De izquierda a derecha: Hugo Fernández-Obanza Durán, Vera Fernández-Obanza Durán, Sara Eiroa Fernández, Inés Sánchez Fernández-Obanza, Clara Alexandra López Alvarado, Irene Sáez Rodríguez y Octavio Sánchez Martínez.

De izquierda a derecha: Hugo Fernández-Obanza Durán, Vera Fernández-Obanza Durán, Sara Eiroa Fernández, Inés Sánchez Fernández-Obanza, Clara Alexandra López Alvarado, Irene Sáez Rodríguez y Octavio Sánchez Martínez.

Referentes

Hugo y sus amigos viajaron hasta Senegal para dar clases de prevención de enfermedades: "No saben cómo actuar"

Estudian Medicina y Enfermería en la Universidad de Girona y, tras conocer la situación de la región, tomaron la decisión de generar un impacto positivo.

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Dakar (Senegal)
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Hugo Fernández-Obanza, Sara Eiroa, Octavio Sánchez, Clara Alexandra López, Irene Sáez e Inés Sánchez. Los tres primeros estudian actualmente Medicina en la Universidad de Girona, las dos siguientes el grado en Enfermería y la última ha completado el ciclo de Auxiliar de Enfermería.

Burgos, Murcia, Almería o Coruña... Cada uno ostenta un origen diferente, pero la vida les ha llevado a concentrarse en Senegal impulsados por las ganas de mejorar la situación de la región.

"El proyecto fue un poco exprés", explica Fernández-Obanza a ENCLAVE ODS. Todo empezó hace siete meses en Navidad, cuando, como es habitual, se reunió con su abuelo Guillermo Fernández-Obanza —a quien todos llaman Mito— y que, desde 2003, lleva el proyecto de Escuela Coruña en Senegal a manos de su oenegé Ecodesarrollo Gaia.

Sin embargo, en esta ocasión, además de su abuelo, aquel día también asistió al encuentro un senegalés. Y ese fue el punto de inflexión para el joven Fernández-Obanza.

"El chico tenía a su bebé en Senegal con muchos vómitos, pasándolo muy mal. Le pregunté qué hacían en caso de que un niño presentara ese diagnóstico, para saber si tenían algún método local para tratar algo tan frecuente, y resulta que la única medida que tomaban era darle un amuleto", recuerda.

Ante tal escenario, Fernández-Obanza le propuso a su abuelo ir allí [a Senegal] para, en la medida de lo posible, "transmitir al mayor número de personas ideas básicas para manejar este tipo de situaciones".

Octavio Sánchez, junto a Hugo Fernández-Obanza, impartió una clase sobre el uso correcto de los medicamentos.

Octavio Sánchez, junto a Hugo Fernández-Obanza, impartió una clase sobre el uso correcto de los medicamentos.

Y es que, pese a que pueden ser "una tontería", indica el joven, "son muy frecuentes y realmente no saben cómo actuar. Son la base de la inmensísima mayoría de las enfermedades". Y así, dice, "salió la idea de ir a hacer este curso y transmitirlo".

Sus compañeros de universidad —además de amigos y primos, en el caso de Inés Sánchez— no dudaron en sumarse cuando Fernández-Obanza se lo propuso.

De hecho, una de ellas, Eiroa, ya había estado colaborando en la región años atrás y, pese a que no tenía pensado volver hasta terminar los estudios, creyó que "siempre se puede hacer algo y, aunque no sea ayudar, se consigue aprender muchísimo".

El día a día

Así, durante la última semana del mes de junio de 2025, los seis jóvenes se trasladaban hasta Yoff (Dakar), acompañados de Vera, la hermana pequeña de Fernández-Obanza.

La intención, explica Sáez, era "dar clases por la mañana a las niñas de Escuela Coruña", pero al llegar a la región tuvieron que ajustar sus planes.

