La política monetaria tiene más de alquimia que de ciencia exacta. Más si cabe en medio de una pandemia. Un escenario incierto en el que el Banco Central Europeo (BCE) ha convertido su arsenal en máquina del tiempo. En lugar de potenciar sus ya históricas compras de deuda, la institución ha preferido comprar tiempo para que la vacuna contra la Covid-19 haga su efecto.

Este es el diagnóstico más repetido por las grandes firmas de inversión después de analizar al milímetro cada palabra, coma y punto del comunicado que el jueves emitía el BCE. Un documento sin grandes sorpresas después de los avisos de hace mes y medio, pero que no dejaba resquicio a la decepción. Lo mismo que el discurso de su presidenta.

La exministra francesa Christine Lagarde ya parece muy lejos de aquel traspié dialéctico que en marzo de este año, en pleno estallido de la crisis sanitaria en Europa, regaló a los mercados una de las sesiones más negras de su historia. Con un tono firme ha vuelto a recordar que el banco central de la Eurozona “está listo” para salir en defensa del euro de forma “rápida” y “efectiva”.

Prórrogas generosas

Unas afirmaciones que casan a la perfección con los amplios plazos de prórroga que el BCE ha fijado en su “recalibración” de estímulos. Si bien los volúmenes y las herramientas ajustadas entraban en las quinielas de los expertos, el calendario ha sido más generoso de lo que se esperaba.

También es verdad que las previsiones macroeconómicas del organismo, más débiles que en su anterior edición, lo requerían, como señala Ulrike Kastens, economista para Europa de DWS, la gestora del grupo Deutsche Bank. Sin embargo, el grueso de las manos fuertes del mercado destacan que el objetivo ha sido adelantarse en el tiempo.

Monumento al euro en la antigua sede del BCE en Fráncfort.

El jefe global de macroeconomía de ING, Carsten Brzeski, lo tiene claro. Lo que ha hecho Lagarde con su equipo ha sido “tender un puente en el tiempo para la inmunidad colectiva”, asegura en su análisis. Además, añade que la institución “no ha presentado una gran bazuca nueva, sino una extensión bien diseñada de todos los instrumentos conocidos”.

Con la esperanza puesta en que en la primavera de 2022, la inmunidad de grupo gracias a la vacunación de la población sea una realidad. Una especie de garantía en el tiempo recogida en el mismo comunicado del BCE que, según Samy Chaar, economista jefe de Lombard Odier, tiene también la función de “limitar” desde ahora “los daños económicos de la segunda ola” en la que la Eurozona está inmersa.

Pérdida de impacto

Comprar tiempo en lugar de más bonos. Esa es la idea en la que insiste Andrew Mulliner, gestor del equipo de renta fija de Janus Henderson. Considera que una vez superada “la ola masiva de estímulos monetarios y fiscales” del pico del estallido de la pandemia, “las cifras comienzan a perder su impacto”. En su lugar, señala las prórrogas anunciadas han comenzado a hacer ya su trabajo.

En una sesión en la que varios bonos soberanos se disponían a entrar en bloque en terreno de tipos negativos, incluidos los españoles, Mulliner subraya que “los mercados absorbieron bien las noticias y los bonos devolvieron parte de sus ganancias”. En resumen, asegura que aunque “la falta de una respuesta entusiasta de los mercados es un poco decepcionante, la falta de volatilidad indica que la credibilidad del BCE está intacta”.

Frenar el ritmo

Desde Western Asset, la firma especializada en deuda pública de la gestora estadounidense Franklin Templeton, el analista Andreas Billmeier, señala que el BCE de Lagarde ha conseguido “trasladar la imagen de un banco central que busca reducir la incertidumbre para el sector privado [mientras] indica claramente su voluntad de reducir el ritmo de las compras”.

Un cambio de tercio que no es solo por convicción ni mucho menos como prueba piloto. Hacia él venían apuntando ya los últimos datos operativos del BCE. Unas compras más pausadas en el mercado secundario con tipos y primas de riesgo a raya y unas subastas TLTRO III que dejaban en evidencia que la necesidad de liquidez es cada vez es menor en el mercado conforme avanza la -todavía frágil- recuperación económica.

Y todavía más que eso, Annalisa Piazza, analista de renta fija en MFS Investment Management, señala que con una extensión de plazos “un poco más larga de lo esperado”, el BCE consigue además comprar tiempo para “actuar como un 'puente' con el que suavizar el regreso a la normalidad de la economía mientras mantiene las favorables condiciones actuales de financiación”.

Fondos europeos

Una transición en la que la activación de los mecanismos de reconstrucción económica también han de tener el papel clave que desde hace meses Lagarde y su equipo vienen reclamando a los países del euro.

En este sentido, Azad Zangana, economista sénior para Europa de la británica Schroders, señala que “parece que el BCE no quiere que sus estímulos pierdan fuerza antes de que los gobiernos de la UE hayan tenido la oportunidad de hacer uso del fondo de recuperación de la UE”, que finalmente ha visto la luz también este jueves después de unas broncas negociaciones con Hungría y Polonia.

Ahora resta que la burocracia comunitaria y de cada Estado no se convierta en un obstáculo o una red clientelar que dificulte el buen destino y empleo de estos fondos. Así, el tiempo comprado por el BCE tendrá efecto. Contando con el plazo que se ha dado para la reinversión de vencimientos, hasta tres años más desde ahora, en el noveno aniversario de la introducción en su caja de herramientas de las subastas de liquidez a las que también se les ha renovado el contrato.

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