Estaba yo tomando algo en una terraza cuando vi una bici pasar conducida por una persona que llevaba el casco sin abrochar, una cosa que me indigna enormemente. ¡Parece que la gente no entiende que el casco se lleva por la propia seguridad, no para que no te multen!

A partir de aquí empecé a pensar en cómo los desplazamientos sostenibles pueden respaldar las estrategias ESG de las organizaciones y en la creciente importancia de los medios de transporte sostenibles: transporte público mejorado; vehículos eléctricos, bicicletas, patinetes… La primera conclusión a la que llegué era la más obvia: que la mayoría de ciudades son cochistas porque fueron diseñadas en otra época. 

Es importante asumir el papel clave que tienen las distintas Administraciones públicas para posibilitar esta transformación no sólo adecuando las infraestructuras, sino también incentivando fiscalmente el uso de medios de transporte más eficientes y mucho más sostenibles.

En países como Inglaterra o Bélgica, por citar algunos, hace años que decidieron dar las máximas facilidades para que la gente viese los beneficios de ir en bicicleta al trabajo, eso que ellos llaman cycle-to-work; desde cuestiones directamente relacionadas con la salud física y mental, hasta beneficios fiscales, pasando por la reducción de la huella de carbono y que contribuimos a mantener limpio el aire que todos respiramos...

Una derivada de ello ha sido el nacimiento de interesantes startups y proyectos, por ejemplo los servicios de suscripción que pueden incluir la bicicleta y el equipamiento necesario para usarla de manera segura.

Este año se celebra el 20 aniversario de la Semana Europea de la Movilidad y el tema elegido ha sido "Seguro y saludable con movilidad sostenible". He estado leyendo sobre varias de sus iniciativas, me gusta cuando hablan de la oportunidad que tenemos ante nosotros, la oportunidad de reflexionar derivada de la crisis sanitaria que nos ha tocado vivir.

Cuando veo datos sobre accidentes, veo que el 38% de todos los accidentes mortales ocurren en vías urbanas; veo que más del 50% de estas muertes están relacionadas con ciclistas o peatones y que existe una clara causalidad entre la velocidad de un automóvil y la gravedad de la lesión de un ciclista o peatón.

Nos indican que en 2018 murieron alrededor de 9.500 personas en Europa en este tipo de accidentes, cifras muy preocupantes que requieren de la acción decidida de todos para reducirlos. Es bueno que se penalice a los conductores más peligrosos (no son sólo los ebrios y/o drogados), pero también debemos abordar la capacitación de los conductores para que sepan convivir y respetar al creciente número de usuarios de micromovilidad. Todo ello sin olvidar que estos usuarios también tienen que poner de su parte, respetando las normas, usando el casco adecuadamente...

La Comisaria de Transportes de la UE, Adina Vălean, dijo que “un sistema de transporte limpio, inteligente y resistente es el núcleo de nuestras economías y es fundamental para la vida de las personas”. Coincido plenamente, pero quiero que interpretemos la palabra inteligente del modo más amplio, no sólo pensando en los datos, la analítica y la inteligencia artificial; sino en ser lo suficientemente inteligentes para protegernos y para proteger al resto. Es obligación de todos hacer que las ciudades sean más seguras y más sostenibles. 

En clave española os recordaré que el año pasado Bilbao ganó el Premio de Seguridad Vial Urbana de la UE y que tenemos empresas tan innovadoras como Closca. Me encanta oírles hablar de su filosofía y de que sus usuarios son embajadores del cambio. Hace un tiempo una persona que se preocupa mucho por mi seguridad me regaló uno de sus primeros cascos y me alegra ver que se ha convertido en un icono de la nueva micromovilidad. 

En clave asiática, os recomiendo que descubráis a Bryan Zheng, fundador de Livall, la marca pionera de cascos inteligentes. Unos cascos con la última tecnología que aumentan la seguridad de sus usuarios incluyendo cosas como la luz trasera que aumenta de intensidad al desacelerar, los intermitentes, localizador GPS o alerta SOS con sensor de caídas.

Ya por cerrar, volviendo a la Semana de la Movilidad Europea, deciros que me gustaría ver que nuestros amigos de La Haya nos inspiran con su iniciativa de este año: recoger y reparar bicicletas viejas y abandonadas que se encuentren en la ciudad y donarlas a personas que no puedan permitirse comprar las suyas.