"La enfermera de aquí nos dijo que tenían un grupo de gente con cierta formación sobre temas de salud, que generalmente son de Cruz Roja, y al comentarles la idea les gustó", cuenta la burgalesa.

Así, lo que era una clase al día, se convirtió en dos sobre la misma cuestión pero con diferente enfoque. Por la mañana, indica Sáez, iba dirigida a las chicas de la escuela, que tienen entre 11 y 18 años, y, por la tarde, se presentaba el mismo temario, pero "ampliando algunos conceptos que son más complicados".

"La lección es básicamente igual, pero incrementando o quitando contenido dependiendo de a quién vayamos a dirigirnos", afirma la joven.

Aunque no fue tan sencillo. La elección y presentación de la materia que iban a enseñar fue uno de los mayores retos a los que se enfrentaron. "No sabíamos ni siquiera si las niñas tenían un nivel bajo o a qué llamarle nivel bajo, si conocían algo tan básico como que el cuerpo está hecho por células, que existen los microorganismos o cosas así", menciona Fernández-Obanza.

Y a esto, además, se le sumaba el hándicap del idioma, ya que la mayoría de las asistentes tan solo conocían el wolof (una de las seis lenguas nacionales del país).

Por ese motivo, asegura Fernández-Obanza, tomaron la decisión de dividir el alumnado en dos grupos. Por un lado, adolescentes que en su día se las sacó de los estudios para limpiar la casa o coser y que no han podido aprender a leer ni escribir. Y, por otro, personas a las que sí pueden ofrecer "apuntes y material visual o escrito".

Las clases de las mañanas las conformaban niñas de 11 a 18 años.

Las clases de las mañanas las conformaban niñas de 11 a 18 años.

Lo que sí ha sido común para ambos grupos, independientemente de la edad de los asistentes, fue el éxito en la recepción. En el caso de las más pequeñas, López asegura que "atienden un montón y tienen muchísima capacidad de concentración y asociación de conceptos, aunque no sepan leer ni escribir".

Y, en el grupo que denominan los "adultos jóvenes", sostiene que "son personas que tienen muchísimas ganas de aprender" y confirma que "acogen los temas muy bien".

Terreno abrupto

Si bien es cierto que la iniciativa nació de los jóvenes estudiantes de la Universidad de Girona, no han estado solos en este tiempo. Les ha acompañado Ana Martínez Moraña, médico en la Fundación Pública de Urgencias Sanitarias 061-Sergas, quien ya había acudido con Ecodesarrollo Gaia a Senegal durante los proyectos de 'Coruña Cura' de 2012, 2013 y 2015.

En esta ocasión, Martínez Moraña estuvo a punto de no poder acudir al proyecto de Senegal, pero, llegado el momento, logró cambiar los turnos para participar en la iniciativa impulsada por Fernández-Obanza.

"Al final he venido de supervisora, pero realmente no lo necesitaban. Lo que hice fue traer unos maniquíes de RCP del 061, que me han prestado, para poder dar la parte práctica de la clase de primeros auxilios", indica.

Y es ella quien explica a ENCLAVE ODS la situación sanitaria que se vive en la localidad dakaresa de Yoff. "La asistencia no es gratuita y la gente que tiene un problema de salud debe pagar para ir al médico, donde una consulta básica cuesta entre 4 y 6 euros", explica.

En los casos donde el diagnóstico es, por ejemplo, una tuberculosis o VPH (Virus del Papiloma Humano), o incluso malaria si se trata de menores, las campañas del gobierno pagan el tratamiento. Sin embargo, los cooperantes deben hacer frente a escenarios complicados en donde los senegaleses deben pagar la consulta, además del tratamiento posterior.

"Tú les dices que tienen que ir al hospital en el momento, pero los pacientes se ponen a pedir dinero prestado a toda la familia o a hacer una colecta por el barrio y cuando lo reúnen y van al hospital a lo mejor han pasado tres días", asegura Martínez Moraña.

