Nathan Grossman, director de 'Climate in Therapy'.

Nathan Grossman, director de 'Climate in Therapy'. Cedida AWFF

Referentes Día Internacional contra el Cambio Climático

El cineasta que llevó a un grupo de científicos climáticos a terapia: "Se habla poco del efecto emocional de esta crisis"

Nathan Grossman sentó a varios expertos con un psicólogo y una cámara; su 'Climate in Therapy' participó este mes en el Another Way Film Festival.

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"Abra una botella de ansiedad climática. Vierta su contenido en una olla a presión. Luego añada una cucharadita de terror, una dosis mayor de rabia y tres gotas de una profunda decepción en la humanidad". Si sigue estos pasos, creará nada más y nada menos que un científico climático.

Con esta descripción se promociona Climate in Therapy (2025), el último documental del cineasta sueco Nathan Grossman, que se presentó en la última edición del Another Film Festival, el festival de cine sostenible celebrado en octubre en Madrid.

En su película, reúne a siete científicos expertos en medio ambiente en un hotel del estado de Nueva York, en Estados Unidos. Allí, orquesta varias sesiones de terapia en grupo de la mano de un psicólogo, Richard, quien desentraña los miedos y ansiedades de quienes, en su día a día, trabajan para poner sobre la mesa los datos y la evidencia científica de la crisis climática.

El proyecto, cuenta Grossman a ENCLAVE ODS, surge de su propia inquietud, pues no es nuevo a esto del colapso ecológico: en el apogeo de la lucha climática juvenil siguió a la activista sueca Greta Thunberg de cerca para, en 2020, retratar su conversión en icono del activismo en su documental Yo soy Greta.

Desde entonces, asegura, se le quedó esa "espinita clavada" de profundizar en el tema desde un punto de vista más "académico". "Los jóvenes hablaban de su ecoansiedad, pero a los científicos solo les escuchamos hablar de cosas técnicas", indica.

Y matiza: "Muy pocas veces les oímos mencionar el proceso emocional que viven y su relación con lo que están estudiando". Por eso, cuenta el cineasta, empezó a hacerles una pregunta sencilla, pero que les dejaba "perplejos": "¿Cómo te sientes respecto al cambio climático, cómo te afecta?"

Grossman confiesa que "ni siquiera entendían lo que les preguntaba". "Decían que si estaba seguro de que quería saber lo que sentían y no lo que pensaban", indica. Fue esa reacción la que le hizo poner sobre la mesa el plan de trabajo de Climate in Therapy.

Al estilo de Lynch

Esos fueron los primeros pasos de una película sobre la que Grossman insiste que "no va de icebergs que se derriten", sino más bien que es una "cinta psicológica casi del tipo de David Lynch o Charlie Kaufman".

Lo que hace durante poco más de una hora es subvertir el lenguaje de los laboratorios y universidades —"preciso y objetivo"— y buscar uno "común" entre los científicos, el psicólogo y la cámara.

Fotograma de 'Climate in Therapy', donde aparecen todos los científicos involucrados en el documental.

Fotograma de 'Climate in Therapy', donde aparecen todos los científicos involucrados en el documental. Cedida AWFF

"Fue muy interesante ver cómo las palabras que se utilizan, la manera de expresarse en el mundo académico, puede limitar a las personas en su propio desarrollo emocional", afirma el cineasta.

Pese a esa dificultad comunicativa que se aprecia en los primeros minutos de metraje, "la película trata en gran medida de lo importante que es para quienes trabajan en estos ámbitos académicos encontrar un lugar en el que hablar de sus emociones".

Y matiza que, aunque él lo haya capturado con su lente, no necesariamente requiere de visibilidad pública, ni publicidad. "Necesitan, al menos entre ellos, encontrar una comunidad".

Grossman recalca que lo más positivo de la experiencia tras este documental no está tanto en la terapia compartida, sino en que los científicos se hallan "reunido con compañeros de profesión y hayan encontrado un lugar seguro".

Las preguntas correctas

Para el cineasta sueco, es indispensable cambiar el foco cuando se habla de ecoansiedad. Porque, recuerda, "siempre se habla de ello con activistas jóvenes, con la gente de la calle…".

Sin embargo, se pregunta: "¿Qué hay de los científicos, políticos y CEO? Prefiero preguntarles a ellos qué sienten o qué piensan sobre la crisis climática", pues son quienes están en el punto de mira y tienen más capacidad de moldear la realidad a través de sus discursos y acciones.

Un fotograma de la película.

Un fotograma de la película. Cedida AWFF

En concreto, dice, le interesaría saber "qué sienten respecto a que ciertas actividades que llevan a cabo en sus empresas o laboratorios harán del mundo un lugar muy, muy sombrío en el que vivir dentro de 50 años".

Para Grossman, ya solo con formularle esa pregunta a los científicos climáticos que reunió para su película, se le creó "un pequeño nudo en el estómago". Porque, zanja: "Hablamos muy poco sobre las ramificaciones emocionales de lo que está sucediendo en el mundo, especialmente cuando quienes lo sienten son científicos, políticos o directores ejecutivos de empresas como las de la lista Fortune".

Un mundo diferente

El cineasta asegura que el mundo ha cambiado muy rápido en muy poco tiempo. Y lo ha notado, en particular, con su documental: "Cuando rodamos, las cosas se veían un poco diferentes; pero ahora el cambio climático se ha dejado de lado".

Aunque matiza que "todos los que saben algo sobre el clima saben que la cuestión puede dejarse de lado, pero que sus efectos reales no se pueden ignorar, los vemos una y otra vez".

Aun así, reconoce que causa un dolor profundo ver que un desafío tan acuciante no se está tomando en serio porque no encaja en los planes políticos de unos y otros. El objetivo de su cinta, dice, no es otro que "ser transparente" con los sentimientos comunes de quienes trabajan en el ámbito climático.

Porque, concluye: "Los sentimientos tienden a ser mucho más fáciles de manejar si los aceptas". Y añade que las penas compartidas, en comunidad, son menos dolorosas.