Durante décadas, los españoles de la España rural iban a su sucursal bancaria a pagar el recibo de la luz sin que nadie pensara en el coste que tenía mantener abierta esa oficina. La política monetaria de los tipos de interés altos o bajos permitía a las entidades cubrir con los diferenciales que le dejaba el negocio bancario el coste de contar con una de las redes por habitante más grande de Europa.

En las ciudades, una gran mayoría trabajaba con varios bancos. Abría una cuenta de ahorro en aquel que regalaba un televisor, contrataba las tarjetas con otro que hacía descuentos en viajes, pedía un préstamo al que más bajo lo prestaba e ingresaba su nómina o pensión en el de toda la vida, en ese que le generaba gran confianza porque le ofrecía productos tan rentables como las famosas preferentes.

Hasta el punto que cuando ING aterrizó en España lo hizo con el exitoso eslogan de Tu otro banco para entrar en este mercado captando ahorro a través de su Cuenta Naranja.

Larry Fink, presidente y consejero delegado de BlackRock.

Larry Fink, presidente y consejero delegado de BlackRock.

Todo eso se ha acabado. Como contó en exclusiva este periódico el pasado miércoles, el banco que nombró CEO a Roel Huisman a finales del pasado año ya solo quiere tener los depósitos de sus clientes más fieles, es decir, los que lo tienen como único banco. Para el resto no ofertará su cuenta de ahorro en el futuro y para los que ya están y no quieran llevarse el dinero, cobrará comisiones a partir de los 30.000 euros. 

Por el carácter tan popular que tiene en España la Cuenta Naranja, esta noticia es el máximo exponente de cómo está el sector bancario. "Con los ingresos del negocio ya no se cubren las pérdidas que generaban algunas sucursales, como las de la España rural. Así que la única solución que nos queda es cerrar oficinas y echar clientes", confesaba un financiero en una conversación privada hace ya algunas semanas.

Sin que muchos se hayan dado cuenta, la banca en España lleva tiempo planteando el 'despido' de muchos de sus clientes mientras lidia con la crisis reputacional que heredó de 2008. Lo hace de forma discreta, cerrando oficinas y abriendo paso al cobro por los depósitos bancarios para clientes no vinculados. Y lo hace porque no le queda más remedio. En un entorno de tipos cero y negativos, custodiar el ahorro tiene un coste para los bancos que ante todo piensan en la rentabilidad de su negocio para los accionistas porque la alternativa es su desaparición.

La banca despide clientes porque no le queda más remedio. En un entorno de tipos cero y negativos, custodiar el ahorro tiene un coste

Con mucho más ruido se han ido anunciando despidos de empleados y cierre de sucursales. Algunos con el apoyo implícito del Gobierno. La fusión de CaixaBank y Bankia podría dejar en la calle a unos 7.000 empleados con el beneplácito de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias porque en esta operación el Gobierno representa a los accionistas de una parte del futuro banco.

Pero habrá más. El Santander ha planteado a sus sindicatos el despido de 4.000 empleados, Ibercaja tiene sobre la mesa un ERE para deshacerse de 790 trabajadores. De la fusión entre Liberbank y Unicaja podrían salir otros 1.500, Sabadell está inmerso en un proceso de unas 1.800 prejubilaciones...

En Bankinter, todo hay que decirlo, María Dolores Dancausa, ya ha dicho que "aquí no sobra nadie" y en BBVA, Onur Genç ha lanzado un mensaje similar, aunque el banco azul ha cerrado en los últimos meses la salida de más de 800 trabajadores.

Así están las plantillas de los bancos de Ana Botín, del que saldrá del tándem Gonzalo Gortázar- José Ignacio Goirigolzarri, del 'tocado en Bolsa' que preside Josep Oliu... Y en manos de esos trabajadores está el ahorro de unos españoles que ante la llegada de la pandemia han decidido ahorrar más (para desgracia de los bancos, que han visto cómo sus clientes les piden guardar un 63% más de dinero en depósitos que en enero).

Roel Huisman, Onur Genç, Josep Oliu, Larry Fink, Ana Botín, María Dolores Dancausa, Gonzalo Gortázar y José Ignacio Goirigolzarri.

