Imagen de una estación de Metro de Madrid.

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Observatorio de la movilidad

2021, año clave para que el transporte público recupere su rol en la movilidad urbana

Los operadores apuestan por la fiabilidad y la seguridad tras perder el 45% de sus usuarios y cientos de millones en ingresos por la pandemia.

3 febrero, 2021 01:18

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Cuatro de cada 10 personas que en febrero de 2020 utilizaban el transporte público como su principal sistema para desplazarse por su ciudad hoy no lo hacen. En tan sólo 12 meses, tanto las grandes como las pequeñas poblaciones españolas, han cambiado su mix de movilidad de forma radical

Una parte de estos usuarios ha optado por utilizar vehículos individuales. Otra ha cambiado sus rutinas, sobre todo debido a la popularización del teletrabajo, y ya no se desplaza a su centro de trabajo tanto como antes. Además, hay usuarios que directamente han desaparecido. En este grupo se encuentran los turistas pero también personas que regularmente utilizaban el transporte público para ir a visitar a familiares o para hacer deporte en instalaciones alejadas de su hogar.

Esta circunstancia choca con algunas imágenes que regularmente aparecen con vagones de metro o de cercanías llenos de gente. El fenómeno de la hora punta no ha llegado a desaparecer pese a la gran caída de usuarios. Desde varios operadores de transporte consultados por este diario señalan que son incidentes esporádicos que se limitan a horas muy concretas de las mañanas y que suelen coincidir con alguna avería o externalidad. 

De hecho, así como la hora punta de la mañana sigue existiendo, la de la tarde se ha difuminado totalmente. Una situación que también se ve en el tráfico por carretera donde los atascos se limitan a las primeras horas del día. Pero ¿qué se puede hacer para que esas aglomeraciones no se sigan dando?

En opinión de Pere Calvet, presidente de la Unión Internacional del Transporte Público (UITP) y director general de los Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya, la única solución para hacer frente a la hora punta es un gran acuerdo país. "Podemos atenuar el pico del transporte colectivo con una estrategia que coordine a la administración, los colegios, los grandes centros laborales y los comercios para que no todo el mundo se desplace a la vez".

Pérdidas millonarias en ingresos

El descenso de usuarios del transporte público está teniendo efectos muy notables. El primero de ellos es el económico. Desde los primeros confinamientos, los operadores ya alertaron sobre el tremendo impacto que la caída de pasajeros estaba teniendo en sus cuentas ya que, para asegurar la mayor separación posible entre usuarios, debían mantener las circulaciones aunque se trasportaran menos viajeros.

Los últimos cálculos señalan que las pérdidas de ingresos en España ascienden a 1.725 millones de euros. Una cantidad que sigue creciendo cada mes. Pese a que la mayor parte de los operadores cuenta con aportaciones directas por parte de Ayuntamientos y Comunidades Autónomas, antes de la pandemia la venta de billetes llegaba a suponer el 80% de los ingresos de los que menos ayudas reciben y el 50% de los que más respaldo público cuentan.

Imagen de una mujer en un autobús.

Imagen de una mujer en un autobús. Eduardo Sanz / Europa Press

Una circunstancia que se ha replicado en todo el mundo. El impacto de la pandemia ha tensionado enormemente los presupuestos de los operadores de transporte. El último informe de la UITP al respecto señala que países como Italia han cuantificado la pérdida de ingresos por venta de billetes en más de 200 millones de euros al mes. El cálculo en Alemania para lo que llevamos de crisis supera los 3.400 millones de euros. Un impacto que en Brasil llega a 900 millones de euros.

En lo local, la asociación destaca que una ciudad como Toronto señaló una pérdida de ingresos mensuales de 90 millones de dólares canadienses. La estimación neta tras revisar el impacto durante todo 2020 fijó la desaparición de ingresos en 590 millones de dólares canadienses

Sin evidencias de contagios

Ante este contexto, 2021 se presenta como un momento clave para que el transporte público recupere su rol en la movilidad urbana. En opinión de Miguel Ruiz, presidente de la Asociación de Empresas Gestoras de los Transportes Urbanos Colectivos (ATUC) es un proceso que tardará y en el que hay que consolidar cada paso. "Hay que tener en cuenta que llegamos a caer un 90% en los momentos del confinamiento más estricto. Hubo semanas en las que prácticamente sólo se desplazaban los sanitarios y los trabajadores esenciales".

