La música del Himno Europeo, la Oda a la Alegría de Beethoven, interpretada desde La Moncloa sonó ayer en las embajadas de los 26 Estados de la UE. Países que, además de España, tendrán que aprobar el programa de ayudas económicas con las que Pedro Sánchez quiere hacer política en los tres años que, como mínimo, espera seguir en La Moncloa. 

El pianista James Rhodes tocó la melodía en un acto de márketing político con muchos anuncios, pero con menos fondo de lo que parecía (porque no sabemos con cuántos fondos contamos).

La Unión Europea se dispone a tener preparadas las ayudas que se articularán a través del Next Generation EU antes de que acabe este año. Pero lo hará con los países frugales reclamando condiciones y un seguimiento exhaustivo de ese reparto. 

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Dando por seguro que esos condicionamientos serán superados, el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno pretende exprimir al máximo el uso de transferencias directas en los tres años que quedan de legislatura. Dejaría así para la próxima el acceso a los préstamos, que tienen peor prensa y un coste mayor para España.

Como lo que vende es el empleo, el presidente prometió que con su Plan de Recuperación será posible crear en España 800.000 puestos de trabajo en esta legislatura.

Es la misma cifra que prometió Felipe González cuando ganó las elecciones de 1982 y fue incapaz de incumplir, puesto que cuando abandonó el poder en 1996 la tasa de paro era más alta que la de 14 años antes.

Sánchez no aclaró de dónde sale esa cifra. Teniendo en cuenta que en este momento hay 728.909 personas bajo la figura de un ERTE (que no contabilizan como parados pero están sin trabajar) queda la duda si este Plan dará una respuesta para ese empleo.

Si lograra que todos vuelvan a trabajar tras los ERTE, cuando se presente a las próximas elecciones generales (si logra agotar la legislatura) lo haría con 86.600 afiliados menos que cuando selló su Gobierno de coalición con Pablo Iglesias, de acuerdo con los datos que expuso ayer.

Cuando Sánchez se presente a las próximas elecciones lo haría con 86.600 afiliados menos que cuando selló su Gobierno de coalición

Sería injusto olvidar la pandemia. Pero también no comparar la peor evolución económica que está teniendo España en esta recuperación frente al resto de la zona euro.

La situación es crítica. De no serlo, el 'techo de gasto' no se habría podido disparar un 53,7% para el próximo año. Un desgaste financiero que algunos en el Gobierno celebran, pese a que esconde el enorme coste de pagar una recesión y una crisis sanitaria devastadora.

La consigna gubernamental es prometer un futuro mejor y trasladar optimismo a la opinión pública. Y para ello, se anuncia más gasto porque, además, esta vez, lo financian también otros. 

De hecho, las ayudas de la Unión Europea llegarán a España la próxima primavera como pronto. Sin embargo, Sánchez avanzó ayer que en los Presupuestos que negocia -y que el Gobierno da por hecho que se aprobarán- incorporará ya 27.000 millones de euros de ese dinero. 

Lo hará para agilizar la ejecución presupuestaria de ese gasto, pero corriendo el riesgo de que cualquier enfrentamiento político con los halcones europeos modifique el tablero de juego y deje a España sin el respaldo esperado para sus cuentas de 2021.

En su Plan de Recuperación, la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, también prometió una movilización de recursos del sector privado de hasta 500.000 millones de euros para inversión en los próximos tres años. 

No explicó cómo ha calculado la cifra, pero ojalá se cumpla. Al final, son las empresas las que crean riqueza y generan empleo, incluso en tiempos de pandemia, si pueden.