Una imagen del laboratorio de Tebrio.

Una imagen del laboratorio de Tebrio. Tebrio

Investigación

El hambre en el mundo se puede combatir con macroalgas e insectos

Su valor nutricional y bajo impacto ambiental han impulsado la proliferación de empresas centradas en su producción para la alimentación o la cosmética.

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Con una población mundial estimada en 10.000 millones de personas para 2050, la última frontera de la humanidad será, sin duda, alimentarse. Dar abasto con los recursos de los que disponemos, así en la tierra como en el mar.

Empieza a no sorprender que la mayoría de los pescados (y mariscos) del mercado tengan su origen en la acuicultura, dado el deterioro de los ecosistemas marinos. O que aproximadamente 2.000 millones de personas ya incluyan insectos en su dieta. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), estos representan una solución viable para llegar a combatir el hambre en el mundo, ya que cuentan con un alto valor nutricional y bajo impacto ambiental. 

En el primer caso (el marino), la sostenibilidad se tambalea si se precisa de otros peces para fabricar aceites de pescado, componentes principales de los piensos. Y las harinas vegetales tampoco son la solución por aumentar la presión a la que ya se someten los cultivos vegetales terrestres. Aquí entran en juego las macroalgas y microalgas.

Mediterranean Algae, basada en Alicante, es una empresa biotecnológica dedicada al cultivo y transformación de macroalgas mediterráneas, principalmente Ulva, para desarrollar soluciones sostenibles e innovadoras en sectores como la cosmética, la nutracéutica y la biorremediación marina. A través de tecnologías propias como BIOREMED ALGAE, permiten mejorar la calidad del agua en entornos portuarios y acuícolas, la empresa contribuye a la regeneración ambiental.

“Aprovechamos residuos marinos como la Posidonia Oceánica, mediante procesos de upcycling, para generar ingredientes de valor añadido. La Ulva también es conocida como 'lechuga de mar ', una macroalga verde con un gran potencial por su alta tasa de crecimiento, su capacidad de absorber nutrientes del agua -especialmente nitrógeno y fósforo- y su riqueza en compuestos bioactivos” explica Silvia Antón Sempere, cofundadora y COO de Mediterranean Algae.

“Las macroalgas son una fuente alternativa de proteínas, minerales y fibra que no compite con cultivos terrestres ni requiere agua dulce”

Biofiltración con macroalgas

El Puerto de Alicante es el centro de operaciones elegido por Mediterranean Algae, a través de un piloto pionero, en colaboración con la Autoridad Portuaria, como parte del programa Alicante Port Innova. El diseño 'plug-and-play' de esta solución de biofiltración con macroalgas consigue implementarlo rápidamente en otras instalaciones, como piscifactorías, donde trata eficazmente el agua residual rica en nutrientes contaminantes, evitando su vertido al medio ambiente y generando biomasa con alto valor comercial para diferentes industrias.

Imagen de las instalaciones de Mediterranean Algae.

Imagen de las instalaciones de Mediterranean Algae. Mediterranean Algae

La responsable de la startup traslada que las macroalgas son una fuente alternativa de proteínas, minerales y fibra que no compite con cultivos terrestres ni requiere agua dulce. Su cultivo puede complementar la producción de alimentos, sobre todo en regiones costeras con suelos degradados. Además, al contribuir a la regeneración de ecosistemas marinos, favorecen cadenas tróficas más saludables y productivas y, a su vez, son organismos capaces de biofiltrar aguas, además de actuar como sumideros de CO2.

“Nuestra granja tiene capacidad para producir hasta 100.000 toneladas anuales de coproductos de insecto”

La mayor granja de insectos del mundo está en Salamanca

Fuera del agua, el Tenebrio Molitor (conocido comúnmente como el gusano de la harina) es muy eficiente en la conversión de residuos vegetales en proteína y grasa de alta calidad, lo que lo hace especialmente sostenible.

“Lo elegimos tras analizar diferentes especies por su alto valor nutricional, ciclo de vida corto y facilidad de cría industrial, factores que lo convierten en una opción ideal para la producción de proteína alternativa”, recuerda Adriana Casillas, cofundadora y CEO de Tebrio. Iniciativa que no ha sido ajena a los inversores, ya que es la empresa respaldada por Caixa Capital Risc, CDTI Innvierte, Banco Santander, Sodical y GPC.

Esta biotecnológica, con sede en Salamanca, es pionera en la cría y transformación industrial de este artrópodo. Operan con tecnología propia y apuestan por la economía circular, utilizando descartes vegetales como base de alimentación. “Seguimos construyendo nuestra granja con capacidad para producir hasta 100.000 toneladas anuales de coproductos de insecto, como proteínas, grasas, fertilizantes y quitosano”, cita.

Concretamente, de esa macro planta obtienen harina proteica (oProtein) y grasas (oLipids) para alimentación animal y acuicultura; fertilizantes orgánicos (oFrass) para agricultura y quitosano (oTosan) para aplicaciones industriales, agrícolas, cosméticas o bioplásticos.

“El mayor impacto positivo lo generamos en la base de la cadena de valor. En un contexto global de escasez alimentaria, existe una competencia creciente entre los recursos destinados a producir alimentos para consumo humano y los dedicados a la alimentación animal. Nuestra macro granja de insectos está diseñada para optimizar esta base productiva, generando ingredientes sostenibles y de alta calidad para la alimentación animal y la agricultura, contribuyendo así a mejorar la seguridad alimentaria global y la sostenibilidad del sistema agroalimentario”, reflexiona su responsable.

Por su parte, la industria de las algas vive un momento apasionante, con avances en biotecnología, trazabilidad digital y nuevos usos como biomateriales. Sin embargo, los principales retos siguen siendo la escalabilidad y estandarización del cultivo, la regulación todavía poco adaptada, así como la necesidad de educar al consumidor sobre los beneficios reales de las algas más allá de modas pasajeras.

En palabras de Silvia Antón: “Nuestro futuro pasa por consolidar nuestras soluciones de biorremediación como herramienta clave frente a la contaminación marina, pero también por seguir transformando esa biomasa en ingredientes de alto valor para sectores comprometidos con la sostenibilidad. También, exploramos el desarrollo de créditos de carbono azul vinculados a nuestras instalaciones y alianzas con entidades públicas y privadas para escalar nuestro impacto ambiental y social”. 

Volviendo al potencial del consumo de insectos, su aceptación crece especialmente en Europa, donde la regulación y la sostenibilidad impulsan la demanda, aunque desde Tebrio identifican Asia y América también como mercados potentes y en crecimiento. “La industria avanza en automatización y nuevas aplicaciones de los derivados del insecto. Los principales retos son la eficiencia industrial, la escalabilidad y la aceptación social y regulatoria del uso de insectos”, culmina Adriana Casillas.