El presidente de BBVA, Carlos Torres Vila

El presidente de BBVA, Carlos Torres Vila

Banca

Carlos Torres se rearma en BBVA ante el previsible ataque de los sectores más críticos por perder la batalla con Oliu

La consigna es "mirar hacia adelante" con las buenas cifras de negocio por bandera, pero el mercado cuenta con que alguien debe pagar los platos rotos.

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Las claves

BBVA enfrenta críticas tras el fracaso de su opa sobre el Sabadell, obteniendo solo un 25,4% de apoyo, lejos del 30% esperado.

El presidente Carlos Torres busca fortalecer su posición ante posibles ataques, anunciando un reparto millonario de dividendos para ganar el apoyo de accionistas.

La caída en el apoyo se atribuye a la estrategia del Sabadell y la polémica sobre el precio de la segunda opa, afectando la confianza en BBVA.

BBVA debe demostrar su fortaleza en el mercado tras el revés, con la posible presión de fuerzas políticas y mediáticas sobre su estabilidad.

El duro golpe que para BBVA ha supuesto quedarse en el 25,4% de los apoyos en su opa sobre Sabadell ha levantado aires de tormenta alrededor de la entidad y del futuro de su cúpula directiva a medio plazo.

El presidente, Carlos Torres, ha dado la cara ante la prensa y los inversores, no para buscar culpables de lo ocurrido, sino para "mirar hacia adelante" y seguir con el escenario previsto de reparto millonario de dividendos. Las penas con dinero son menos penas. 

De una forma o de otra, Torres ha empezado por lo que manda el manual: ganarse el apoyo de sus accionistas. Lo hace a sabiendas de que debe rearmarse para afrontar las voces críticas que van a pedir responsabilidades por haber perdido la batalla con Josep Oliu, presidente del Banco Sabadell.

Aunque el valor de las acciones (BBVA al alza y Sabadell en caída) está dando la razón momentánea al banco vasco, el mercado sabe que la derrota sin paliativos sufrida tendrá consecuencias dentro de la entidad más tarde o más temprano.

La rápida reacción del BBVA anunciando dividendos millonarios a sus accionistas, casi al tiempo que se conocía el fracaso de la opa, da a entender que era un escenario que nunca se había descartado en la entidad. Menos en los últimos días, cuando se corroboró que poco más del 1% de los minoritarios del Sabadell había secundado la operación.

Los mismos analistas que hace dos semanas daban por hecho que BBVA llegaría al 30%, tras el apoyo de mexicano Martínez Guzmán, consideran ahora que lo más grave no ha sido el cuánto (5 puntos abajo), sino el cómo: ese margen se ha perdido en el cuerpo a cuerpo de los últimos dos meses.

No sólo eso. Es que, además los grandes fondos le han dejado en la estacada. Muchos de ellos, por cierto, compartidos con el Sabadell, en un gesto que muestra una desconfianza hacia el proyecto de fusión o una esperanza de que hubiera más opciones de vender a un precio más alto. 

Cierto es que la polémica sobre la fijación del precio de la segunda opa, lanzada por el Sabadell, que apuntaba a un valor más alto si los accionistas traicionaban la primera opción y apostaban por la segunda, ha sido fatídica para BBVA.

Hasta la CNMV tuvo que salir de forma poco usual a dejar claro que el precio equitativo lo marcarían ellos con la norma que lo rige por delante, pero el dilema ya estaba en el fragor de la batalla y apenas quedaba una semana para tomar parte, o no.

Fuentes del mercado aluden incluso a que fue una "falsa expectativa" lanzada por el Sabadell. Pero ya no tiene remedio.

Como dice Torres, "no vamos a lamentarnos". Hay que seguir y ver las buenas perspectivas que presenta el BBVA en solitario, que ya se reflejan en el valor de la acción.

Frente al análisis de los fallos y la toma de decisiones tras un golpe así, Torres ha optado por un "importa poco lo que haya podido pasar" o "tiempo habrá para analizar y pensar en aprendizajes". Una postura que, según fuentes de mercado, no termina de entenderse.

Cabeza de turco

Carlos Torres ha repetido antes y después de la opa que su continuidad en el cargo no estaba vinculada al proceso de la opa. El problema es que tras el varapalo sufrido, no puede evitar que haya voces desde dentro y fuera del banco que busquen culpables.

El propio CEO, Onur Genç, advirtió con claridad hace meses de que si los números no salían, había que echarse para atrás. Es el gran defensor del crecimiento orgánico de la entidad, con su base de rentabilidad, y de la buena marcha de los "emergentes".

Pero los analistas no dudan de que en mercados tan importantes como México y Turquía, de los que depende en gran parte el balance del banco, el eco de la opa ha dejado un vacío que solo se puede paliar si alguien paga los platos rotos.

Frente a ello, no parece que en el banco haya ánimo de buscar ahora una cabeza de turco para calmar los ánimos de inversores y socios, que confiaban en la seguridad con la que el presidente defendía siempre llegar a la mitad de los accionistas del Sabadell (incluso sin modificar el precio).

En más de año y medio de opa han sido muchas las decisiones a tomar y las cuestiones a analizar, por más que Torres diga que no es tiempo de hacerlo ahora. Defender su gestión con los buenos fundamentales que presenta la entidad y la promesa de 36.000 millones en dividendos hasta 2028, puede verse como un refugio.

Pese a esos buenos datos, el mercado espera que se pueda tapar cuanto antes la vía de agua que puede suponer el hecho de que otras entidades europeas, o las fuerzas políticas y mediáticas de este país, piensen que BBVA es un banco débil y atacable.

Incluso, tal y como están las cosas, hay quien habla de que el Gobierno podría tener la tentación de intentar mover el árbol en el BBVA como 'castigo' por el enfrentamiento mantenido por la OPA.

Nadie duda de que los números son buenos y creíbles. Ahora toca demostrar que el equipo gestor y los inversores que controlan la entidad también lo son, aunque eso suponga tomar alguna decisión drástica a medio plazo.