El miércoles por la mañana en el entorno de las patronales de empresarios se trasladaba el temor de que pudiera llegar a darse esta paradoja: que mientras el Gobierno empezara a plantear el levantamiento gradual del confinamiento a partir del próximo 26 de abril, el Ministerio de Economía todavía estuviera ultimando la apertura de la nueva fase de líneas de avales del ICO que se creó para dotar de liquidez a empresas y autónomos mientras durase la cuarentena.

Horas más tarde, el Ministerio de Economía hacía públicas las solicitudes de avales realizadas por los bancos hasta esa hora para poner en evidencia que no era necesario ampliar con urgencia la línea de garantías. Según los datos de la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, solo se habían solicitado de forma oficial por parte de los bancos 2.747 millones de euros.

"Una cosa son las peticiones que la banca tenga en sus sucursales y otra lo que teclean en la plataforma del ICO", explicaba una fuente de Economía a este periódico, preocupada por el mensaje que el sector financiero estaba trasladando a la opinión pública.

El mensaje de Calviño era coherente con el de la ministra portavoz, María Jesús Montero, que el martes había explicado que hasta que no estuvieran agotadas las líneas de avales habilitadas no se aprobarían más porque el Gobierno quería evaluar primero cómo habían funcionado.

Pero las cifras de la vicepresidenta económica eran recibidas con sorpresa y malestar en el sector financiero y en el mundo empresarial, donde se insistía en privado en que los avales para pymes eran insuficientes y se urgía a aprobar las nuevas líneas. Economía trataba de evitar la polémica al puntualizar que esos avales solo estaban agotados para algunas entidades (el reparto de garantías se hizo en función de la cuota de mercado de los bancos).

El jueves Santo por la mañana el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, zanjaba el debate, anunciando que activará este viernes la segunda línea ICO para habilitar otros 20.000 millones de euros en garantías.

Con los avales aprobados, los empresarios dormirán más tranquilos. Pero la improvisación y falta de coordinación en asuntos tan importantes, como la puesta en marcha de estas garantías que han habilitado todos los países de nuestro entorno, genera desconfianza y miedo en un momento en el que muchas pymes se juegan su supervivencia.

La improvisación y falta de coordinación en asuntos tan importantes, como los avales, genera desconfianza

Ahora más que nunca, los empresarios necesitan certidumbre. Y en todos los sentidos. También en los protocolos sanitarios, para que no cambien cada 48 horas, como denunciaba en este periódico el vicepresidente de CEOE, Íñigo Fernández de Mesa.

Si hace ya casi 10 días, las industrias y empresas -que en muchos casos, tienen turnos de noche que arrancan a las 22:00 horas del día anterior- no sabían a las 23:00 horas de ese domingo si el lunes en el que se iniciaba la 'hibernación' podían abrir y en qué condiciones, ahora no tienen claro qué actividades podrán retomar el próximo lunes, cuando se acabe ese descenso de la temperatura invernal que solemos asociar con los osos.

Lo mismo ocurre con los EPIs. Las empresas e industrias que puedan abrir quieren retomar su actividad el lunes, pero con garantías. Es decir protegiendo a sus trabajadores con los equipos de mascarillas y guantes necesarios para evitar los contagios y sin exponerse a una multa.

Al final, todo es cuestión de garantías, es decir, de certezas. Tanto en el caso de los bancos, que necesitan contar con el aval del ICO por si la mora de empresas en apuros se dispara, como en el de la industria y la empresa, que necesitan saber con certeza a qué escenario acogerse para preparar sus planes de contingencia.

El funcionamiento de la economía, al final, es una cuestión de confianza. Algo que pese a sus continuas ruedas de prensa, este Gobierno no acaba de transmitir.