. Y, a pesar de que la enorme popularidad de Amazon proviene de su plataforma de comercio electrónico, su división de computación en la nube fue su principal fuente de ingresos durante años y actualmente lidera este multimillonario sector frente a competidores como Google e IBM.

"Jassy ha sido preparado para este papel desde hace mucho tiempo", afirman desde Gartner. Y, de acuerdo con el valor de las acciones de Amazon, parece que a los inversores tampoco les preocupa demasiado que el cetro cambie de mano. Además, más que irse de la compañía, Bezos solo está dando un ligero paso atrás, pues pasará a convertirse en presidente ejecutivo, un rol que podría compararse con el de rey emérito: aunque no tendrá el poder oficial, mantendrá una enorme capacidad de influencia.

Bezos pasará a convertirse en presidente ejecutivo, un rol que podría compararse con el de rey emérito

En la carta que envió a sus empleados para comunicar su abdicación, afirma que lo hace para centrarse en "nuevos productos e iniciativas" de la compañía y a sus proyectos en solitario: su ONG de becas escolares, Day 1 Fund; su compañía espacial, Blue Origin, el diario The Washington Post que adquirió en 2013, y su fondo de inversión para reducir las emisiones, Bezos Earth Fund.

Parece una decisión muy loable para el hombre que levantó un imperio a partir de una tienda de libros online hace casi tres décadas. No obstante, su galaxia de éxitos empresariales probablemente sea tan grande como la de sus escándalos. En su misiva, Bezos presume de algunas de sus iniciativas, como la de haber establecido el salario mínimo de sus empleados en unos 12,5 euros la hora y la creación de otro fondo de 2.000 millones de dólares para volverse neutra en carbono en 2040.

Sin embargo, quien haya prestado atención al reinado de Bezos, sabrá que las políticas laborales de Amazon no destacan por el buen trato hacia sus trabajadores. En plena pandemia, cuando la demanda de productos de Amazon creció hasta niveles nunca vistos (así como sus beneficios), la compañía despidió a uno de sus trabajadores de almacén, quien lideraba una huelga para conseguir mejores medidas de seguridad después de que un compañero diera positivo en coronavirus sin que se hubiera desinfectado el espacio. Espero que tuviera tiempo de ahorrar algo de su salario base de 12,5 euros por hora.

Y sus iniciativas climáticas, que tan bonitas parecen sobre el papel, también desprenden un ligero tufillo al lado oscuro. En primer lugar, aunque 2.000 millones de dólares son muchos dólares para un soldado imperial raso, se vuelven calderilla para su comandante supremo, cuya fortuna personal roza los 200.000 millones de dólares, es decir, 100 veces más.

Además, Vader, digoooo, Bezos, anunció su compromiso de emisiones netas después de que muchos de sus empleados se sumaran a una huelga climática en 2019 como medida de presión contra su jefe. Y, a pesar de que en su carta presume de haber adoptado una "posición de liderazgo" cuando estableció dicho fondo, lo cierto es que otros gigantes de la industria como Bill Gates y Microsoft ya habían tomado medidas similares mucho antes que él.

Luego están las polémicas de sus maniobras anticompetitivas y monopolísticas, y otros escándalos. Como el de su tecnología de reconocimiento facial, cuya venta tuvo que paralizar este verano a raíz las protestas del movimiento #BlackLivesMatter, y el de su algoritmo de contratación que discriminaba a las mujeres candidatas.

Pero todos estos temas me dan para varias columnas más, así que los dejaré para futuros episodios de la saga. De momento, solo nos queda esperar para ver si Jassy trae una nueva esperanza para Amazon o, tal y como parece, se mantiene en la línea del imperio contrataca.