Era la primera vez que comparecía desde las elecciones en Cataluña. Pablo Iglesias ha dejado que pasen todas las fiestas navideñas para reconocer ante el Consejo Ciudadanos Estatal de Podemos que la estrategia que trazó para Cataluña falló. El líder de Podemos hace autocrítica, hacia dentro y hacia fuera, pero no ofrece ninguna vía para resucitar un partido al que se le escapan votos por todos los lados.

Más allá de anunciar una proposición de ley de impuesto a la banca que su grupo llevará al Congreso esta semana y reclamar a Mariano Rajoy que vuelva a celebrar el Debate del Estado de la Nación en el Parlamento, Pablo Iglesias no brindó a su partido ningún plan para amortiguar la fuga de votantes durante este nuevo año.

El líder de Podemos apeló al espíritu del 15M para intentar recuperar el terreno que en las últimas elecciones cedió a PSOE y Ciudadanos sin especificar cómo volver a conectar con la sociedad. Reconoció sin titubeos que el referéndum pactado que propuso para desatascar la situación en Cataluña no caló entre la ciudadanía catalana, que dejaron a En Comú Podem como la quinta fuerza más votada. Este resultado es, para Pablo Iglesias, "muy malo", aunque insiste en que su solución al conflicto es la única vía para reconducir la situación catalana.

Iglesias hizo hincapié en que Podemos no supo trasladar el mensaje a los potenciales votantes. "Parecía que estábamos hablando a otros partidos. No hablábamos del día a día que afecta a millones de compatriotas", lamentó.

Los trapos sucios se lavan en casa

La autocrítica de Iglesias durante 2017 no se circunscribió solo a Cataluña. El líder morado también afeó a compañeros de partido que no hayan sabido lavar los trapos sucios en casa. Antes y después de Vistalegre 2 todas las facciones de Podemos se acusaron mutuamente titular a titular. Iglesias ha aprendido que deben utilizar otras vías, sus propios órganos de discusión, para evitar que ellos mismos sean sus peores enemigos.

Para el líder de Podemos, que las clases populares no hayan encontrado a su partido como una referencia se debe, en parte, a que se han dedicado mucho más al trabajo institucional que al conflicto de la calle. Por eso ha pedido retomar el espíritu del 15-M, aquel que sí supieron capitalizar los morados, para reconquistar el edén perdido.

Hijos del 15-M

"Nosotros somos hijos del 15-M. Se puede hablar, se podía hablar y se puede seguir hablando de una crisis social. El 15-M señaló un horizonte democrático que tuvo en Podemos su expresión electoral más clara". Y pidió "coherencia" para defender la "democracia" y la "fraternidad" para "coser" un nuevo "acuerdo territorial".

Iglesias también hizo una breve reflexión sobre lo que supone ser el líder de una formación que hace aguas y se comprometió ante sus compañeros que si quieren que dé un paso al lado, lo dará. "Tenemos que asumir lo que implica el liderazgo. A los que cuestionan el poder desde posiciones de liderazgo se les va a atacar siempre. A los que no lideran se les pude mimar y favorecer mientras no supongan una amenaza. Esto siempre ha sido así, así que no voy a buscar excusas ni chivos expiatorios".

Sin el PSOE como aliado

Iglesias dibujó un panorama político donde Podemos no tiene ya aliados y señaló al PSOE de Pedro Sánchez como uno de los aliados del Gobierno de Mariano Rajoy, sustentado por Ciudadanos. "El PSOE ha renunciado a que seamos su socio preferente, y eso no es una buena noticia". El líder de los morados dijo del secretario general de los socialistas que "se ha hecho viejo muy pronto" y le criticó por hacer "lo mismo que Susana Díaz". Además, dio por amortizada poder sacar adelante una moción de censura para echar al PP de Moncloa porque entiende que los socialistas ya son socios del PP.

Tampoco se olvidó en su reaparición Iglesias de acusar a Albert Rivera de "mentir en campaña" y ser socio preferente de Rajoy cuando antes dijo que nunca lo apoyaría. Ya al final, Iglesias volvió a abrir fuego contra Felipe VI, a quien señaló como el principal obstáculo para ejecutar las reformas que España necesita. El rey es, a su juicio, "uno de los instrumentos" de los poderosos para evitar un "avance progresista".