La vida de Miriam Martínez dio un vuelco tras su diagnóstico a los 28 años.

La vida de Miriam Martínez dio un vuelco tras su diagnóstico a los 28 años. Cedida

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Miriam Martínez, la atleta que dejó los Juegos Paralímpicos para sobrevivir: "El deporte me estaba matando"

A los 27 años empezó a sentir un hormigueo en el rostro, en 2021 consiguió hacerse con la plata en los JJPP y ahora ha creado la entidad Más Vida Contigo. 

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Un hormigueo. Eso fue lo que le cambió la vida a Miriam Martínez (1990, Alicante). Empezó a sentirlo en el rostro, haciéndole pensar que sería un problema dental, pero esa molestia no se iba y "era intensa". Al poco tiempo fue al dentista, donde le dijeron que no estaba relacionado con la boca. 

"Tienes una salud aparentemente buena y 27 años, no piensas en ningún momento que puede ser algo grave. Sigues con tu vida", recuerda. Incluso, llegó a pensar podía ser algo vinculado al estrés y lo dejó pasar. 

Cinco meses después, el 15 de noviembre de 2018, el sentimiento ya no era de un simple hormigueo. La molestia pasó a la pierna izquierda y, a partir de ahí, lo siguiente en su memoria fue estar ingresada a las 8:30 horas en una clínica en Bilbao. 

"Cuando entro en urgencias me quedo inconsciente y, nada más despertarme, uno de los médicos se me acercó y me dijo que no me asustase, que no podía mover el lado izquierdo y que habían llamado a mi madre", cuenta Martínez a ENCLAVE ODS. 

Le preguntaron si conocía la esclerosis múltiple y, aunque su repuesta fue afirmativa, ahora confiesa que no tenía "ni idea", porque nadie a su alrededor lo había vivido. Lo único en lo que podía pensar en aquellos instantes era que quería "salir corriendo" y que aquella situación terminase

Sin embargo, rápidamente fue consciente de que no sería cuestión de unos días y su vida, tal y como la conocía hasta la fecha, empezó a diluirse. "Cuando te das cuenta de que te suben a planta y vas a peor, que ya no podía orinar y que empezaba a convulsionar, todo se complicó", reconoce. 

Miriam Martínez empezó a sentir un hormigueo con 27 años y su vida cambió.

Miriam Martínez empezó a sentir un hormigueo con 27 años y su vida cambió. Cedida

48 horas después estaba en la UCI, donde permaneció durante 23 días. Al despertarse, relata, "llevaba un tubo metido por la boca. No podía prácticamente respirar por mí misma y muchísimo menos controlar la saliva".

Y fue ahí cuando apareció el miedo en escena: "Me pregunté qué pasaría con mi vida, porque si no podía controlar mi cuerpo no podía controlar absolutamente nada". 

Estado de shock

Pasaron los días y Martínez seguía ingresada sin saber qué sería de su vida. Pero una noche lo cambió todo. Se acercó alguien del hospital a donde estaba sentada, le giró el butacón y le dijo: "Mira lo que hay", señalado a unas luces blancas y rojas. Al principio, creyó que era una ambulancia, pero poco tardó en darse cuenta de que estaba ante la iluminación del San Mamés. 

"Eso me hizo no pensar en tirar la toalla. Había algo detrás de todo esto que no podía dejar de perseguir, que es una vida activa en el deporte", apunta. "Si ellos pueden correr en medio de tanta gente, yo volveré a hacerlo", creyó. Y así dio comienzo el inicio de su nueva vida. 

Se empeñó en salir de "esa UCI" con un objetivo por bandera: no querer ser una carga para los demás. Y es que, pese a que su diagnóstico estaba abierto —no se pudo determinar si era una esclerosis múltiple—, Martínez solo pensaba en volver a correr y ser independiente

"No quieres ser débil, ni que la gente sienta lástima. No quieres que te ayuden cuando tienes que ir a la ducha, que te peinen o que te den de comer. Y yo tenía muy claro que no iba a ser un lastre, ni una carga", declara. 

Por eso, aunque todavía no era capaz de recodar cómo se tragaba saliva o cómo se comía, Martínez sí se acordaba de cómo volver a andar. "No sabía caminar porque no podía ni atarme los zapatos y tenía medio cuerpo dormido todavía, pero quería pasear y correr", afirma. 

Y eso, dice, fue lo que le hizo empoderarse de su vida, de su cuerpo y, sobre todo, de su presente. Aunque ahora reconoce que en algunos momentos de su recuperación se confundió: "Cuando sales del hospital no vives, tú quieres ser una y otra vez la Miriam de antes de ese brote, y nunca lo vas a conseguir. Pero eso lo sé después de siete años". 

Sin embargo, aquello por lo que tanto quería luchar —salir del hospital y retomar el deporte— fue lo que le mostró la verdadera soledad. En su caso, dice, el seguro médico que tenía contratado le canceló la póliza porque "era una enfermedad muy cara para ellos" y la Seguridad Social consideró que "era demasiado joven" para acceder a un tratamiento de 14.000 euros. 

Ahí, asegura, "empiezas a sentir la soledad, el rechazo, el que no sabes con quién comunicar eso que te está pasando... Y fue donde el deporte se convirtió en un refugio, la huida perfecta de la realidad que tenía, que no iba a aprobar ni a aceptar". 

Un nuevo "refugio"

Martínez tenía claro que el resto de sus días no los pasaría postrada en una cama y por eso, tras su alta médica, comenzó a salir a pasear todo lo posible. Fue en ese instante cuando, dice, "empezó lo divertido". 

