La geopolítica del petróleo y el gas

La geopolítica del petróleo y el gas Invertia

Observatorio de la Energía

La geopolítica detrás de la guerra energética: un intento de los fósiles por retrasar la transición a las renovables

La decisión de la OPEP+ de reducir la producción de petróleo en plena crisis energética europea ha hecho saltar todas las alarmas mundiales. 

15 octubre, 2022 03:48

La crisis energética en Europa se acrecienta a medida que se acerca el invierno. Ya no es solo que se haya cerrado (casi) el grifo del gas ruso, sino que también ha hecho acto de presencia otro actor, el que controla la producción del petróleo.

Hace unos días la OPEP+, el cartel que reúne a los principales productores de crudo del mundo, con Arabia Saudí a la cabeza, anunciaba que iba a reducir su producción a partir de noviembre pese a la situación de emergencia energética que se vive.

La Agencia Internacional de la Energía ya ha advertido de que ese recorte podría llevar a la "recesión global". Coinciden sus palabras justo un año después de que avisara a Europa del "estrangulamiento" que estaba llevando a cabo Rusia en el suministro de gas al continente previo a la guerra.

Crisis geopolítica

Los países cuya economía depende en casi su totalidad de los combustibles fósiles han tomado decisiones que pueden provocar un retraso en el camino de descarbonización iniciado en Europa. ¿O no?

Los expertos coinciden en afirmar que podría ser a corto plazo, pero a medio y largo plazo se empuja aún más a acelerar la transición energética.

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"Una parte del mundo manda mensajes a la otra diciendo que voy a descarbonizar y que no te voy a necesitar en un tiempo, y eso influye en las decisiones y en cómo esos países productores monetizan sus productos", señalaba Francisco Reynés, presidente de Naturgy, durante una presentación organizada por la CEOE la semana pasada. 

"La interdependencia que los países de la Unión Europea van a necesitar en los próximos años debe estar bien gestionada, tiene que prevenir decisiones como la de la OPEP+, o en el futuro si se crea una OPEP del hidrógeno", explica a EL ESPAÑOL-Invertia Gonzalo Escribano, director de Programa Energía y Clima del Real Instituto Elcano y profesor titular de Política Económica en el Departamento de Economía Aplicada de la UNED. 

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Y añade: "No hay que olvidar que es una crisis básicamente europea. Y la UE tendría que haber tenido un relato más atractivo e inteligente para proyectar un modelo económico y energético con un futuro para ellos, para los productores de combustibles fósiles, que también puedan vivir del sol y del hidrógeno mientras se van descarbonizando".

"En cualquier caso, no hay otra alternativa que la descarbonización. En 2050, con la subida de las temperaturas, las investigaciones señalan que habrá unas 80.000 muertes al año. Estamos ya inmersos en emergencia climática y tenemos que actuar ya", resalta.

Un nuevo orden energético

"Con el conflicto con Rusia, la Unión Europea ha aprendido una lección por el camino más duro", explica a este diario, por su parte, Antxon Olabe, asesor sobre cambio climático y transición energética en el Gabinete de la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera.

"Hemos visualizado que las importaciones de gas y petróleo se utilizan como presión política y, por tanto, la transición energética aparece como un plus, aparte de las razones políticas y económicas", apunta el experto.

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Olabe, también autor del libro 'Necesidad de una Política de la Tierra', hace hincapié en que esta situación "lo están viendo también en China, que importa 13 millones de barriles de crudo al día, y en India. Así que a medio plazo, hacia 2030, se acelerará la transición a más renovables, porque se ha comprobado que se está utilizando la energía como vector de poder".

Por eso, y según su entender, "no hay duda de que vamos hacia un nuevo orden de la energía. Ya son 140 los países que han dicho que se proponen la neutralidad climática en 2050. Sobre este horizonte de fondo, tienen que plantearse un cambio de modelo económico que será muy duro y habrá grandes perdedores".

Y los perdedores, países productores que no tengan grandes recursos para transformar su economía, "pondrán palos en la rueda todo lo que puedan, para que se ralentice la descarbonización.

Pero las señales son inequívocas. En el futuro nos desengancharemos de los fósiles. No hay otra opción, el cambio climático ya está dejando graves secuelas en todas las partes del mundo. Nadie se escapa".

Único objetivo ruso: el nacionalismo

Ambos expertos coinciden en señalar que el origen de la invasión rusa en Ucrania no tiene nada que ver con intereses energéticos. "Lo que está pasando ahora mismo en Rusia solo tiene un responsable: Putin y sus intereses nacionalistas", continúa Gonzalo Escribano.

"Ha dejado de exportar un 40% de sus materias primas inducido por un choque geopolítico de un régimen autocrático. ¿Y por eso la Unión Europea tiene que cambiar su política energética? No, es justo al contrario", indica Gonzalo Escribano. "No son fiables y nos han dado otro motivo para acelerar la autonomía estratégica para ser más resilientes y más independientes". 

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Por su parte, Antxon Olabe continúa diciendo que "en un nivel sutil, se puede pensar que en la mente de Putin pudiera haber querido dar una patada al tablero europeo intentando entorpecer la transición energética europea".

"Pero no lo ha hecho por eso sino que tiene que ver con la vocación de recuperar una potencia global que se perdió en la década de 1990. Hay una tradición histórica en Rusia de una pulsión imperialista y con Putin se ha recuperado. Con la invasión, se ha producido un shock en el mercado energético europeo, y a corto plazo, la Unión Europea tiene la urgencia de acudir a nuevos proveedores, como el GNL americano, pero a largo plazo no hay duda de que ese no es el camino".

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Olabe quiere destacar que precisamente EEUU está cobrando a los europeos cuatro veces más por su gas que por lo que se lo está vendiendo a sus industriales: "También está ganando y mucho con toda esta crisis en Europa".

El experto recuerda que, en los últimos años, la Unión Europea se ha gastado 280.000 millones de euros al año en importaciones de combustibles fósiles. "Si ese dinero se invierte en tecnologías autóctonas, y más limpias, se podría hacer mucho", concluye.