Pep Martorell, exdirector adjunto del BSC y socio de Invivo Partners. Col·legi d'Enginyers de Catalunya
Pep Martorell (exdirector adjunto del BSC): "Europa falla en la rapidez de ejecución de las políticas"
La CE presentará a principios de 2026 la propuesta de creación de un régimen digital único que los 27 tendrían que aceptar para dejar atrás la dependencia tecnológica.
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Pep Martorell, exdirector adjunto del Barcelona Supercomputing Center durante la última década, aboga por la soberanía tecnológica, “algo que hoy parece muy obvio pero que hace tan solo unos años no lo era”. Opina que el camino trazado está correctamente enfocado pero que Europa falla en la ejecución de las políticas. “Si no mejora en este ámbito, puede perder definitivamente este tren. Es una carrera que quizás no la ganemos pero que como mínimo la podemos y la tenemos que competir”, explica para DISRUPTORES - EL ESPAÑOL.
El informe Letta, indica Martorell, “propone crear un régimen digital por encima de los 27 estados que conforman la Unión Europea (UE), para que la tecnología pueda desarrollarse y escalarse con rapidez. A principios del próximo año, la Comisión Europea (CE) tiene previsto presentar la propuesta y me gustaría pensar que por una vez en la vida reaccionaremos rápido".
"Europa es el único territorio del mundo que teniendo la capacidad científica y tecnológica para ser soberano, no lo es. Me gustaría pensar que en una o dos décadas lo puede ser. Pero ser soberano no significa tener tecnología y cerrarse en ella, sino decidir en cada momento cómo procedes”.
Martorell, que fue el ponente invitado de la 11a Nit de la Robòtica, organizada anualmente por Enginyers Industrials de Catalunya y celebrada el pasado noviembre en Barcelona, dejó el BSC hace tan solo unos meses y dio el salto a la empresa privada.
“A lo largo de mi vida he llevado a cabo muchos proyectos y sentí que mi etapa en el Barcelona Supercomputing Center (BSC) ya había acabado porque o salía en ese momento o debía implicarme 10 años más”.
La visión de Mateo Valero
La trayectoria de la institución, que el pasado noviembre celebró sus 20 años de vida, es la historia de su director, el aragonés Mateo Valero, doctor ingeniero en Telecomunicación y profesor e investigador en arquitectura de computadores, con una visión de futuro espeluznante. “Él pensó que la supercomputación acabaría siendo fundamental para el desarrollo de la investigación en cualquier ámbito de conocimiento, una idea no tan evidente por aquel entonces”, expresa Martorell.
El centro fue creciendo combinando la idea de que surgirían ecuaciones imposibles de resolver sino se utilizaban grandes ordenadores con el hecho de que era necesario investigar también sobre la máquina, es decir, sobre los chips del futuro, los sistemas operativos y la investigación más relacionada con el uso de la supercomputación.
"La de la soberanía tecnológica es una carrera que quizá no ganemos, pero Europa puede y debe competir"
“Esto llevó a decidir que los científicos que necesitan la supercomputación para desarrollar su trabajo y los que investigaban sobre los ordenadores estuvieran todos dentro de la institución”. Esta ecuación fue del todo revolucionaria, “ya que en Europa estaban en entornos separados”.
Por tanto, el BSC nació con la idea de que no solo sería propietaria de la máquina sino que también sería una institución que albergaría investigadores centrados en la supercomputación del futuro. “El tiempo ha demostrado que esto es muy positivo porque crea un alto nivel de sinergias entre la investigación de futuro y las máquinas actuales, hechos que permiten posicionarte en el liderato absoluto de la investigación”, asegura Martorell.
La evolución de la IA
La segunda década de vida del BSC, los años en los que Martorell estuvo como director adjunto, estuvo muy influida por la evolución de la inteligencia artificial (IA). “Es muy útil para los científicos que en lugar de ecuaciones matemáticas tienen muchos datos. La IA permite crear patrones, reglas y normas, y se suma a la supercomputación clásica para hacer avanzar la ciencia, teniendo en cuenta además que la IA no existiría sin los grandes computadores porque los necesita para entrenarse”.
El Marenostrum 5, el último supercomputador instalado en el BSC, en diciembre de 2023, “está situado entre los 17 primeros de la lista de los Top 500 grandes ordenadores, aunque como este existen entre 20 y 30 en el mundo, la gran mayoría de ellos públicos”, advirtiendo de la inexistencia de datos sobre China. En Europa existen 20 supercomputadores, el último instalado en Alemania este mismo año y ya con la previsión de uno nuevo en Francia para 2026.