Por eso, cuando hacen proyectos sanitarios, dice, "tienes que contar con que van a tardar un tiempo en acudir a la asistencia y empezar a darle algún tratamiento, aunque luego vayan". Pero, confiesa, se han encontrado escenarios en los que les han dicho: "No, no voy a ir, tengo más hijos y no puedo destinar tanto dinero a esto".

Objetivo: cooperación

Para varios de los jóvenes participantes, esta era la primera actividad de cooperación en la que se involucraban. Aunque no será la única.

Sáez, por ejemplo, ha cerrado ya otra jornada para 2026 en un campo de refugiados en el sur de Argelia. Por eso, tenía "un poco de miedo" a que la experiencia en Senegal no cumpliera sus expectativas y se "fastidiara" el otro proyecto.

Sin embargo, ahora asegura que ha sido "totalmente al revés" y está "encantada". "Aunque todavía no me he graduado de Enfermería, puedo aportar algo tanto en educación para la salud como para el seguimiento de una cura básica. Me encanta y me siento muy feliz de que mi persona sea útil aquí [en Senegal]", reflexiona.

Clara López, estudiante de Enfermería, se trasladó hasta Senegal para dar clases de prevención de enfermedades.

Clara López, estudiante de Enfermería, se trasladó hasta Senegal para dar clases de prevención de enfermedades.

Y es que, tal y como explica Fernández-Obanza, "plantear este curso en modo profesores era lo máximo que podíamos hacer siendo responsables con el conocimiento que tenemos, porque evidentemente poseemos mucho, pero no contamos la práctica para coger a una persona y hacerle un diagnóstico o ayudarle realmente con la seguridad y certeza necesaria".

De hecho, el joven coruñés está convencido de que el futuro que tiene en su cabeza está muy ligado al país africano: "La decisión de haber escogido estudiar Medicina casi es más por esto [Senegal], que por mi mundo de allí [en España]".

Similar es la situación de Sánchez, también nieta de Mito. En un principio no había pensado en hacer el grado de Enfermería, pero empezó como auxiliar, pasó tres meses en Yoff y le gustó "tantísimo" que ahora le encantaría poder volver todos los años para "hacer y aportar lo más mínimo que pueda".

Es precisamente esta continuación del legado de la cooperación, del paso de esta 'tradición' de abuelos a nietos, es algo que llena de esperanza a Mito. Porque, para él, si los más pequeños no conocen estos proyectos, la idea "no vale nada".

Y lo explica: "Tengo 80 años ya, estoy a punto de caducar, por eso es imprescindible volcarse en los jóvenes, en su ética del comportamiento, del respeto, del antirracismo y de la lucha contra el cambio climático y por los derechos de las mujeres alrededor del mundo".

Por ese motivo, aunque Martínez Moraña tiene claro que "evidentemente nadie va a salir de este curso siendo médico, ni enfermera, pueden aprender cosas muy, muy, muy básicas que quizás en España no hay ni que explicarlas porque lo saben todos con lo que se estudia en el colegio".

Inés Sánchez presentó los peligros de la mutilación genital femenina y de los tratamientos de blanqueamiento.

Inés Sánchez presentó los peligros de la mutilación genital femenina y de los tratamientos de blanqueamiento.

Sin embargo, continúa la médico del 061, "aquí todo es más difícil. Es como luchar contra molinos de viento. En España a un niño le enseñas a lavar una herida con agua y jabón, luego a poner una tirita y se acabó, pero aquí no hay tiritas y el agua no es potable. Todo cuesta el triple".

Aunque, en el caso de los Fernández-Obanza, parece que este sentimiento de cooperación va en los genes y, por el momento, no se rendirá: "Mito nos ha inculcado siempre que cualquier cosa que hagas, por mínima que sea, tiene un resultado positivo. Una vez nos dijo: 'Si ves a un niño pobre y lloras, lo mojas, no lo ayudas'. Entonces, cualquier pequeña cosa que consigas hacer con la gente, es más que buena".