El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi.

El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi. EP

Economía

De los ERTE a sacar de la agenda la derogación de la reforma laboral, los cuatro años de la CEOE de Garamendi

Los empresarios acuden a votar el próximo miércoles. El equipo de dirección actual parte como favorito frente a la candidatura de Guinda.

20 noviembre, 2022 02:47

Han pasado cuatro años desde que Antonio Garamendi fue elegido por aclamación presidente de la CEOE y el próximo miércoles optará a su reelección en unos comicios en los que, a última hora, ha surgido una rival, Virginia Guinda, que apoyada por Foment del Treball competirá por ocupar ese sillón en la sede de la CEOE.

Garamendi parte como favorito, después de cinco años complejos en los que los empresarios han visto cómo llegaba al poder un Gobierno de coalición del que forman parte ministros que tienen animadversión al mundo de la empresa, han sufrido una pandemia y ahora temen la llegada de una recesión que, si se cumplen los pronósticos de AIReF o BBVA Research, ya estaría iniciándose con un crecimiento negativo este trimestre.

En estos cinco años marcados por shocks económicos y división política, Garamendi ha trabajado por mostrarse como un líder de los empresarios con talante negociador, siempre dispuesto a sentarse a hablar con el Gobierno, incluso de los asuntos más espinosos en los que no es posible el acuerdo.

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En 2019, fue una de las voces que pidió públicamente un pacto entre PSOE y Ciudadanos para gobernar. Agotada esa vía en un país fuertemente polarizado, tras la repetición de las elecciones y el 'Pacto del Abrazo' entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, la CEOE tuvo que recomponer su estrategia.

A partir de entonces, se podría decir que la patronal ha intentado paliar desde la mesa de negociación el efecto de medidas promovidas por un Gobierno con legitimidad democrática y encabezado por un presidente, Pedro Sánchez, que tan pronto abraza al empresariado, como le declara la guerra. Un Gobierno formado por un partido que en su programa electoral llevaba ideas tan rechazadas por los empresarios como la nacionalización de determinadas compañías.

Gobierno y agentes sociales firman el acuerdo para subir el SMI en 2020.

Gobierno y agentes sociales firman el acuerdo para subir el SMI en 2020. Europa Press

Fue muy sonada la promera foto para subir el SMI en 2019 con la nueva ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Una foto que no contó con la simpatía de todos los sectores, aunque también tuvo el aplauso de empresarios que ponían en valor estar en la mesa y mostrar buena disposición a mejoras salariales cuando la economía lo permite.

El problema llegó poco después cuando la pandemia forzó un confinamiento que hundió la economía española. Fueron días -con sus noches- largos en la CEOE. Sin embargo, la responsabilidad de los agentes sociales, incluidos los sindicatos, en reclamar al Ejecutivo medidas para salvar a las empresas -y con ellas los puestos de trabajo- fue histórica.

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Se pactaron, así, los ERTE, con matices criticados por los empresarios. Entre otros, los cortos plazos de tiempo que siempre marcaba el Ejecutivo como horizonte temporal para su vigencia, lo que acababa forzando negociaciones in extremis que generaban grandes incertidumbres en las empresas y los trabajadores.

La CEOE fue una voz activa en reclamar más ayudas para las empresas españolas y, a lo largo de esos meses, criticó el retraso burocrático de los canales que se abrieron, así como el hecho de que buena parte de esas ayudas se configuraran como deuda para las empresas en lugar de como ayudas directas a la 'alemana'.

Fundación CEOE

Además, dio un impulso a su Fundación, al nombrar a Fátima Báñez como presidenta, y a través de ella, canalizó millones de ayudas sociales y a la Sanidad en un contexto en el que la empresa española -al igual que las internacionales- quiere mostrar su compromiso social, medioambiental y en gobernanza (ASG o ESG en las siglas en inglés).

Al repasar las hemerotecas se puede ver cómo la sintonía entre Garamendi y el Gobierno duró poco tiempo. Sin embargo, la respuesta inesperada de la Comisión Europea (CE) a la pandemia tendió un nuevo puente entre ellos con los fondos europeos.

Si algo hay que reconocer a la CEOE es que fue audaz cuando vio el potencial de las ayudas. Primero organizó una gran Cumbre Empresarial para aportar ideas sobre cómo utilizar los fondos europeos. Después, montó una Oficina de Proyectos Europeos con Luis Socías como jefe.

La patronal tendía así su mano a Pedro Sánchez ofreciendo colaboración público privada en un momento en el que en el Gobierno se impuso la idea de impulsar un gran 'Estado emprendedor'.

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Sin embargo, a cambio de esas ayudas, valoradas en 140.000 millones de euros, España tenía que acometer reformas. Y desde Bruselas se reclamó que fueran reformas con consenso para garantizar el éxito de Next Generation EU a futuro.

