Los escitas fueron un pueblo nómada del mundo antiguo que cabalgaron por las estepas que se extienden al norte del mar Negro entre los ríos Danubio y Don. Durante más de tres siglos, aproximadamente entre 700 y 300 a.C., sirvieron como puente móvil que unía las diversas sociedades sedentarias de Europa y Asia y desempeñaron un papel fundamental en el desarrollo y la transferencia de tecnologías, idiomas, creencias y productos básicos entre Oriente y Occidente.

Hábiles jinetes y precisos arqueros, este misterioso pueblo de "de ojos muy azules y cabellos color de fuego", como definió a sus miembros el historiador Heródoto de Halicarnaso, derrotó a los ejércitos del rey persa Darío I y enterró a sus soberanos en kurganes, grandes túmulos funerarios en los que se depositaban impresionantes objetos de oro y restos de sirvientes y animales sacrificados para acompañar a los miembros de la élite en su viaje hacia el más allá.

Heródoto, el considerado padre de la historia, también recogió en sus obras que los guerreros escitas, como rito de iniciación, debían beber la sangre del primer hombre al que matasen. Además, recolectaban las cabezas de sus enemigos derrotados en combate y se las presentaban a su rey, arrancaban las cabelleras para atarlas a sus monturas e incluso usaban estos cráneos, que a veces recubrían con láminas de oro, para beber. Otro escabroso ritual consistía en utilizar piel humana de sus víctimas para todo tipo de usos: la de la mano izquierda, por ejemplo, servía para recubrir los carcajes.

Reconstrucción gráfica de los carcajes escitas con la localización aproximada de los restos conservados. M. Daragan

Algunas de estas macabras costumbres relatadas por el historiador griego han sido confirmadas por la arqueología. Por ejemplo, en cuatro grandes kurganes pertenecientes seguramente a miembros de la realeza escita y hallados en el sur de la moderna Ucrania los arqueólogos han documentado una serie de enterramientos de hombres, mujeres y niños que fueron asesinados como parte del rito funerario para despedir al ocupante principal del túmulo. La descripción de que los súbitos se automutilaban dedos y orejas en este tipo de ceremonias también ha sido confirmada en otro yacimiento de la región.

De lo que hasta ahora no había constancia arqueológica era de que los escitas usaban la piel de sus enemigos muertos para elaborar trofeos de cuero, como fundas de carcaj, una caja portátil para flechas. Pero un estudio publicado este miércoles en la revista PLOS ONE en el que se da a conocer un "descubrimiento sorprendente" confirma que la información de Heródoto respecto a esta práctica también era cierta. La investigación, liderada por Luise Ørsted Brandt, de la Universidad de Copenhague, presenta los resultados del primer estudio sistemático sobre las especies animales utilizadas por este pueblo nómada para fabricar cuero, uno de los materiales más importantes con el que hicieron ropa, zapatos y otros objetos.

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Los científicos han realizado análisis de proteínas antiguas conservadas en 45 muestras de cuero y dos artículos de piel recuperados en 18 tumbas documentadas en 14 yacimientos del sureste de Ucrania adscritos a la cultura escita y fechados entre los siglos V-IV a.C. Los resultados han desvelado un sofisticado conocimiento a la hora de procesar esta materia y muestran que para la producción de cuero se utilizaban principalmente especies domésticas, como ovejas, cabras, vacas y caballos, mientras que los objetos de piel se hacían con animales salvajes como zorros, ardillas y felinos.

La mayoría de las piezas de cuero estudiadas conformaron hace unos 2.500 años algunos de los elementos más característicos de los escitas, como los citados carcajes, algunos de los cuales conservaban restos de pigmentos rojos, y otros estuches para almacenar y transportar de forma segura tanto las flechas como los arcos. Los guerreros de este pueblo fueron arqueros muy diestros, lo que se refleja tanto en la iconografía como en los ajuares descubiertos en sus enterramientos. Entre los restos de dos de estas aljabas recuperadas en sendos kurganes se han identificado evidencias de piel humana.

Un collar de oro recuperado en el kurgan de Tovsta Mohyla, en Ucrania. Polidovich

"El cuero más inusual, carnívoro y humano, parece haber sido utilizado en las partes superiores de los carcajes. Esto puede indicar que cada arquero fabricó su propia aljaba empleando los materiales disponibles en ese momento", valoran los investigadores en el artículo científico. Además, este material también se usó como un elemento estructural importante de las armaduras de escamas, que estaban cosidas sobre una base de cuero.

"Estos resultados nos ayudan a empezar a analizar la economía de la explotación animal de los escitas no solo para obtener alimento, fibras o ejemplares para tirar y montar, sino también para hacerse con otro material esencial pero rara vez tenido en cuenta: el cuero", resumen los autores en sus conclusiones. "También identificamos hasta dos aljabas compuestas al menos parcialmente de piel humana, lo que respalda la afirmación de Heródoto de que ciertas partes de algunos carcajes escitas en realidad estaban hechos con piel humana, tal vez de enemigos derrotados".