Reindustrializar España: una urgencia estratégica para el desarrollo del país
El sector industrial genera empleo cualificado, valor económico y capacidad exportadora, pero sigue sin el reconocimiento social y político necesario. El peso simbólico del turismo eclipsa el valor real de la industria en la economía española.
El peso del turismo en la economía nacional es innegable. Así lo indican las cifras, que reflejan cómo este ámbito representa cerca del 13% del PIB, con una notable incidencia en el empleo y en la economía. Sin embargo, más allá de las estadísticas, la consideración del turismo como un sector estratégico -y casi hegemónico- para España tiene más que ver con un imaginario colectivo que le concede una importancia que, en ocasiones, puede llegar a minimizar la trascendencia que también tienen otros sectores. Diferentes estudios recientes que analizan este contexto no niegan esta relevancia, pero sí la ajustan a una realidad que también reflejan los números, en los que el sector industrial resulta aún más determinante.
Esa es, al menos, una de las conclusiones que arroja el informe ‘Síntesis de los resultados del estudio sobre el sector industrial en España’ impulsado por Finanzauto junto con GAD3. Un documento que traza una visión integral del rol y el alcance del sector industrial en España. El análisis gira en torno a parámetros macroeconómicos, pero también abre la puerta a ese factor más o menos subjetivo que tiene que ver con las percepciones y los prejuicios de una parte de la población.
Pero empecemos por los números. Actualmente, según este informe, el sector representa el 16,1% del Valor Añadido Bruto (VAB). Es un dato relevante porque indica qué grado de valor se aporta a los bienes y/o servicios durante el proceso productivo. Por eso, atendiendo a la cifra, llaman la atención dos cosas: por una parte, que España está por debajo de la media europea, que se sitúa en el 20,5%; por otra, que hay una tendencia a la baja desde los años 90.
¿Qué quieren decir ambas cosas? A grandes rasgos, reflejan que España tiene un menor nivel de industrialización y que, además, sufre una pérdida de protagonismo de este sector frente a la terciarización económica. Es decir, en nuestro contexto se promociona con mayor énfasis todo lo relacionado con los servicios, especialmente el turismo.
Sueldos por encima de la media
Sin embargo, el estudio impulsado por Finanzauto deja algunos puntos para el optimismo. Por ejemplo, en lo relativo al empleo, que es una de las mayores preocupaciones de la ciudadanía. En este ámbito, señala el documento, el sector industrial puede presumir de que hasta el 90% de los contratos que maneja son indefinidos, y los sueldos superan en un 18% la media nacional. Además, de las 2,91 millones de personas adscritas a estas actividades, el 52% cuenta con formación técnica o universitaria, lo que demuestra la buena preparación de estos trabajadores.
El único punto débil en cuanto a educación viene dado porque apenas el 12,7% del alumnado español cursa Formación Profesional de carácter industrial, frente al 21% de los jóvenes que lo hacen en Austria o el 27% en Alemania, por citar dos países del ámbito europeo.
Otros datos clave que describen el sector pasan por el nivel de inversión en I+D de origen privado que aglutina, que en este caso supone el 48% del total. Además, concentra el 38% de las empresas innovadoras. En cuanto a la tipología de las mismas, proliferan claramente las pymes, que representan el 99% de estas sociedades; de hecho, aproximadamente un tercio del empleo que se genera en este ámbito corresponde a aquellas que tienen menos de 10 trabajadores. Pese a esta atomización de los actores que participan, una simple mirada al mapa revela cómo cuatro comunidades autónomas -Cataluña, Andalucía, Comunidad Valenciana y Comunidad de Madrid- concentran el 56% del total de la facturación industrial del país. Otro reto a resolver que va de la mano del desafío demográfico.
El turismo gana en cuanto a percepción
El estudio recoge y hace uso de todo tipo de fuentes estadísticas procedentes de organismos oficiales españoles o internacionales, como el Instituto Nacional de Estadística (INE), diferentes ministerios, Eurostat o la OCDE, entre otros. Sin embargo, el valor añadido que aporta este trabajo es la capacidad de reinterpretar estos números en base a los otros dos pilares que sustentan la metodología empleada. Por un lado, las encuestas a la población, a partir de las cuales es posible extraer tendencias generales y percepciones sobre lo que es y no es el sector industrial y su peso en el ecosistema económico. El otro eje son las entrevistas en profundidad a expertos: representantes de asociaciones industriales, directivos o profesionales técnicos.
