Empresas Entrevista con Alejandro Bulgheroni

El argentino más rico: "Hacen falta petróleo y gas para tener renovables"

El presidente del grupo Bridas, el mayor grupo petrolero del país andino, tiene una fortuna de más de 3.300 millones de dólares.

1 octubre, 2017 02:43

Nos recibe en el corazón financiero de Madrid. En una de las cuatro torres que conforman el skyline de la capital. Allí se celebra el I Congreso Iberoamericano para Presidentes de Compañías y Familias Empresarias, un lugar ideal para el networking. Quizá por eso nos avisan: “tiene prisa, tiene varias reuniones”.

Por eso no espera ni a que le lleven el café a la sala donde vamos a hacer la entrevista. Lo pide directamente en la cafetería en un vaso de papel. Y así nos vamos, café en mano como cualquier otro ejecutivo. Nadie diría que ante nosotros está Alejandro Bulgheroni, la fortuna 581 del mundo, según Forbes y el hombre más rico de Argentina. O lo que es lo mismo, cuenta en su haber con más de 3.300 millones de dólares. A la altura de Miguel Fluxá, presidente de Iberostar, que es el cuarto hombre más rico de España en el ranking.

Se encuentra en Madrid tras firmar un acuerdo histórico para el grupo Bridas: la fusión de Pan American Energy y Axion Energy; dando lugar a Pan American Energy Group, el mayor conglomerado petrolero de Argentina, con una facturación anual superior a los 7.000 millones de dólares. En él, además de la firma de Bulgheroni, estarán presentes BP y la china CNOOC, socias del argentino y que ahora unifican sus negocios.

¿Qué supone para Bridas este acuerdo de fusión alcanzado esta semana?

Nosotros llevamos asociados a BP desde hace dos décadas en el negocio de upstream. Desde hace siete lo estamos en el downstream con CNOOC en otra empresa. Ahora consolidamos las dos compañías y unificamos los intereses de todos los socios. No sólo para el Cono Sur, para todo el mundo.

Con la fusión logramos un alcance mucho más grande y conjuga los intereses de todos los accionistas. Nos va a dar una gran fuerza de cara al futuro y nos va a permitir seguir creciendo en Argentina y en otros muchos países.

¿En qué zonas están interesados en crecer?

Actualmente estamos en México; pero también en Bolivia -asociados con Repsol-; Argentina en la parte de downstream; Paraguay; Uruguay… Y van a seguir apareciendo proyectos en todo el mundo. En este momento estamos muy centrados en el shale oil y el shale gas en Argentina, en donde tenemos un gran futuro por delante.

Con el West Texas a 52,12 dólares y el Brent a 57,96 dólares el barril, teniendo en cuenta la evolución que ha tenido en el último año en niveles mucho más bajos, ¿es rentable producir?

Sí lo es. En unos sitios más que en otros. El lugar más rentable es Estados Unidos porque allí hay una gran flexibilidad laboral, productividad laboral y de empresas. El acceso a tecnología es inmediato.

Todo esto, unido a una reglamentación que es única en el mundo para la extracción de crudo, hace que la capacidad de reacción y los costes operativos sean mucho más bajos que en otras partes del mundo.

Lo importante hoy es bajar la contaminación, sobre todo en núcleos urbanos.

Sin embargo, con el auge que hay de las energías renovables ya hay quien augura el final del petróleo, ¿están ustedes abocados a desaparecer?

¡No! El proceso va a ser mucho más largo de lo que todo el mundo piensa. Fíjese que hace un siglo que el carbón se convirtió en el mayor contribuyente a la ecuación energética mundial.

Con la llegada del gas y el petróleo, todo el mundo pensaba que el carbón desaparecía. Hoy en día es el 30% de la ecuación. Por tanto, si encontramos una energía que lo sustituya quedará mucho carbón sin utilizar.

El sustituto del carbón es el gas natural, y no va a ser fácil que se produzca ese recambio. Más que nada porque tiene que haber reservas suficientes. Además, en los próximos años vamos a asistir a un incremento de la demanda energética que va a ser brutal.

¿Entonces cuándo ponemos el final del petróleo?

Tenemos petróleo y gas para cien o doscientos años. El asunto es hasta cuándo, y creo que lo último que se dejará de usar es el gas natural. Piense que en el futuro habrá una cantidad de necesidades del día a día en las que se usará el petróleo; incluso para lo que hoy en día es necesario.

Actualmente el 85% de la ecuación energética global proviene de combustibles fósiles; y ahí está el 30% del carbón. El 15% que resta para completar el mix energético es de otras formas de energía: nuclear, biomasa, eólica, solar e hidráulica.

Creo, además, que la hidráulica crecerá, pero requiere de grandes inversiones. El mundo tiene lugares donde instalarla, pero el problema principal es que es muy complicado conectarlas con el consumo. Ahí están las grandes obras de infraestructuras. Lo mismo con la solar y la eólica. Donde hay buena recepción de solar o eólica no hay consumo y hay que llevarlas hasta la red.

El problema es cómo se genera la energía, luego saber cómo se utiliza: coches híbridos, eléctricos, otras tecnologías que vendrán y que serán menos contaminantes. Lo importante hoy es bajar la contaminación, sobre todo en núcleos urbanos.

¿Y cómo lo hacemos?

