El Banco Central Europeo (BCE) se enfrenta este jueves a un nuevo examen de los mercados. La que debería haber sido una cita de trámite para la institución monetaria se ha convertido en una nueva prueba de fuego en la que tendrá que volver a navegar en solitario “la calma antes de la tormenta”. Otra consecuencia de los muchos retrasos que siguen acumulando los fondos europeos.

La previsión a modo de advertencia la lanzan los analistas de Bank of America, que aseguran que la incertidumbre que todavía sigue rodeando la liberación y ejecución del plan Next Generation augura unos mercados “nerviosos”. La prueba llegaba por anticipado este martes, cuando una sesión sin grandes referencias macroeconómicas ni corporativas se traducía en sonoros retrocesos al cierre para las bolsas europeas.

Desde el banco estadounidense de inversión advierten de que, si los fondos de reconstrucción ven la luz demasiado pronto, se multiplican los riesgos de “un error de política agresiva” del BCE. Es decir, de una eventual retirada o suavización de estímulos antes de tiempo. Mientras tanto, si lo que se produce es una mayor demora en su reparto, la institución que preside Christine Lagarde seguirá teniendo la responsabilidad de aguantar en solitario sobre su balance la frágil recuperación de la economía europea.

Insistir en el mensaje

En cualquier caso, los expertos coinciden en no esperar cambios ni en una coma de lo anunciado por el BCE en marzo, cuando el organismo se comprometió a acelerar el ritmo de compra de deuda a través de su programa antipandemia, conocido por las siglas inglesas PEPP. Una vez más, ponen la clave de bóveda con la que sostener los mercados en el discurso de la presidenta de la institución, Christine Lagarde.

Con estas premisas, son muchos los que esperan un llamamiento de parte de ‘madame Lagarde’ a los políticos de la eurozona. Un grupo al que no hace tanto que ella misma pertenecía y al que lleva casi un año insistiendo en la necesidad de que implementen con urgencia los estímulos fiscales que ya están sobre la mesa con el objetivo de acompañar a las herramientas monetarias desplegadas desde hace meses y varias veces reforzadas.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Reuters

El analista de renta fija Peter Allen Goves, de MFS Investment Management, explica que “dado el éxito que ha tenido la política del BCE […] es probable que los esfuerzos combinados con la política fiscal apoyen la recuperación en general”. Un feliz destino del que, precisamente, los inversores parecen seguir recelando a la luz de la falta de medidas para incentivar y no solo apuntalar la economía, lo que se sigue traduciendo en una mucho más relajada inflación a esta orilla del Atlántico.

Estos son los ingredientes de difícil casamiento que auguran que la próxima cita del BCE, será una “difícil reunión” después de mantener en marcha este jueves la máquina del tiempo en la que ha convertido su arsenal de herramientas. Así lo vaticina François Rimeu, estratega sénior de La Française AM, que vaticina que el ritmo de compras revisado hace un mes volverá a ponerse a punto en junio “con la actualización de las previsiones económicas”, ya que hasta ahora considera que “las condiciones financieras no se han endurecido” en ningún factor.

Bonos bajo control

De la misma opinión es Germán García Mellado, gestor de renta fija de A&G Banca Privada, que añade que “tampoco se han visto grandes movimientos en los bonos periféricos, con un comportamiento similar a los de los bonos de países centrales” desde la última reunión de gobierno de la institución radicada en Fráncfort.

En este sentido, los papeles españoles a una década aguardan a Lagarde con una rentabilidad del 0,4%, que se traduce en una prima de riesgo de 66 puntos básicos cuando hace un mes le entonaban un ‘hasta la vista’ en el 0,31% y 64 puntos.

Trimestre a trimestre

El experto de la entidad considera que Lagarde debería volver a desplegar un discurso “de optimismo cauto sobre el crecimiento económico, y prudente respecto a los datos de inflación a futuro”. No obstante, los últimos datos sobre el encarecimiento de la cesta de la compra en la eurozona apenas señalan avances del 1,3% frente al 2,6% que se alcanzó en marzo en EEUU con la absoluta complacencia de la Reserva Federal (Fed) de Jerome Powell.

Una situación, esta última, que no está tan clara para los países del euro. Al menos así lo advierte Konstantin Veit, gestor sénior de carteras de Pimco, que incide en el hecho de que el BCE señalase en marzo solo hacia los próximos tres meses parece apuntar hacia “decisiones trimestrales del consejo de gobierno en lugar de que el comité ejecutivo dirija el programa con agilidad a su discreción”.

A su modo de ver, este punto deja entrever las “divisiones” existentes en el seno de la institución en torno a cómo encarar estos momentos de quebradiza recuperación económica. Algo que, de momento, no debería tener más implicaciones para los mercados, pero que a la larga “conlleva el riesgo de ralentizar la toma de decisiones y, en el peor de los casos, impedirlas por completo”.

Una eventual muy mala noticia para unas economías que siguen esperando la lluvia de millones que aún no llega prometida desde Bruselas.

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