Trescientos operarios y trescientos metros cuadrados de plató. Esas son las medidas del único debate presidencial que acogerá esta campaña. No habrá partido de vuelta, como sí ocurrió antes del 28-A. Por eso los candidatos, a excepción de Pablo Iglesias, se bunkerizaron en Madrid este domingo para preparar el asalto.

Aunque fabricado por Televisión Española, también será emitido por Antena 3, que hace siete meses disfrutó de su propio formato. Será moderado por Vicente Vallés y Ana Blanco. Finalmente -este fue el aspecto más polémico durante los preparativos- sí habrá preguntas de los moderadores.

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La principal diferencia respecto a los anteriores está en el número de contendientes. Santiago Abascal, aupado por los escaños obtenidos en abril, debuta este lunes. Íñigo Errejón, al no contar con representación parlamentaria, se queda fuera. La presencia de Vox alterará, seguro, las estrategias del resto, que se verán obligados al cuerpo a cuerpo con un adversario que sobrevoló, como si fuera un fantasma, las dos últimas contiendas.

En ese previsible "todos contra Sánchez", Pablo Casado se jugará sus aspiraciones de alcanzar Moncloa y Albert Rivera defenderá su supervivencia. Pablo Iglesias peleará por su suelo electoral y Santiago Abascal pugnará por que su auge cristalice.

Sánchez espera un "todos contra él"

El presidente del Gobierno en funciones despejó su agenda desde el sábado por la tarde. Su última aparición fue en un mitin de Mislata (Valencia), celebrado un día antes. Por la tarde, La Sexta emitió una entrevista con él, pero estaba grabada de antemano.

Según fuentes socialistas, Pedro Sánchez prepara la cita en "contacto permanente" con su Comité electoral, formado por José Luis Ábalos -su coordinador de campaña-, Adriana Lastra -que participó en el debate de portavoces de este viernes- o Santos Cerdán.

"Sabemos que será un todos contra Sánchez", especifican desde su equipo. El candidato socialista, a tenor de lo desvelado por sus colaboradores, buscará dibujar a los demás -y exculparse él- como los causantes de la repetición electoral. El PSOE prevé un debate duro y de golpes directos. Ante esa tesitura, el candidato tratará de exhibir "firmeza" y "serenidad".

Este viernes, PP, Ciudadanos y Vox adelantaron la clave de bóveda del acoso y derribo que emprenderán contra Sánchez: "¿Cuántas naciones hay en España?". Una cuestión que Lastra no consiguió aclarar.

Casado, el reto del "presidenciable"

Tal y como reflexiona uno de los participantes, no siempre funciona el ataque a aquel con el que te juegas los escaños. Pablo Casado, en cada reyerta, se enfrentará -algo similar le sucederá a Rivera- a este dilema: ¿discutir con Sánchez o hacerlo con sus adversarios directos?

En Génova, se da por seguro un gran crecimiento en las elecciones del 10-N. También se da a Rivera por amortizado, y ya no lo consideran un rival de calado en la lucha por liderar la oposición. No obstante, Casado sabe que el de Ciudadanos se crece en los debates y que tampoco podrá adoptar un perfil demasiado conservador.

Por otra parte, las palabras de Cayetana Álvarez de Toledo -"el PP fue profundamente anticatalán, entregamos todo el poder al nacionalismo"-, pueden constituir un filón para Rivera y Abascal.

Casado sí dio un mitin este domingo e ironizó acerca de que los demás no lo hicieran -para prepararse el debate-. Lo hizo en Madrid, arropado por el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, y la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso.

Rivera y el deseo de la "remontada"

Albert Rivera estableció su centro de operaciones en la sede de Ciudadanos, número 253 de la calle Alcalá. Le acompañaron varios miembros de su gabinete y también conversó con José Manuel Villegas y Fernando de Páramo. Los dirigentes liberales prefieren no desvelar detalles, pero esbozan una media sonrisa cuando se les pregunta por el atrezzo.

En los últimos debates, Rivera fue quien más objetos y gráficos se sacó de la manga. Tuvo que llevarlos en un maletín. En la fiesta de EL ESPAÑOL, lanzó en broma: "He alquilado un camión".

El principal reto de Rivera pasa por "encontrar el tono". Un equilibrio entre la crítica y la esperanza, entre el dardo y la propuesta. Casado y Abascal -que comparten con él parte de su caladero de votos- tratarán de invisibilizarle. Deberá confrontar con Sánchez para mantenerse como "alternativa de gobierno".

El candidato de Ciudadanos siempre ha disfrutado de los debates. Los considera "su especialidad". En su gabinete, se mira a los dos anteriores como claves del "gran éxito" del 28-A.

Iglesias, a desmontar a los "constitucionalistas"

Pablo Iglesias fue el único de los cuatro candidatos que, este domingo, se desplazó fuera de Madrid. Lo hizo a La Coruña, donde congregó a cerca de 2.000 personas. Empleó su intervención para calentar el debate: "Quiero saber con quién va a pactar Sánchez, mañana se lo pregunto".

El secretario general de Podemos preparará el debate fundamentalmente este lunes, ya que no tiene actos ni entrevistas en su agenda. En el plató tratará de mantener un tono tranquilo y moderado -similar al que logró en abril y le dio tantos réditos- para instalar las siguientes cuestiones:

Iglesias quiere que los votantes sepan qué pactos van a hacer los partidos, y sobre todo a qué está dispuesto Sánchez. Él aclarará que su opción es coalición de Gobierno progresista con el PSOE. Tratará de culpabilizar al PSOE del bloqueo y describirá al presidente en funciones como alguien dispuesto a negociar con "la derecha". Por otro lado, y para "desmontar a los que se dicen constitucionalistas" -PP y Cs-, tratará de dar la vuelta a la Carta Magna, como ya hizo en la campaña anterior.

"Es el único que de verdad habla de la Constitución. El texto tiene una lectura que desenmascara a Rivera y Casado. Bastará con eso porque el 10-N va de credibilidad", cuenta a este diario uno de los colaboradores más próximos a Iglesias. Y es que Iglesias quiere que no se hable tanto de Franco o Cataluña sino de los derechos sociales, esos recogidos en la Constitución, que ya blandió en los debates del 28-A.

Santiago Abascal o el riesgo de la novedad

El líder de Vox despejó su agenda este domingo para dedicarse exclusivamente a la preparación del debate. Trabajó junto a sus colaboradores más cercanos y escuchó a Iván Espinosa de los Monteros, único precedente de la derecha radical en un evento similar.

Su portavoz en el Congreso se batió el pasado viernes por la noche con Inés Arrimadas, Cayetana Álvarez de Toledo, Adriana Lastra, Aitor Esteban y Gabriel Rufián. En todo momento, trató de erigirse como "único voto seguro para frenar a Sánchez". Abascal, este lunes, también tratará de dibujar a PP y Ciudadanos -sus adversarios directos- como "formaciones dispuestas a investir al PSOE con tal de garantizar el desbloqueo".

Está por ver si el candidato del partido, al igual que hizo Espinosa de los Monteros, elige una cara amable -sólo contundente en lo referido a Cataluña- que deje a un lado sus propuestas más agresivas: la expulsión de todos los inmigrantes irregulares, las armas en domicilios para la defensa propia, la derogación de la ley de violencia de género, la ilegalización de los partidos nacionalistas...

En el debate, Vox se jugará el capital acumulado de las encuestas. Los sondeos, incluido el último publicado por este periódico, pronostican casi 50 escaños para la extrema derecha.

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