Josep Oliu presidente del Banco Sabadell.

Josep Oliu presidente del Banco Sabadell. Iván Villarejo

Empresas

Tres claves de la victoria de Oliu: la buena gestión, el arraigo catalán y el nada que perder

El apoyo de sus clientes/accionistas y la expectativa de una segunda opa a mayor precio han sido claves en el triunfo del Sabadell frente a BBVA.

Más información: El BBVA no logra hacerse con Banco Sabadell y sólo consigue la aceptación del 25,33% de sus accionistas.

Publicada
Actualizada

Las claves

La estrategia del banco Sabadell liderada por Josep Oliu se centró en una sólida gestión y el arraigo catalán para resistir la OPA hostil de BBVA.

El apoyo casi unánime de los accionistas minoritarios, junto con la revalorización de las acciones, fue crucial para evitar la toma de control por parte de BBVA.

La expectativa de una posible segunda OPA a mayor precio creó un "dilema del prisionero" entre los accionistas, favoreciendo la resistencia de Sabadell.

El Sabadell se prepara para seguir una hoja de ruta en solitario, repartiendo dividendos generosos y consolidando su negocio en España tras la venta de TSB.

Desde el primer día que se conoció el folleto de la opa de BBVA sobre el Sabadell, en la cúpula que rodea al presidente del banco catalán, Josep Oliu, tenían muy claro que la entidad vasca iba camino de "un suicidio".

Después de casi año y medio de pelea, los accionistas tomaron la palabra. Y a falta de una semana para cerrar el plazo de aceptación, el consejero delegado, César González-Bueno, dormía más tranquilo que nunca: los minoritarios estaban con ellos.

El palo que supuso para Oliu y su equipo que su principal accionista particular, el mexicano David Martínez Guzmán, apoyara al BBVA se compensaba esta semana con la seguridad de que sólo el 1,1% de los minoritarios había secundado la opa.

¿Cómo lo hicieron? Tirando del "arraigo" de los accionistas del banco catalán. Sabiendo que ante una opa hostil no hay nada que perder y mucho que ganar. Y lanzando una campaña muy agresiva para contrarrestar el empuje de un banco que le superaba en tamaño y beneficio.

Pero parar una operación como esta no se consigue de la noche a la mañana. La gestión de Josep Oliu de los últimos años, con récords de beneficios sucesivos, ha avalado la credibilidad del equipo gestor del Sabadell. Hasta el punto de que en la entidad están convencidos de que han sido sus propios clientes/accionistas los que les han salvado. Respaldo casi unánime y sin fisuras.

Sólo durante el pasado ejercicio 2024, la acción del banco se revalorizó un 79%, mientras que en los últimos cinco años ha repuntado entre un 718% y un 837%. Todo desde que se incorporó el nuevo equipo gestor a finales de 2020.

Josep Oliu fue el creador de ese equipo. Y durante los últimos 17 meses ha sabido estudiar cada paso del enemigo y ponerle trabas. Sinergias, plazos, precio de la opa, porcentaje de minoritarios, fondos, recálculo de dividendos, TSB... Nada de lo que decía el oponente debía quedar sin respuesta.

Siempre con la verdad por delante y con una actividad frenética, sin dejar de contestar a nada ni explicar cada término y cada cálculo, para que se entendiera bien su postura.

Todos los grandes empresarios saben que una opa es una guerra. Los banqueros de toda la vida como Oliu, aún más. Y en esa situación, siempre es un as en la manga tener al Gobierno de tu parte.

Ese fue el primer acierto del presidente catalán, que puso a su servicio al ministro más creíble de Pedro Sánchez (Carlos Cuerpo), en un Ejecutivo dependiente de las fuerzas catalanas para sobrevivir en Madrid.

Tampoco había problemas con izquierda y derecha en Cataluña. El presidente logró que todos estuvieran de acuerdo en defender el banco de toda la vida, con los empresarios de la comunidad autónoma trabajando entre bambalinas a su favor.

A todos ellos se los ganó el pasado mes de enero cuando Sabadell se convertía en la primera gran empresa en volver a Cataluña. La idea estaba clara: un banco catalán tiene que estar en Cataluña. Una vez más Oliu jugaba la carta del arraigo.

"A ver si Torres se va a adelantar", decía a sus más cercanos el presidente del Sabadell, consciente de que era una de las mejores armas que podían utilizarse.

Dilema del prisionero

Fuentes del mercado advierten además que una de las claves en la recta final de la opa ha sido la expectativa generada desde el banco sobre una posible segunda opa, a mayor precio, y que pondría a BBVA en un brete.

Los accionistas estaban ante el dilema del prisionero, y en el Sabadell lo sabían: los que fueran a la primera opa tenían que perder en favor de los de la segunda, que se iba a hacer a más precio (o no). Alguien perdía siempre, pero nadie ganaba.

Si a eso le añades la complicada situación en la que BBVA quedaría para pagar en metálico esa segunda oferta, todo se resumía, en palabras de González-Bueno, en "susto o muerte".

Esos cinco puntos que le han faltado al banco vasco para llegar al mínimo aceptable del 30% pueden estar en esos accionistas que han esperado a una segunda oferta al alza, que BBVA nunca quiso hacer y sobre la que Sabadell siempre alertó.

De cualquier manera, tanto Josep Oliu como su equipo se han sentido vencedores en la opa desde el inicio. Sin saber el resultado, tenían la convicción del deber cumplido, por haber puesto el precio de la acción del Sabadell en máximos nunca vistos.

Si la opa salía adelante, habrían hecho ricos a la mayor parte de sus socios. Y si no salía, no sólo dejaban la acción al alza, sino que ganaban al gigante que quería hacerse con su negocio de pymes y su cartera de clientes.

Difícil de conquistar

Falta por pronunciarse el mercado a medio plazo. Los inversores deberán analizar ahora la hoja de ruta en solitario del banco catalán para mantener la acción al alza o descontar, si es que existía, el valor añadido de tener una opa encima.

Pero el banco cuenta con buenos fundamentos para evitar un desplome sobrevenido de sus títulos. La previsión es repartir siempre el 60% de los beneficios y el exceso de capital entre sus accionistas, una de las opciones más generosas del Ibex 35.

Eso supone mantener una rentabilidad en los próximos tres años del 16% y repartir hasta 6.300 millones en dividendos, una estrategia que se presentó en plena opa y que ha sido un acicate para permanecer en el banco.

El Sabadell está a punto de cerrar la operación de venta de TSB, su filial británica, al Santander. De ahí se va a derivar un regalo adicional a sus socios de 2.500 millones de euros, que ahora se quedan en casa.

La venta de TSB fue otro hito clave para argumentar frente a la opa. Todas las acciones que lograra BBVA suponían dar dinero a la entidad vasca. Un capital que el Sabadell y sus accionistas sentían como suyo.

Algo ha hecho bien Sabadell con Oliu a la cabeza en estos años para que una de cada dos pymes del país esté entre su cartera de clientes. Su apuesta pasa ahora por afianzar el negocio en España y consolidar sus grandes cifras.

El sector descarta más operaciones de grandes bancos sobre medianos en España. Tal vez los de menor tamaño se unan entre ellos. Pero Sabadell ha ganado la partida dos veces a un grande y entra en un estatus privilegiado, en solitario, pero difícil de igualar y de conquistar.

Todo ello de la mano de Josep Oliu que ahora comienza una nueva etapa al frente de la entidad que preside desde 1999.