El Índice PMI Compuesto de Actividad Total en la zona euro registró en agosto los mínimos del último bimestre. Este indicador tiene una especial relevancia porque se publica con periodicidad mensual, con anterioridad a los oficiales de cada país y porque no se basa en opiniones sino en información real sobre nuevos pedidos, producción, empleo, entregas a proveedores y stocks de ventas.

De este modo refleja con una enorme precisión la situación y la tendencia de la economía. Los datos de este mes reflejan una evidente perdida de impulso de la actividad del sector privado tras el repunte anotado en julio e introduce una elevada incertidumbre sobre el futuro. 

El PMI de la eurozona anticipa el fin de los 'brotes verdes' anunciado por el Gobierno. En espera de los resultados de España, cabe anticipar con casi total seguridad una degradación de la economía económica respecto al mes pasado y un marcado diferencial negativo en su evolución con relación a la experimentada por los demás países de la unión monetaria.

El PMI de la eurozona anticipa el fin de los 'brotes verdes' anunciado por el Gobierno

Esta trayectoria, lejos de corregirse, apunta hacia un crecimiento en el tercer y cuarto trimestre de 2020 muy inferior al proyectado por el consenso de los analistas. Frente al 13,1% y 3,9% previsto para ese espacio temporal es muy probable que el promedio para ese periodo se sitúe entre un suelo del 2 y un techo del 4%.

Esa deriva no ha de sorprender a nadie como "decíamos ayer". En el lado de la demanda, el aumento del desempleo, el descenso de la riqueza de las familias, su alto endeudamiento y las negras perspectivas de la economía no permiten esperar un alza del consumo privado, sino del ahorro.

Por otro lado, no existe motivo alguno para que se produzca un aumento de la inversión privada ante el deterioro de economía y de las expectativas y, por tanto, ante un horizonte de tasas de rentabilidad negativas sin visos de corregirse. En consecuencia, la demanda nacional ha presentado un dramático perfil declinante en el segundo trimestre que mutará en anémico en el tercero y cuarto. 

En el lado de la oferta, el panorama es desolador. Según datos del Banco de España, una cuarta parte de las empresas está en quiebra técnica. En puridad incurren en causa de disolución, postergada por el decreto de mayo mediante el cual se las permitió no presentar concurso de acreedores en 2020.

A este cuadro hay que añadir que casi una de cada tres empresas está en riesgo de impago. El segmento más dañado es el de las pymes y dentro de ellas las que operan en turismo, ocio y las ligadas al automóvil. En suma, un muy elevado número de compañías son de facto 'zombies', muertos vivientes y a ese cortejo se sumará el cadáver efectivo de bastantes en el corto-medio plazo.

Un muy elevado número de compañías son de facto 'zombies', muertos vivientes y a ese cortejo se sumará el cadáver efectivo de bastantes en el corto-medio plazo

Este escenario empeorará a causa del rebrote de la pandemia que ha regresado a niveles de contagio similares a los registrados en marzo. España ha recuperado o, mejor mantenido, un perturbador liderazgo en este terreno.

Si bien el riesgo de mortalidad parece haberse reducido, resulta improbable que la ciudadanía y las empresas asistan con ademán impasible a la amenaza de una extensión de la pandemia. Aun en el supuesto de que no se produzca un confinamiento generalizado de la población y un cierre masivo de la actividad, la espada de Damocles del Covid-19 va a afectar sí o sí al comportamiento de los agentes económicos sean particulares o empresas. Esto contribuirá de manera directa a un deterioro adicional de la coyuntura.

Insistir en la mala gestión gubernamental de la crisis sanitaria y en su pésima política para afrontar sus efectos económicos produce ya un extraordinario cansancio y constituye un ejercicio de masoquismo.

Por otra parte, las críticas a la actuación del gabinete han entrado ya en la categoría de antipatrióticas o, peor, del oscuro deseo de que todo vaya a peor para desacreditar y derribar a este glorioso ejecutivo. En realidad, éste ha pasado de un activismo ineficaz y desnortado a un spleen veraniego en el que ha practicado un singular laissez faire-laissez passer. A estas alturas ya no cabe valorar que es peor: la acción o la pasividad del Gabinete porque cualquiera de las dos resulta letal.