Roel Huisman, Onur Genç, Josep Oliu, Larry Fink, Ana Botín, María Dolores Dancausa, Gonzalo Gortázar y José Ignacio Goirigolzarri.

Hace dos semanas, Ana Botín invitó al CEO de BlackRock, Larry Fink, a la Conferencia Internacional de Banca 2020 del Santander. Fink es accionista del banco y de medio Ibex, así como de buena parte de la deuda que emite el Tesoro español para financiar el gasto público. 

Siempre conviene escuchar lo que dice Fink. El pasado enero, anunció en una carta que BlackRock solo invertiría en empresas que cuiden el medioambiente y desde entonces, las inversiones que piensan en 'verde' se han disparado. Ahora ha dicho que BlackRock apoyará el teletrabajo rotatorio permanente porque mejora el bienestar de los trabajadores y veremos cómo las cotizadas acaban tomando nota cuando pase la pandemia.

Pero en el encuentro con Botín, Fink se centró en advertir de la llegada de lo que él ha bautizado como la "gran crisis silenciosa".

Una crisis que se explica por la desigualdad que ha generado la política monetaria de los bancos centrales. Al inyectar liquidez al mercado, los inversores en activos financieros han disparado su riqueza. Al instalar los tipos negativos, quienes guardan el ahorro en depósitos pierden dinero.

Y esa pérdida de dinero preocupa a Fink porque la esperanza de vida seguirá aumentando cuando pase la Covid y los sistemas de pensiones tienen el coste que tienen, aunque el Pacto de Toledo solo divulgue una parte de las cifras.

"Si los tipos bajos persisten en el tiempo, esto nos va a obligar a recalcular el coste de nuestros gastos y de nuestras pensiones. Es lo que llamo una gran crisis silenciosa", explicó Fink antes de advertir que "hay un enorme problema y es que la gente está mal preparada para su jubilación".

La gran crisis silenciosa se explica por la desigualdad que ha generado la política monetaria de los bancos centrales

La complejidad de los mercados financieros obliga a ponerse en manos de los mejores para costear los últimos años de nuestras vidas. En Holanda, solo hay siete oficinas bancarias por cada 100.000 habitantes, pero hay 480 empleados para ese volumen de población. 

En España, hay 51 sucursales, pero solo 431 empleados para 100.000 habitantes. Estamos cerca de Grecia (398) pero lejos de Alemania (807), Dinamarca (852) y Austria (940), según un estudio de Citi que maneja CC.OO..

La educación financiera y la cultura de algunos países de Europa hacen que sus ciudadanos exijan un asesoramiento de alto nivel, mientras aquí abordarmos el problema desde la perspectiva de los servicios en la España vaciada y los locales que quedan vacíos en las ciudades. No hace falta decir qué pensionistas padecerán con más virulencia las consecuencias de la gran crisis anunciada por Fink.

ATENTOS A...

El FMI ha dado un tirón de orejas a la empresa española por su grueso techo de cristal. En su último informe dedicado a España, el organismo centró su atención en este asunto ante el riesgo de que la pandemia impacte en la igualdad. 

El presidente español, Pedro Sánchez, y la presidenta del FMI, Kristalina Georgieva.

El presidente español, Pedro Sánchez, y la presidenta del FMI, Kristalina Georgieva.

"España logró un progreso notable en el empoderamiento de la mujer en la política, pero la representación de las mujeres en los puestos directivos del sector privado aún no ha avanzado", advierte el fondo que preside Kristalina Georgieva.

Desde 2003, el porcentaje de mujeres parlamentarias aumentó en unos 15 puntos. La proporción en mujeres en puestos ministeriales con Sánchez aumentó en casi el 67% en 2019, la cifra más alta en todo el mundo. 

"A pesar de estos avances, el progreso en la promoción del desarrollo profesional de la mujer en el sector privado ha sido lento. Si bien la desigualdad entre la presencia de hombres y mujeres en los puestos directivos está en línea con el promedio de la OCDE, la representación de las mujeres en los altos cargos ejecutivos en las empresas cotizadas más importantes es una de las más bajas entre los pares de la zona euro", concluyen en Washington.