Un empleado coloca lingotes de oro en la bóveda del Banco Nacional de Kazajstán.

Un empleado coloca lingotes de oro en la bóveda del Banco Nacional de Kazajstán. Reuters

Materias primas

El oro sube un 55% en su mejor año desde 1979: triplica la rentabilidad de las bolsas y mira a los 4.500 dólares

El repunte anual del S&P 500, con pagos de dividendos incluidos, es del 15%.

Más información: El oro marca nuevos máximos históricos por encima de los 4.000 dólares

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Las claves

El precio del oro alcanza máximos históricos superando los 4.000 dólares por onza, con un aumento del 54,6% en el año, triplicando la rentabilidad de las bolsas.

Los analistas prevén que el oro podría llegar a los 4.500 dólares debido a la incertidumbre política global, las compras de bancos centrales y la política monetaria de la Fed.

El oro ha sido utilizado como refugio en un entorno de incertidumbre, incluyendo conflictos internacionales y presiones económicas, impulsando su valor frente a los mercados tradicionales.

Las proyecciones optimistas sitúan el precio del oro en 4.900 dólares para finales de 2026, según Goldman Sachs, destacando su atractivo como activo refugio.

El oro pulveriza máximos históricos ya por encima de los 4.000 dólares por onza. El metal precioso enfila su mejor año desde 1979 al acumular una rentabilidad del 54,6%, casi tres veces más que la obtenida por las bolsas. Y los analistas creen que el rally no termina aquí.

Esperan que el precio del oro se siga incrementando –hasta los 4.500 dólares e incluso más allá- en un contexto de elevada incertidumbre política, de compras de metal precioso por parte de los bancos centrales y de bajadas de tipos de la Reserva Federal (Fed).

Para los analistas de IG que el oro haya alcanzado los 4.000 dólares, “no se trata sólo de un número redondo: es una señal de desconfianza hacia los mercados tradicionales y de búsqueda de seguridad en medio de un entorno que se complica por momentos”.

El complicado entorno ha provocado que el oro haya marcado más de una decena de máximos históricos sólo en septiembre. El rally se ha acelerado en los últimos días, con el cierre del Gobierno en Estados Unidos.

El conocido como government shutdown comenzó el 1 de octubre ante la incapacidad del Congreso estadounidense de aprobar las leyes de gasto necesarias para financiar la actividad del Gobierno federal.

Sin acuerdo, las agencias federales se centran en los servicios esenciales. Y esto, entre otras cuestiones, impide la publicación de datos macroeconómicos clave.“Sin esas referencias, los inversores navegan a ciegas tratando de interpretar la verdadera situación económica”, subrayan desde IG.

Pero Estados Unidos no es el único generador de inquietud para los mercados financieros. En Francia, la imposibilidad de aprobar nuevos presupuestos aumenta la incertidumbre sobre la economía del país.

A su vez, Japón se enfrenta a un cambio en el liderazgo del país: el Partido Liberal Democrático eligió el pasado sábado a Sanae Takaichi como nueva primera ministra, tras la dimisión de Shigeru Ishiba.

“Todo ello dibuja un mapa global plagado de incertidumbre, donde los inversores buscan terreno firme”, señalan también los expertos de IG. Ese terreno firme es el oro.

El activo refugio por antonomasia se ve también beneficiado por la normalización de la política monetaria de la Fed. El banco central ya redujo las tasas de referencia en su última reunión y se espera que lo haga dos veces más antes de que termine el año.

Todos estos factores, junto al debilitamiento del dólar, han sido el combustible que ha llevado al oro a los 4.000 dólares. Para alcanzar dicha cota, el precio del metal precioso ha subido en torno a un 54,6% desde que arrancó el año.

Esa rentabilidad acumulada casi triplica la de las bolsas. El repunte anual del MSCI All Country World Total Net es del 19,3%. Es decir, el oro ha subido 2,78 veces más.

El MSCI All Country World Total Net es un índice en el que cotizan unas 2.500 medianas y grandes empresas de 23 países desarrollados y 24 emergentes. Tiene en cuenta el pago de dividendos una vez descontados los impuestos.

Ni Wall Street, que goza del impulso de las grandes tecnológicas y la inteligencia artificial, sube en 2025 tanto como el oro. El S&P 500 —el índice más relevante del parqué neoyorquino— avanza un 15% en su versión con dividendos netos.

Así, incluso considerando la retribución al accionista —una fuente de retorno exclusiva de la renta variable que no se da en activos como el oro—, el metal amarillo se impone con claridad.

Desde 1979

Si ahora mismo terminase el año, este sería el mejor ejercicio para este metal precioso desde 1979. Entonces se disparó un 126%. Además, este puede ser el cuarto ejercicio consecutivo en el que su precio sube. El avance de 2022 fue del 2,1%; el de 2023, del 13,1%, y el de 2024, del 27,2%.

De hecho, a cinco años el oro también bate a las bolsas mundiales. Acumula una rentabilidad del 166% desde enero de 2020.

Las subidas del S&P 500 y del MSCI All Country World con dividendos netos son, respectivamente, del 121,2% y del 92,7%.

En los últimos años, los inversores han usado el oro como refugio de la guerra entre Rusia y Ucrania, del enfrentamiento entre Israel y Hamás o de los ataques entre Irán y Yemen.

También de la elevada inflación registrada en los últimos años, del lento crecimiento europeo, de los aranceles aprobados por la Administración Trump y de los ataques de la Casa Blanca a la Fed.

Las compras de oro por parte de los bancos centrales también han impulsado los precios. Sólo en 2025 estas instituciones han comprado casi 1.000 toneladas de oro para diversificar sus reservas con lingotes.

4.500 dólares o más

Una vez este metal ha alcanzado los 4.000 dólares, los analistas señalan los 4.500 como el siguiente objetivo. Las previsiones apuntan a niveles cercanos a los 5.000 dólares, pero ya a finales de 2026.

“Mientras mantenga cierres por encima de 3.850 dólares, el sesgo técnico sigue claramente alcista. El siguiente nivel psicológico podría ser los 4.500. Ahora mismo está en subida libre”, explican en IG.

“El enfriamiento de la economía estadounidense, junto con las perspectivas de tasas de interés más bajas y un dólar más débil, debería seguir atrayendo a los inversores en busca de activos refugio. Además, las compras de los bancos centrales deberían continuar”, subrayan los analistas de Julius Baer.

La entidad ha elevado sus objetivos para el oro. Esperan que alcance los 4.150 dólares en tres meses y los 4.500 en doce. Los expertos de WidomTree afinan un poco más su previsión al calcular que el oro llegará a los 4.530 al final del tercer trimestre de 2026.

En Goldman Sachs son incluso más optimistas. El lunes elevaron su pronóstico del oro, situando la meta en los 4.900 dólares por onza en diciembre de 2026.