Un Airbus A380 despega sobre un Boeing 747.

Un Airbus A380 despega sobre un Boeing 747.

Observatorio de la movilidad

Airbus y Boeing remontan el vuelo: vuelven a beneficios pese a que el tráfico sigue lejos de los niveles pre-pandemia

La mejora de las previsiones para el negocio aéreo y la necesidad de contar con aviones más eficientes y sostenibles les devuelven a números verdes. 

30 julio, 2021 03:02

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En abril de 2020, durante el periodo más crudo para Europa de la primera ola de la pandemia del coronavirus, Guillaume Faury, CEO de Airbus, se mostró especialmente franco al ser preguntado por cuánto tiempo calculaba que iba a durar el impacto de esta crisis. "No tenemos una bola de cristal. Creo que lo más sensato ahora mismo es decir que vamos a utilizar los próximos meses para entender cómo se va a reconfigurar nuestra industria".

Hoy, 14 meses después, la industria aeronáutica puede, tras el período más complejo de su historia reciente, comenzar a ver la luz al final del túnel. Tanto Airbus como Boeing han presentado sus resultados financieros de los primeros seis meses del año. Un periodo en el que ambas han conseguido volver a la senda de los beneficios.

La europea consiguió firmar unas ganancias de 2.231 millones de euros hasta junio frente a los 1.919 millones de euros de pérdidas que alcanzó en el mismo periodo de 2020. Un resultado que se ha apoyado en un incremento de la facturación del 30%, hasta los 24.637 millones de euros.

El origen de esta mejora radica en la buena respuesta que han tenido las entregas durante el primer semestre. En concreto, Airbus puso en manos de sus clientes 297 aeronaves en este periodo frente a las 196 del 2020. Dos trimestres en los que la compañía cerró pedidos netos de 38 nuevos aviones. 

Boeing remonta su doble crisis

En el lado estadounidense las noticias son igual de prometedoras. Boeing cerró los primeros seis meses de 2021 con un beneficio de 6 millones de dólares. Una cantidad ínfima si se compara con los rendimientos históricos de la corporación aeronautica. Aun así suponen un cambio muy profundo frente a los 3.036 millones de euros que perdió en el mismo periodo de 2020.

Y es que, hay que destacar que el gigante aeronáutico además de enfrentarse con la crisis del coronavirus ya venía arrastrando los graves problemas en materia de seguridad de su modelo estrella, el 737 MAX. Los dos accidentes mortales que sufrió la aeronave secaron los pedidos y dispararon las cancelaciones del avión más vendido de Boeing.

Tras conseguir volver a certificarse, las entregas de la compañía pasaron de las 70 del primer semestre de 2020 a las 156 de los últimos seis meses. Un dato al que hay que añadir que los pedidos futuros se han multiplicado casi por cinco: 256 entre enero y junio de 2021 frente a 59 en los mismos meses del año precedente. 

Razones del despegue

Todos los involucrados en la industria aeronáutica habrían firmado en abril de 2020 llegar en esta situación a julio de 2021. El desplome histórico de los viajes en avión debido a las restricciones gubernamentales que perseguían frenar la dispersión del virus, sumió en un mar de incertidumbre a un negocio que, hasta ese momento, volaba a velocidad de crucero en uno de sus periodos más lucrativos de su historia. 

Las primeras previsiones hablaban de que la recuperación del negocio aéreo iba a ser esta vez incluso más costosa que tras la crisis generada por los atentados de las Torres Gemelas, perpetrados en Nueva York en 2001. En este contexto, se dudaba de que las aerolíneas pudieran sobrevivir a tal parón de actividad. Lo que ponía en riesgo gran parte de los miles de pedidos pendientes de entregar que tanto Airbus como Boeing tenían en sus carteras.

El paso de los meses fue permitiendo que, igual que los infectados por el virus, las compañías aéreas fueran consiguiendo asistencia que les permitiese no quebrar. Ayudas, en muchos casos públicas, que funcionaron a modo de respiradores que mantuvieron con vida a las aerolíneas durante los meses en los que la actividad aérea prácticamente llegó a cero. 

Una vez se fueron relajando las restricciones, los primeros datos del mercado devolvieron el optimismo a los directivos. A medida que las capacidades se recuperaban, los billetes se vendían. Los usuarios volvieron a montarse en los aviones en el mismo momento en el que se lo permitieron. Pese a que el boom del teletrabajo hizo pronosticar a muchos que los viajes de negocios serían las principales víctimas de esta crisis, la realidad demostró que comenzaron a recuperarse incluso, con más fuerza que los turísticos.

Vuelta del optimismo

Este indicador fue clave para que ya, a finales de 2020, la industria entendiera que, una vez la pandemia se superase, el negocio aéreo se iba a recuperar a gran velocidad. Aún así, en este contexto sobrevolaba una gran duda: ¿qué iba a pasar con los miles de aviones que las aerolíneas habían pedido antes de que estallara la crisis del coronavirus?

En la respuesta a esta pregunta también desempeñaron un papel importante los gobernantes de medio mundo. La decidida apuesta por la sostenibilidad ha provocado que los países comprometan importantes reducciones de emisiones de gases contaminantes. Un elemento que vuelve a señalar al negocio aéreo. 

Con datos en la mano que ya demostraban que los pasajeros iban a volver a volar en cuanto pudieran, conceptos como eficiencia y sostenibilidad se han convertido en los mejores aliados para el sector. Gran parte de los aviones que las aerolíneas tienen pedidos permiten consumos y emisiones, al menos, un 30% menores a las de la familia de aeronaves que vienen a remplazar

Pese a que los niveles del tráfico aéreo internacional no llegan al 60% de los de marzo de 2020, las aerolíneas necesitan contar con aviones que les permitan operar con menores costes y, a la vez, reduciendo su impacto ambiental. Dos cuestiones que van a permitir que Airbus y Boeing mantengan un nivel de operación creciente que se acelerará a medida que se consolide la superación de la pandemia en el mundo.

Así las cosas, y una vez retomando el rumbo en ambas compañías, llegará el momento de pensar en el medio y largo plazo. Un horizonte en el que la sostenibilidad pasará a convertirse en el eje de la estrategia de ambas empresas. La carrera por dominar alternativas al queroseno, como el hidrógeno y de los combustibles sostenibles, marcara la próxima carrera que Airbus y Boeing disputarán durante la próxima década. Un reto colosal pero que, tras la crisis generada por el coronavirus, seguro que ambas estarán encantadas de afrontar.