Tras la vuelta a la movilidad, el transporte público fue recuperando usuarios. "Cuando no teníamos información, las autoridades sanitarias llegaron a aconsejar no usar el transporte público. Esto ha supuesto un golpe tremendo para la confianza de los usuarios pese a que hay estudios que certifican que el nivel de contagio en el transporte colectivo es menor que el de otras actividades. En verano llegamos a recuperar hasta el 60% de los pasajeros, pero con la vuelta al curso y la segunda ola hemos retrocedido hasta el 55%".

Una opinión que también sostiene Calvet. "Puede que en el autobús urbano o el metro sea complejo rastrear los contagios, pero tenemos casos como los autobuses de línea interurbanos que son utilizados regularmente por las mismas personas donde no hay evidencia de contagios. Allí sería muy fácil descubrirlos y no los hay. Así que hay que insistir en seguir las recomendaciones, usar mascarillas, geles y mantener las distancias".

Desde el inicio de la pandemia tanto Japón como Francia han realizado los estudios más detallados sobre lugares y tipos de contagios de la Covid-19. En ellos, el transporte colectivo sale muy bien parado. La investigación de Hitoshi Oshitani, virólogo de la Universidad de Tohoku, señala que "no rastrearon ningún clúster de contagio de los trenes de cercanías de Japón". Las razones de esta ausencia de contagios se centraban en que los pasajeros generalmente están solos, no hablan con otros pasajeros y todos usan mascarillas.

Por su parte, Public Health France también ha analizado los clústeres de contagios. El trabajo concluye que "se han identificado 150 clústeres de infección desde el inicio de la desconfinación. Los principales puntos de contagio encontrados han sido: las empresas públicas y privadas (27%), encuentros en entornos familiares ampliados (14%), instituciones sanitarias (12%), reuniones temporales de personas (12%) y establecimientos sociales de alojamiento e integración (6%). El transporte (avión, barco y trenes) representaron solo el 1%".

El día después de la pandemia

En este contexto, ¿qué futuro tiene el transporte público? En lo que respecta al impacto económico actual de la pandemia, las decisiones tomadas por Ayuntamientos y Comunidades Autónomas están cubriendo los desequilibrios actuales. Además, los Presupuestos Generales del Estado contemplan instrumentos para hacer frente a la actual ausencia de ingresos.

El reto se presenta a la hora de volver a atraer a esos pasajeros que han decidido optar por otras soluciones. "Es clave hacer un esfuerzo informativo grande para afianzar la imagen del transporte público. Tenemos evidencias científicas que deben ayudar a que, a medida que vayamos controlando la pandemia, gran parte de los usuarios que han dejado de utilizar el transporte público vuelva", señala el presidente de ATUC.

Imagen de archivo del Metro de Madrid.

Imagen de archivo del Metro de Madrid. EFE

Por su parte, Calvet incide en la necesidad de reforzar la fiabilidad del transporte público. "Necesitamos destinar las inversiones, principalmente, a que el transporte público no falle. Los países en los que más se usa el transporte público son aquellos en los que lo importante no es tanto la velocidad, la clave es que el transporte público pase lo que pase está ahí. Los llamados aparcamientos disuasorios y otras medidas serán relevantes si conseguimos aumentar la fiabilidad del servicio".

Del mismo modo, desde el sector se señala la necesidad de potenciar la digitalización del transporte público. "Cuando hablamos de digitalización no hay que reinventar la rueda. La clave es mejorar la experiencia de usuario y eso empieza por la información. Que el usuario pueda proyectar sus viajes con el mayor detalle posible. Luego está la parte del pago. Facilitar que el billete sea la tarjeta de crédito, el móvil o la cara por un lado, pero también la tarificación dinámica frente a la rigidez actual. Hay mucho que avanzar en este punto", concluye el presidente de la UITP. 

Así las cosas, el transporte público se enfrenta a unos meses que van a marcar gran parte de su futuro. Los objetivos de sostenibilidad marcados hacen inviable que el modelo de la movilidad individual se mantenga en el tiempo. En este contexto, sólo unas estrategias políticas coordinadas entre administraciones y un plan de inversiones destinado a impactar de forma sensible en la fiabilidad darán la oportunidad a los ciudadanos de volver a utilizar el transporte colectivo con confianza tanto sanitaria, como operativa.