Toda la información generada en estas líneas y la experiencia de los analistas de la consultora permite trasladar un enfoque multidimensional del sector industrial. Para el lector, supone un análisis contextual preciso, así como una reflexión en torno a los conceptos más arraigados, que generan un relato de posicionamiento y consideración más favorable al turismo que al resto de sectores, incluido el industrial.
Y hay cosas muy llamativas. Por ejemplo, la manifiesta desconexión que existe entre la relevancia y el reconocimiento del sector industrial, según se desprende de las opiniones del público en general. Si bien más del 90% de la ciudadanía considera que el sector industrial es muy importante para el desarrollo de España, solo el 13% lo considera el más relevante. El turismo, nuevamente, con un 37%, es percibido como el principal motor económico, a juicio de los españoles. Los expertos consultados para el informe hablan directamente de que la industria "queda eclipsada por el turismo ante la opinión pública".
La visibilidad de la actividad turística parece tener una incidencia directa en su consideración. Este factor puede explicar la situación inversa: la relativa falta de publicidad de la empresa privada es una de las razones por las que apenas un 43% de las personas considera que la industria ha crecido y se ha modernizado en la última década. En consonancia con este dato, también se ponen de manifiesto prejuicios muy marcados en torno a las actividades que más representan al sector. En general, la metalurgia, la automoción y las energías renovables son las más fácilmente identificables.
Se trata de una visión reduccionista. Así lo explican los expertos citados en el trabajo, quienes, sin negar la importancia del turismo, abogan por que sea precisamente la industrialización el vector de un desarrollo económico y social. Resulta interesante atender a cómo estas figuras identifican los desafíos presentes y anticipan y sugieren algunas soluciones para acometer esta reindustrialización, urgente para revitalizar un sector que parece estar en recesión.
Desafíos de los países de la zona Euro
En el resto de países de la Unión Europea hay circunstancias que juegan en contra de esta necesidad. Lo heterogéneo de los Estados miembros de la UE es un hándicap, si bien el argumento más definitorio es que, en general, la industria europea tiene un problema de competitividad importante por varios factores: primero, los elevados niveles de regulación, que generan costes administrativos y retrasos en los proyectos; segundo, los costes energéticos, que son desproporcionadamente altos en la UE; y, tercero, el abastecimiento estratégico, ya que durante los últimos 20 o 25 años hemos permitido que China se convierta en la gran factoría del mundo, según diferentes asociaciones industriales consultadas para el estudio.
"Todo ello hace que otras economías tradicionalmente muy poderosas, como Alemania o Francia, también estén atravesando una enfermedad grave, que nos puede llevar a la tumba", se cita en el informe. Es un síntoma que debe servir para que en España, donde estos expertos detectan una endémica "tendencia a quedarse atrás", se impulse la promoción del talento. Ya sea porque la falta de mano de obra cualificada lastra el desarrollo del sector, o porque tampoco se encuentran vías para atraer a los jóvenes. Es aquí donde sobresale el dato de la FP apuntado previamente, intensificado por otro igualmente revelador: en 2023 se quedaron sin cubrir hasta 100.000 vacantes industriales.
Ayudaría en este punto, al menos, impulsar un relato más sólido en torno al potencial del sector para posicionarse como un verdadero pilar de modernización y prestigio internacional. Pero, incluso yendo más allá, lo que demandan estos expertos consultados en el informe es elevar la necesidad de esta reindustrialización a un proyecto político y cultural del país. Para avanzar en esa dirección, se subraya la necesidad de establecer un compromiso firme por parte de las administraciones, inversiones sostenidas en innovación y formación, y una colaboración más estrecha entre gobiernos, empresas, sociedad y sistema educativo.
Y es que, aun en un contexto de relativa inestabilidad global por las crisis energéticas y los conflictos geopolíticos, este estudio se erige en una instancia optimista para aprovechar la ventana de oportunidad que se abre para el sector industrial. Los argumentos giran en torno a la capacidad exportadora y empleadora, ante la que hay que anteponer una agenda sostenible de políticas, inversión y relato. Se trata de reducir la dependencia de terceros países y minimizar su connivencia con el sector servicios para ser más competitivos: "Hay mimbres en este país para que, si hay una estrategia industrial con fondos asociados, como dice la Comisión Europea, podamos dar un salto cuantitativo y cualitativo", reflexiona el documento.