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Carlos Torres y Josep Oliu están echando su último pulso para ganar la batalla por la opa que BBVA lanzó sobre Sabadell hace catorce meses. Los consejos de ambos bancos están echando el resto para convencer a los accionistas de que apoyen sus respectivos proyectos de futuro y la tensión sigue creciendo.

El bloqueo a la fusión durante, al menos, tres años parecía una vía de escape perfecta para que BBVA decidiera retirar la opa y terminar con un proyecto que se antoja difícil desde su inicio, pero el consejo de la entidad no quiso darse por vencido y redobló su apuesta.

El pasado lunes, la entidad anunció mediante un comunicado enviado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que seguía adelante con la opa pese al bloqueo impuesto por el Ejecutivo y a la entonces posible venta de TSB por parte de Sabadell.

El consejo de BBVA no quiso esperar a conocer el desenlace de la desinversión que la entidad catalana va a hacer de su filial británica, que se produjo al día siguiente. Una operación que, por cierto, se ha sellado con un milmillonario acuerdo con Santander, histórico competidor del banco azul.

"BBVA ha decidido no desistir de la oferta y, por lo tanto, la misma se mantiene vigente conforme a lo previsto en la normativa aplicable", indicaron los gestores del banco en su comunicado. En BBVA lo tenían claro: adelante contra viento y marea.

Lo cierto es que la entidad había contemplado el escenario de no fusión desde el inicio, una vez conocidas las reticencias que el Gobierno tiene respecto a la opa y que manifestó ya el día del lanzamiento de la oferta.

E, incluso con ese horizonte, en el banco defendían que la operación tenía sentido y que serían capaces de lograr la mayoría de las sinergias estimadas. Así se lo comunicaron a la Securities and Exchange Commission (SEC), el supervisor del mercado de valores estadounidense.

Hay que recordar que, de los 850 millones de sinergias de costes que el banco estimó poder lograr en tres años, 450 millones correspondían a la tecnología. Y esas sinergias podrían obtenerse en gran parte al integrar a Sabadell en la plataforma tecnológica de BBVA, algo que podrá hacerse pese a las condiciones del Gobierno.

Respecto al resto, unos 300 millones de euros corresponderían a gastos de personal, teniendo en cuenta que el banco preveía cerrar 300 oficinas de la red conjunta.

Estas sinergias quedarían en suspenso, pues BBVA no podrá ejecutar despidos colectivos relacionados con la integración debido a la condición impuesta por el Gobierno.

El resto de los ahorros de costes, 100 millones, son financieros. Desde Sabadell han comentado en varias ocasiones que estas sinergias habrían desaparecido porque el banco ha visto mejorado su rating considerablemente en el último año.

Golpe de gracia o favor

Pero el consejo de administración de BBVA, que preside Torres, no es el único que ha ejercitado su muñeca para ganar este pulso final. Los de Oliu han sacado su última baza con la venta de TSB, cuyos ingresos se van a reconvertir en un importante dividendo.

La venta de la histórica entidad británica, protagonista de la peor crisis de Sabadell hace siete años, se venderá a Santander por más de 3.000 millones de euros -el precio exacto se definirá cuando se culmine la transacción-.

Algunos expertos del mercado consideran que esta operación es un golpe de gracia para desanimar a los accionistas de Sabadell a vender el banco a BBVA.

Es el caso de los analistas de Bankinter, que apuntan que la venta de TSB puede hacer "que los accionistas de Sabadell presenten menor interés por la opa de BBVA".

La venta va acompañada del pago de un megadividendo de 2.500 millones de euros a quienes tengan títulos del banco catalán en la próxima primavera. Sean quienes sean, incluido BBVA, si consigue comprar una participación superior al 50% en la opa.

Una retribución que quedará blindada si la aprueba la junta de accionistas del 6 de agosto que ha convocado Sabadell. Será la segunda del día, tras una primera que se celebrará tres horas antes, a la que los inversores del banco están llamados para dar luz verde a la venta.

Desde el banco animan directamente a los accionistas a rechazar la opa para anotarse esta retribución. "Es importante saber que quien venda o acuda a la opa no tendrá derecho a cobrarlo", afirmó Oliu en un vídeo interno distribuido a empleados el martes.

Este dividendo podría animar a muchos accionistas, sobre todo minoristas, a decir no a la opa de BBVA. Además, durante el periodo de aceptación los dueños del banco recibirán otro dividendo, concretamente el 29 de agosto.

Algo que BBVA solamente podría evitar si consiguiera la aprobación del folleto relativamente rápido y convocara un periodo de aceptación de 15 días, contemplado en la legislación. Esto parece improbable, dado que desde el banco ya indicaron que el plazo sería de, mínimo, 30 días.

Otros accionistas, no obstante, podrían decidir vender o, al menos, esperar a conocer el 24 de julio los planes que el consejo de Sabadell tiene para el banco. Ese día, Sabadell presentará su Plan Estratégico 2025-2027.

Y es que, como añaden los analistas de Bankinter, la venta de TSB "también reduce el potencial de generación de beneficios de Sabadell en el medio plazo" si la entidad consigue ganar esta batalla y continuar su camino en solitario.

Las opiniones están divididas. Los analistas de Bank of America creen que la operación tiene "un sólido sentido industrial y financiero" para BBVA pese al escenario de no fusión y a la desinversión del activo británico.

Quién ganará este pulso

Durante los últimos catorce meses, en los corrillos financieros se han sucedido las apuestas sobre quién ganará el pulso de la opa. Y aunque algunos se han aventurado a hacer predicciones, es posible que pocas operaciones hayan sido tan difíciles de anticipar como esta.

Los giros de guion y las sorpresas han marcado la opa, cuyo final, cualquiera que sea la dirección que coja, ya está más o menos cerca. De forma paralela al desarrollo de la venta de TSB, con su doble junta el 6 de agosto, la CNMV y BBVA trabajan para tener preparado el folleto de la opa a mediados de este mes.

Después, sólo quedará que el supervisor de los mercados de valores dé su aprobado al documento para que BBVA pueda convocar el periodo de aceptación, que es el momento en el que los accionistas de Sabadell comunicarán si venden sus acciones o no.

A la operación le queda esperar mucho para encontrar su final. El bloqueo del Gobierno ha alargado sine die la fusión, pero al menos la incógnita sobre qué quieren los accionistas de Sabadell quedará despejada en septiembre.

La solución a la duda sobre quién ganará este pulso está, únicamente, en manos de los accionistas de Sabadell. Son ellos los que deben decidir qué proyecto les atrae más, cuál ven más sostenible a largo plazo o, sencillamente, cuál les aporta más ahora.

Faltan apenas semanas para salir de dudas en este proceso, que ha enfrentado fuertemente a dos bancos por primera vez en décadas y que dejará, inevitablemente, un consejo de administración derrotado y otro vencedor. Sólo uno puede ganar este pulso.