Ante la falta de entendimiento entre los dos grandes partidos de la oposición, la presión del pacto pasó a la mesa del Diálogo Social.

Empezó así la negociación de la reforma para las pensiones y la reforma laboral. Con la urgencia de intentar buscar el acuerdo para no perder las ayudas, la CEOE apoyó la primera parte de la reforma de las pensiones, una decisión que justificó en que cumplía con lo establecido en el Pacto de Toledo, pero de la que después, algunos se han arrepentido.

De hecho, cuando se apruebe el próximo paquete de medidas para las pensiones, todo apunta a que la CEOE no saldrá en la foto. Entre otras medidas, se va a aplicar un aumento de las cotizaciones sociales que los empresarios rechazan, en especial, en este contexto económico.

'Mini reforma laboral'

También se pactó la 'mini reforma laboral' tras meses de tensiones, presiones a la patronal y negociaciones muy complicadas. Un acuerdo que no gustó al Partido Popular en un momento agrio en sus relaciones con la CEOE fruto de las declaraciones de Garamendi sobre los indultos. Curiosamente, fue un voto erróneo del PP el que convalidó la reforma que hoy está vigente. 

En todo caso, si de algo sirvió esa 'mini reforma' fue para sacar de la agenda política del Gobierno la amenaza de una derogación total de la reforma laboral de 2012, una reforma que ha sido examinada con éxito por organismos internacionales y que dotaba de más flexibilidad de las empresas, lo que ha permitido sostener mejor el empleo en las últimas crisis.

Control horario y Rider

A la reforma laboral, en estos años se han sumado otras normativas complicadas de digerir en la sede de Diego de León. Aspectos introducidos en las leyes de Igualdad o de teletrabajo han sido calificados por los empresarios como 'reformas laborales por la puerta de atrás'.

Por no olvidar los controles horarios impulsados por la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y la 'Ley Rider' (que regula la situación laboral de los trabajadores de las plataformas digitales), que la CEOE pactó con el Gobierno y los sindicatos, pero se saldó con la salida ruidosa de Glovo de la patronal.

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Sin embargo, cuando parecía que lo más complicado se había superado, comenzaron otros problemas.

La lenta gestión de los fondos europeos, el bloqueo a la tramitación parlamentaria del RD 26/2020 que regula, entre otros, la relación entre empresas y Gobierno en la inversión de proyectos, o las nuevas subidas del SMI, fueron algunos. Mientras, la crisis energética y la inflación esperaban a la vuelta de la esquina, como avanzaban las movilizaciones del sector del transporte de la pasada primavera. 

Impuestos a las empresas

Se abrió, así, otro frente espinoso para las empresas. El más vivo al día de hoy: la fiscalidad. En la última Asamblea General de la CEOE, una cita de Garamendi al escritor alemán Bertolt Brechtr copó muchos titulares.

Se refería a la deriva del Gobierno de comenzar a aplicar impuestos a sectores como bancos o energéticas en un contexto en el que la empresa española siente que está amenazada por más subidas fiscales.

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Según los datos del IEE, think tank ligado a la CEOE, la presión fiscal de la empresa española alcanzará en 2023 el 11%, por encima de la media europea.

Con los costes de la energía disparados, la patronal ha sido llamada a firmar un 'pacto de rentas' dormido, entre otros, porque el Gobierno no ha querido participar al anunciar una subida salarial para funcionarios y pensionistas fuera de ese acuerdo.

La Asamblea de la CEOE de 2022.

La Asamblea de la CEOE de 2022. Europa Press

El repaso a estos cinco años muestra las dificultades que han tenido que ir superando los empresarios. Como se comenta estos días en la sede de Diego de León, hubiera sido muy extraño que con todas estas batallas -en las que Garamendi ha tenido que hacer cesiones dentro del diálogo social- no saltara una candidatura alternativa.

A nivel interno, Garamendi llega a las elecciones incorporando en su candidatura a quienes parecía que serían sus rivales -CEIM, Cepyme o Anfac, entre otros- y con un aparente respaldo mayoritario a falta de conocer el resultado de las urnas.

Entre los hitos a nivel organizativo, Garamendi ha incorporado en este tiempo a organizaciones como ATA, liderada por Lorenzo Amor, en la CEOE, que ha ganado en número de miembros. También, ha impulsado la labor del Instituto de Estudios Económicos (IEE) con los estudios dirigidos por Gregorio Izquierdo y ha fichado a figuras de peso como Íñigo Fernández de Mesa.

Además, ha reforzado la relación de la CEOE en Business Europe y ha incrementado los recursos para formación, al tiempo que ha incorporado a la mujer en la dirección con tres vicepresidencias y con otras figuras femeninas en los órganos de gobierno. Un cambio acorde con los nuevos tiempos en los que, de hecho, se enfrentará a una mujer en las urnas.