Pep Martorell durante su intervención en 'La Nit de la Robòtica'. Col·legi d'Enginyers de Catalunya
“Europa decidió hacer una compra escalada de superordenadores, a razón de uno al año, para garantizar que siempre habrá unos cuantos encabezando la investigación. No todos hacen lo mismo porque depende de la arquitectura computacional que se ha utilizado en su construcción”, y especifica que en el caso del Marenostrum 5 “está enfocado a simulaciones de clima, un tema que sabíamos que sería social y científicamente muy importante, mientras que otras máquinas están focalizadas en otros usos”.
Los superordenadores europeos tienen pues diferentes arquitecturas computacionales porque se busca la especialización. “De nada le serviría a Europa tener cinco máquinas iguales. De esta manera, la Comisión Europea indica el supercomputador más idóneo para cada proyecto que se le presenta”.
Supercomputación para todos
Martorell considera de vital importancia para la supercomputación que la CE haya sido capaz de convencer a los países de hacer un único mapa europeo en esta materia. “Esto ha permitido coordinarnos de tal manera que el conjunto de arquitecturas es capaz de dar respuesta a todas las necesidades de los científicos".
"Hoy en día podemos afirmar sin lugar a dudas que en supercomputación no hay ningún científico europeo que no pueda competir con sus colegas del resto del mundo por culpa de las capacidades computacionales. Es una buena práctica que tendría que aplicarse en otros entornos”.
"La inteligencia artificial no existiría sin grandes computadores"
Sin embargo, la supercomputación no es un ámbito amable para la empresa privada. “En Europa hemos conseguido situarnos a primer nivel mundial respecto a la capacidad de computación para la ciencia, pero no hemos hecho lo mismo para la I+D que se desarrolla en el mundo privado, todavía no”.
Sin embargo esta brecha parece que está a punto de diluirse con la nueva iniciativa anunciada a principios de este año por la CE y que debería ponerse en marcha durante el primer trimestre de 2026, que prevé impulsar las fábricas de IA (AI Factories), orientadas a la investigación empresarial.
Regulación y ética
La regulación europea y la ética en la tecnología son dos cuestiones por las que Martorell expresa una gran preocupación. “Existe una falsa dialéctica sobre la normativa europea. A menudo se critica que Europa regule cuando no lidera y parece que quieren que creamos que si no reguláramos seríamos líderes, y no es cierto. Creo que la regulación europea está bien hecha porque no incide sobre la tecnología sino sobre su uso”.
En cuanto a la ética, el exdirector adjunto del BSC está preocupado por el impacto que tendrá la implementación masiva de la IA, “que afectará a nuestras capacidades cognitivas, y no solo en las personas más jóvenes, también en el ámbito del desarrollo profesional”, un debate que ya se ha iniciado en el mundo anglosajón.
Imagen de la nueva sede del Barcelona Supercomputing Center. BSC
Apunta que “nos hará diferentes, mucho más rápidos en algunas capacidades y menos en otras. Por ejemplo, si acabamos dedicando un menor esfuerzo a leer textos profundos y complejos porque nos ayudamos masivamente de la IA, seguramente desarrollaremos menos capacidad de pensamiento crítico, y esto claramente no es bueno".
"Creo que no tendríamos que considerar positivo reducir radicalmente el esfuerzo mental”, añade.
Nueva etapa en Invivo Partners
Martorell se incorporó el septiembre pasado como socio a la gestora de inversión barcelonesa Invivo Partners, enfocada en proyectos biotecnológicos. “Buscaba un proyecto en el mundo privado que me permitiera estar en contacto con el mundo de la ciencia”. La gestora tiene previsto lanzar un nuevo fondo, el cuarto de la compañía, especializado en deep tech combinada con IA, con el objetivo de levantar entre 100 y 120 millones de euros.
“Creemos que hay una gran oportunidad de mercado a nivel mundial y en Europa ésta es mayúscula porque hay un nivel científico espectacular, se esperan inversiones destinadas a la soberanía tecnológica y el ecosistema europeo de startups todavía no está a nivel del estadounidense, por tanto las valoraciones y los precios de los proyectos son todavía muy razonables”.
Martorell está ahora al otro lado de la mesa, “y esto me permite ver desde primera fila todo lo que está pasando”. Y nos cita para dentro de cuatro, cinco o seis años, “para explicarles si todo esto ha funcionado y teníamos razón”. Ahí estaremos.