Uno de los primeros modelos eléctricos que Volkswagen podría fabricar en España.

Uno de los primeros modelos eléctricos que Volkswagen podría fabricar en España.

Observatorio de la movilidad EL AÑO QUE VIENE

El año clave para el coche eléctrico: de la fábrica de baterías al despliegue definitivo de su red de carga

La puesta en marcha en 2022 del PERTE del vehículo eléctrico y conectado se presenta como una herramienta clave para la industria española. 

2 enero, 2022 05:30

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La industria de la automoción y la movilidad española serán eléctricas o no serán. Bajo este mantra se está guisando una de las mayores transformaciones que va a vivir un sector clave tanto por su peso económico como por la presencia que tiene en el día a día de los ciudadanos. El cambio de motorización del medio de transporte más usado por los españoles tendrá en 2022 su gran punto de inflexión

La llegada de los fondos Next Generation ha permitido diseñar el que se conoce como PERTE del Vehículo eléctrico y conectado. Un instrumento gracias al que la industria de la automoción española tiene la última oportunidad de subirse al tren que marcará la nueva era de la movilidad. Y es que, pese a ser el segundo fabricante de coches de Europa, España llega tarde a esta revolución. 

Durante los últimos años, en las sedes de los principales grupos automovilísticos con presencia en España han ido tomando las decisiones estratégicas que marcarán el paso de los vehículos impulsados por motores térmicos a los eléctricos. La complejidad de los cambios necesarios para transitar por este camino ha provocado que compañías alemanas o francesas hayan optado por las plantas de sus países para arrancar este proceso

Unas decisiones que ponían en riesgo la actual posición privilegiada de España. Y es que, estas compañías necesitan desplegar las inversiones más importantes de su historia en un tiempo récord, lo que ha favorecido que apuesten porque los primeros modelos de la nueva era se manufacturen en sus respectivos territorios. 

Efecto colateral del coronavirus

Si los calendarios para cumplir con los objetivos marcados por Bruselas ya eran complicados, la llegada del coronavirus los convirtió casi en ciencia ficción. La crisis económica y la escasez de componentes han puesto en jaque al conjunto de la industria automovilística. En este contexto, la apuesta de la Unión Europea por lanzar los fondos Next Generation para relanzar la economía de los países más golpeados por el virus trajo de la mano un efecto colateral inesperado.

España va a contar con 140.000 para impulsar proyectos tecnológicos y cuya base sea el impulso de la sostenibilidad. Unos condicionantes en los que el coche eléctrico encaja perfectamente. Esto ha provocado que, dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia el PERTE del vehículo eléctrico y conectado sobresalga el proyecto estrella diseñado por el Gobierno.

Esta actuación va a permitir desplegar ayudas valoradas en 3.000 millones de euros para incentivar esta transformación. Un trampolín gracias al que las plantas españolas van a ganar mucho atractivo para sus centros de decisión, aunque estén situados a miles de kilómetros.

Las ayudas económicas europeas se han presentado como un ingrediente que se suma a la mezcla entre la tradición del negocio, la industria auxiliar de primer nivel mundial o las infraestructuras ferroviarias y navales. Gracias al empuje de los Next Generation, el cocktail parece ser mucho más atractivo para los fabricantes de automóviles.

Inversiones claves

La llegada de las ayudas europeas va a permitir a España recuperar parte de la distancia que le separa de otros países más avanzados en electrificación en muchos frentes. Uno de los que más focos está acaparando es la puesta en marcha de una gigafactoría de baterías para vehículos eléctricos. 

Esta infraestructura es clave para que las plantas españolas ganen en atractivo para los fabricantes. Los cambios estructurales en los vehículos eléctricos hacen que su batería sea el elemento central tanto por su coste como por la complejidad logística que entraña su manufactura y transporte. Por ello, que España gane posiciones como fabricante de estos proveedores tiene un efecto muy positivo para el conjunto de la industria.

Uno de los objetivos que persigue el PERTE del vehículo eléctrico y conectado es que España cuente con, al menos, una de estas instalaciones. La inversión necesaria para levantar estas plantas supera los 3.000 millones de euros. Este factor hace que las ayudas públicas desempeñen un papel diferencial para ello.

En este sentido, la resolución de las convocatorias del PERTE a lo largo de 2022 permitirán a España contar con una de estas fábricas en el momento adecuado para encajar con los planes de despliegue de los primeros modelos eléctricos para masas de los grandes fabricantes con presencia en España.  

El doble valor de la infraestructura de carga

Si importante será la planta de baterías para el futuro de la industria del automóvil en España, más aún lo será contar con una infraestructura de carga para vehículos eléctricos que permita la popularización de estos modelos. La falta de puntos donde recargar los vehículos eléctricos es el mayor freno para que el gran público se lance a su compra.

Además del PERTE y los incentivos del actual Plan MOVES el último cambio normativo acometido en España va a provocar que durante 2022 la actual red infraestructura de carga dispare su oferta de puntos operativos. Una expansión que se dará en dos direcciones: la pública y la privada.

La primera de ellas va a ser clave para la carga en viaje. Con autonomías de entre 300 y 400 kilómetros, los vehículos eléctricos de esta primera generación van a necesitar de una red de cargadores de altas prestaciones que ofrezcan seguridad, y tiempos de carga lo más rápidos posibles, a aquellos que realicen viajes largos. En este sentido, se espera que hasta 2025 veamos la puesta en marcha de miles de cargadores de la mano de compañías como Endesa X, Iberdrola, Ionity o Easycharger

En este punto el verdadero cambio de paradigma vendrá de la mano de la carga privada tanto en los hogares como en los puntos de trabajo. La mayor disrupción que veremos en los usos del vehículo privado es que aparcar será sinónimo de cargar sin necesidad de acercarse a una gasolinera como hasta ahora. Los parkings de viviendas y oficinas se llenarán de cargadores que permitirán aprovechar las horas de descanso o de trabajo para que la autonomía de los vehículos esté al máximo cuando los utilicemos.

El grupo Volkswagen, a la cabeza

Pese a que el PERTE del vehículo eléctrico y conectado se presenta como una serie de convocatorias competitivas, un grupo automovilístico ha dado un paso al frente durante los últimos meses. Volkswagen ha dejado claras sus intenciones de convertir a España en su hub para los modelos eléctricos urbanos

Un papel que hará de sus plantas en Martorell, Cataluña, y Landaben, Navarra, dos factorías de cuyas entrañas saldrá la primera generación de vehículos destinada a tener un papel muy relevante en la movilidad de las ciudades europeas. En este sentido, la compañía ha detallado su intención de que estas plantas formen parte de las primeras de su red que se electrificarán.

Del mismo modo, el gigante automovilístico alemán señaló a España como el país elegido para levantar la tercera de sus seis gigafactorias en las que fabricará baterías para sus modelos. Dos grandes anuncios que están condicionados a la consecución de las ayudas presentes en el PERTE

De esta forma, 2022 se presenta como un año que quedará señalado en los almanaques de la industria automovilística española. Si se conforman todos los buenos presagios este año será el momento en el que España pasará de ver como se queda atrás en la nueva era de la movilidad a convertirse, otra vez, en uno de los líderes de uno de los negocios con más impacto en la economía del país.