La ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, junto con el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, y los agentes sociales.

La ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, junto con el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, y los agentes sociales. Ministerio de Trabajo

Economía

Así se gestó la extensión de los ERTE: puño de hierro con guante de seda, una alianza inesperada y mucha cintura

Gobierno, empresarios y sindicatos han negociado durante semanas el acuerdo aprobado el viernes en el Congreso de Ministros.

28 junio, 2020 05:33

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Cuando Pedro Sánchez nombró a Yolanda Díaz ministra de Trabajo, el que más y el que menos se imaginaba que se iba a convertir en el azote de los empresarios. Su militancia en el Partido Comunista y sus declaraciones antiempresa así lo hacían presagiar. Sin embargo, la llegada del Covid-19 ha hecho que las cosas sean distintas y, en este momentos, las relaciones entre ambas partes pasen por un momento dulce. 

Una relación bilateral a la que hay que incorporar una tercera pata igual de importante: la sindical. La presión a la que se han visto sometidos por la fuerza con la que el coronavirus ha impactado en nuestra economía, ha hecho que los que parecían ser enemigos, ahora se hayan convertido en aliados que se necesitan para salvar la economía, las empresas y los empleos. 

De hecho, tanto desde el Gobierno como desde los sindicatos admiten que ha habido cierta fortuna con que haya sido Antonio Garamendi el presidente de la CEOE durante la presente crisis. Admiten su talante dialogante y que ha sido una figura indispensable para salvar todas las piedras del camino que podrían haber surgido por parte de los empresarios. Sobre todo, a la hora de extender los ERTE hasta el próximo 30 de septiembre

Un talante en el que todas las partes han mostrado su faceta más negociadora. Empezando por la patronal que se cerró en banda ante la primera propuesta para ampliar los ERTE del Gobierno, con unas exoneraciones en las cuotas sociales que pagan las empresas muy reducidas, algo en lo que en todo momento recibió el apoyo de los sindicatos. 

Trabajadores y empresarios, enemigos antaño irreconciliables, se hicieron cómplices en una negociación que ha durado semanas. Un tiempo en el que que la ministra Díaz también ha exhibido cintura, sobre todo después del pacto entre PSOE, Unidas Podemos y EH Bildu para la derogación exprés de la reforma laboral. Un acuerdo, no hay que olvidarlo, que se hizo a espaldas de todo el Ministerio de Trabajo.

Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, en el Congreso.

Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, en el Congreso. Efe

De nuevo, la abogada gallega tuvo que volver a tender puentes con la patronal, algo para lo que fue fundamental, de nuevo, la actitud de un Garamendi conciliador y sabedor de que todas las partes salían ganando con un acuerdo y la aportación de los propios Unai Sordo, líder de Comisiones Obreras y Pepe Álvarez, de la UGT, para no echar más leña al fuego.

Con el gesto de no remover más el asunto de la reforma laboral (cuestión que Díaz evitó incluso en su intervención en la Comisión de Reconstrucción del Congreso), se retomó una negociación que, a pesar de las prisas iniciales por cerrarla, acabó convirtiéndose en unas conversaciones lentas que permitieron acercar las posturas

Garamendi, clave

Fuentes del Diálogo Social explican que tanto Trabajo como los propios sindicatos han sido conscientes de las presiones a las que el presidente de la patronal CEOE se ha visto sometido por parte de los suyos. Hacía falta exhibir mano dura, y lo ha hecho aunque aplicando aquello del guante de seda y puño de hierro. Sin hacer ruido, pese a que los suyos exigían algún puñetazo más fuerte en la mesa. 

Antonio Garamendi.

Antonio Garamendi.

El mejor arma que encontró Garamendi fue, precisamente, tirar de los suyos. Exhibir músculo la fuerza y la unidad de la patronal. Lo hizo con la Cumbre Empresarial en la que estuvieron todos los grandes empresarios, desde Ana Botín a José María Álvarez-Pallete, pasando por Galán, Bogas, Manrique, y otros muchos. 

Una Cumbre que, como reconocen las fuentes consultadas, tuvo su efecto a la hora de ‘presionar’ y mostrar fortaleza sin hacer excesivo ruido. Ahora bien, reconocen también que complicó algunos aspectos de la negociación durante la semana. 

Según ha podido conocer este diario, el acuerdo estaba prácticamente cerrado el pasado miércoles por la noche. Sin embargo, el anuncio se retrasó en ‘deferencia’, precisamente, a la Cumbre Empresarial que la CEOE estaba celebrando y que se clausuraba el jueves con las conclusiones que presentó Pablo Isla, presidente de Inditex. 

Los acuerdos alcanzados entre patronal, sindicatos y Trabajo son de los pocos grandes consensos conseguidos durante estos meses. Una situación que contrasta con la que existe en el Congreso, en donde parece imposible que haya pactos entre los distintos partidos. Así que ya hay quien confía en que el ejemplo se traslade también a la Carrera de San Jerónimo. 

Mientras tanto, la calma reina en el diálogo social, aunque la batalla volverá en las próximas semanas. Encima de la mesa está ya el proyecto de ley para regular el teletrabajo, y no ha gustado nada ni a la patronal ni a los sindicatos haberse enterado por la prensa del borrador del texto. Comienza la cuenta atrás.