Los más de 400 brotes de Covid-19 detectados en granjas de visones de todo el mundo han puesto la atención en la cría en cautividad de estas especies. Las variantes de cepas que ponían en duda la efectividad de las vacunas hicieron 'temblar' a estas explotaciones que animales que, en España, han disminuido en un 20% desde que comenzara la pandemia.

Concretamente, y según cifras del Gobierno de España, las granjas de visón americano han pasado de ser 32 a 26. De las 6 que han desaparecido, tres han cesado su actividad temporalmente por haber sido sometidas a "vacío sanitario" debido a haber resultado positivas a SARS-CoV-2, y el resto han cerrado por "otras razones".

El dato en España es elevado, sobre todo porcentualmente, pero nada si se compara con los datos de los vecinos de la Unión. Con la crisis generada por las mutaciones en estos animales, en Europa ha pasado de haber 2.726 explotaciones a 755, según los datos de la patronal Asociación Europea de Peletería. Una caída del 73%.

Estos animales, criados con fines textiles, son la única especie de mustélidos para los que existe evidencia científica de que son susceptibles de infección por SARS-CoV-2. Y lo más peligroso de todo, su posible mutación y posterior transmisión a humanos.

Esto llevó al Gobierno de Dinamarca a erradicar todas las granjas de estas características. Decisión que no se tomó en España por el consenso de organizaciones internacionales que pedían un control local de los brotes.

En este sentido, ni el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC), ni la Organización Mundial de la Salud (OMS), ni la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), ni la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) han recomendado en ningún momento el cierre de las granjas de visones por motivos sanitarios relacionados con el SARS-CoV-2.

Por todo ello, sólo se insta al sacrificio del animal si se percibe un brote que puede afectar a los humanos. Como ocurrió en Dinamarca. En esos momentos, el Gobierno danés iba a ciegas en el tema (era el primer brote notificado) y sacrificó a 17 millones de ejemplares.

El problema

La voz de alerta del peligro que suponían para la Salud Publica las mutaciones en estos animales la dio el Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) emitiendo, en noviembre de 2020, una advertencia respecto a los casos de coronavirus observados en granjas de visones y su transmisión a humanos.

En su documento concluían que la infección pasaba con "facilidad" entre ambas especies y que en visones "el virus puede acumular mutaciones de manera más rápida", lo que supone un peligro de cara a las vacunas que se estaban desarrollando.

Su sospecha se refutaba en que se habían encontrado 12 casos en seres humanos en los que el virus experimentaba cambios genéticos en la proteína S, que forma la espícula del virus (los ‘salientes’ de la pelota, en las representaciones gráficas) y a la que se dirigen los anticuerpos para bloquearlo.

Al ser esta el objetivo de la mayoría de vacunas que se están desarrollando, un cambio en su composición puede comprometer su eficacia.

Consiguientemente, las variantes que se creaban cuando el virus pasaba por los visones y luego volvía a los humanos eran "menos susceptibles a anticuerpos neutralizantes".

El organismo europeo advertía que, de expandirse, "podrían afectar potencialmente a la efectividad general de las vacunas", y que el establecimiento de reservorios del virus en visones "puede dar lugar a variantes problemáticas del virus en el futuro".

Según el informe del ECDC, las variantes relacionadas con los visones no tienen más capacidad infecciosa ni sus síntomas son más serios que aquellas no asociadas a las nuevas mutaciones.

Noticias relacionadas