Pedimos demasiado a ciertas energías que todavía tienen que continuar su desarrollo tecnológico. Las renovables son intermitentes. Esa intermitencia las hace muy difícil de usar. Hay que tener la renovable y una energía de respaldo, de combustible fósil, que es continua. Cuando no está la renovable, qué se hace: encender el gas.

Por tanto, lo que hacemos es duplicar las inversiones. Por tanto, lo importante en este momento es el almacenamiento de energía. Ya se hace con los coches eléctricos (por ejemplo) que cuentan con pilas que acumulan la energía que utiliza y son recargables.

También hay paquetes de baterías para las casas, que empezarán a funcionar muy pronto. Pero hasta que no tengamos capacidad para almacenar grandes cantidades de megavatios, que es lo que se pueda trabajar en las redes, va a ser complicado que eso tenga un impacto muy grande.

Con la fusión en la que participan BP y CNOOC logramos un alcance mucho más grande y conjuga los intereses de todos los accionistas

En cualquier caso, tienen ustedes un gran enemigo…

El fracking es una nueva tecnología para producir petróleo y gas de rocas que sabíamos que lo tenían, porque se formaron ahí hace millones de años. Pero dadas las condiciones de permeabilidad y porosidad no podía salir. Ahora se ha logrado extraer.

Primero a precios muy altos, pero con la bajada de costes es competitiva a 50 o 60 dólares frente a los 100 de antes. Todo fue por la mejora de la eficiencia. Eso se logra sólo en Estados Unidos.

Sin embargo, en la industria hay quien asegura que Estados Unidos sólo busca hundir a las grandes petroleras y a los principales países exportadores.

Cuando se desarrollan tecnologías, o se crece, hay mucha gente que se lanza a analizar el por qué lo hace. Se buscan destrucciones, y eso no es así. Los empresarios estamos tratando de desarrollar y crecer. De hacer más rentables nuestras empresas. No queremos ir en contra de otras compañías.

¿Sirve de algo la OPEP?

Seguirá con sus programas, produciendo, desarrollando… Tienen sus propios problemas en cuanto a la producción, el desarrollo de sus países, las necesidades de sus presupuestos...

Les pasa como a todos. Pueden bajar o subir el precio… Cuando no hay otras alternativas, una organización así se convierte en algo que influye demasiado en los precios. Cuando hay alternativas, el poder disminuye y contribuye al desarrollo. Hará falta más petróleo y gas si queremos renovables y reducir el carbón.

La sociedad civil argentina se da cuenta de los problemas del pasado y van a tratar de que no vuelvan a ocurrir.

Para ese impulso a las renovables y otras energías será necesario apostar también por las infraestructuras. Decía usted hace unos días que esto será esencial para Latinoamérica, porque le permitirá crecer. ¿Se están dando ya pasos para generar todas esas redes?

Los gobiernos tienen que fijar las políticas energéticas a largo plazo. Esas inversiones lo requieren. Tiene que haber confianza entre los inversores de que va ser así. Latinoamérica ha tenido muchos problemas en su desarrollo que han hecho que esa credibilidad no sea tan sólida. Nuestro trabajo ahora es consolidar esa credibilidad; tomar medidas que no afecten a la credibilidad y que generen certidumbre a largo plazo.

¿Argentina está dando certidumbre?

Sí. Ya sabe que a los empresarios nos gusta que las cosas vayan más rápido, y los políticos hacen lo que pueden políticamente. Nosotros hemos tratado de ayudar a que se tomen decisiones de la forma más eficiente. En definitiva, diría que si hacemos la media, las cosas han funcionado bien. Salvo algunas oportunidades donde ha habido problemas.

En este momento, con el gobierno de Macri, las cosas están mejorando.

Se prevé un crecimiento para Argentina de entre el dos y el tres por ciento para el 2017. ¿Cómo ve usted la situación de la economía del país?

Veo un crecimiento constante. Creo que la sociedad civil se da cuenta de los problemas del pasado y van a tratar de que no vuelvan a ocurrir. Ojalá sea así. A veces se cruza el deseo con la realidad. Lo que quieres que pase y lo que sucede de verdad.

Creo que hay muchas oportunidades de que esta situación se mantenga a largo plazo.

¿Animaría a las empresas españolas a incrementar su inversión en Latinoamérica?

¡Sin duda! No sólo por una creencia. En 2002, cuando en Argentina había una gran crisis, las empresas estaban saliendo del país. Nosotros convencimos a nuestros socios de que había que apostar y redoblar la inversión para crecer. Muchas empresas no lo hicieron. Nosotros teníamos en ese momento el 8% de la producción de petróleo y gas, hoy tenemos cerca del 20%.

¿Por qué? Porque nosotros apostamos y otros no. Hay algunas empresas que dicen que van a esperar a que pase el temporal. Todo el mundo puede esperar, o decidir y apostar y jugar con el riesgo. En este momento, ¿qué hacemos nosotros? Invertir 1.300 millones o 1.400 millones de dólares al año.

Seguimos invirtiendo, vemos que la solución a medio largo plazo pasa por un camino: invertir. Los que no lo hagan ahora, van a perder el tren.

A todo esto… ¿Se compraría usted un Tesla?

¡Es una maravilla! Lo he probado y me gusta mucho. Es como un ordenador, es un gran vehículo.