A los siete meses pudo acelerar el paso y, poco a poco, el deporte terminó por convertirse en "la unión para toda la familia y un proyecto en común"

De la mano de su padre, Martínez fue evolucionando hasta que un día, dice, tomó la decisión. "Me giré y le dije que iba a ir a los Juegos Paralimpicos y que conseguiría una medalla. Desconocía en qué, pero sabía que lo lograría", recuerda. 

Miriam Martínez logró hacerse con la medalla de plata en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020.

Miriam Martínez logró hacerse con la medalla de plata en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020. Cedida

Optó por el lanzamiento de peso. Primero se hizo con el internacional en Dubai, después obtuvo el récord de España en varias ocasiones y, finalmente, alcanzó la marca mínima para entrar en las Paralimpiadas

Porque si algo tenía claro Martínez es que, por falta de esfuerzo, no iba a quedarse fuera de lograr su sueño. "Me gusta muchísimo perder el control de manera física porque así la enfermedad no me controla. En el deporte mando yo y puedo seguir siendo Miriam Martínez", explica. 

Sin embargo, la euforia fue efímera. Tras clasificarse para Tokio 2020 y hacerse con la medalla de plata, el Comité Paralímpico tomó la decisión de retirarle la beca cuando dictaminó que era posible eliminar su categoría de la competición (F36). 

Pero ese no sería el único varapalo al que Martínez tendría que hacer frente aquel año. "Después de lanzar lo había dado todo y volví en silla de ruedas. Perdí la vejiga y me operaron hace un año por culpa de lo que pasó allí. De aguantar tanto, reventé", relata.

"Tuve una medalla, pero en realidad perdí la vida y ellos no quisieron acompañarme más", afirma. "En vez de apoyarme, me retiraron todo tipo de ayuda. [...] Fue un shock y, sobre todo, una manera de hacerte sentir solo cuando lo ganas todo y te dan la espalda", añade.  

Otra oportunidad

La enfermedad siguió avanzando y, al poco tiempo, le pusieron la quimioterapia. Además, le dio una parálisis en el lado derecho de la cara y tuvo una meningitis. "Fue un año caótico, me hicieron una fisura en la médula y yo intentaba sobrevivir otra vez", confiesa.

Sumergida de nuevo en un periodo de soledad, fue José Ramón Díaz, director del Centro de Alto Rendimiento de Joaquín Blume quien la sacó a flote. "Me ayudó muchísimo. Hizo que yo estuviera becada para poder estar interna y me apoyó para poder seguir con mi rehabilitación", explica. 

Junto a Díaz, Martínez destaca la labor de las médicas Pepa y Amaya del Comité, a quienes, asegura, se aferró para "sobrellevarlo todo". Resalta también el papel de la doctora Patricia Núñez, quien "consiguió que pudiera entrar en la Fundación Jiménez Díaz" y que accediera a quimioterapia. 

"Fue intentar sobrevivir. Me caía e intentaba centrarme en el deporte, trataba de engañar a mi mente, pero fui al mundial y todo fue un desastre. La fisura se abrió y tuve que volver a empezar la rehabilitación", expone.

"Lo intentaba de todas las maneras, pero la enfermedad me golpeaba tanto que tuvieron que atravesarme el estómago para ponerme una sonda y aun así quería ir a París, seguía peleando tanto que al final los médicos me decían que lo dejase y que no merecía la pena", continúa. 

En ese momento, dice, fue consciente de que el deporte le estaba matando, y tomó la decisión de plantarse. Arrancaba así el proceso "más duro, crudo y arduo" que ha pasado hasta la fecha, donde "no hay consuelo ninguno, porque tienes que aprender que llorar es válido". 

Empezó en terapia psicológica y aprendió a comunicar como se sentía. "El cambio es que la discapacidad no te limita como tal, sino que el límite es lo que tú te interpones, entre lo que hay fuera y lo que tú llevas dentro. En el momento en el que te comunicas y te abres te das cuenta de que el feedback es buenísimo y que están esperando a que lo compartas", menciona. 

Miriam Martínez ha fundado la asociación Más Vida Contigo.

Miriam Martínez ha fundado la asociación Más Vida Contigo. Cedida

Y así, tras siete años de lucha consigo misma en los que ha atravesado más de 300 días ingresada y casi 20 operaciones, ha creado la asociación Más Vida Contigo. A través de ella, un equipo médico, formado por una 'neuro', una rehabilitadora, una terapeuta y una psicóloga, trata de "acompañar a todos los pacientes que lo necesiten" para que no se sientan solos. 

Martínez, además, se ha lanzado al mundo de las conferencias y las charlas. Pero "no solo de superación, sino de compartir experiencias, mentorías y que la gente vea que sí se puede". Porque, tal y como afirma a ENCLAVE ODS, "lo mejor es elegir un camino y la única locura de verdad es dejar de amar la vida". 

Por eso, está convencida de que la clave está en "aceptar todo lo que te llegue", para así poder vivir "con honestidad y paz". Y en su caso, después de pelear contra viento y marea, Martínez finalmente puede decir que está tranquila, tanto con los demás como con la enfermedad con la que se ha visto obligada a convivir. 

Mirando al pasado

Ahora, cuando mira al pasado, asegura que, de haber sabido todo lo que se venía cuando esperaba el diagnóstico en la UCI, habría "salido corriendo". Aunque también le habría dicho a esa Miriam de 2018 que "ojalá no hubiera ido tan al límite con todo y no hubiera sido tan perfeccionista"

Además, aprovecha su conversación con ENCLAVE ODS para animar a todos aquellos que están leyendo sus palabras desde la cama de un hospital a que sigan creyendo que hay un objetivo. Porque ese, es luchar por un camino

"Cuando se trunca el plan, incluso la opción B, tenemos hasta la Z. La vida, cuando tienes la oportunidad, hay que seguir, hay que caminar y, aunque sea el poder pensar, eso ya es un movimiento", explica. 

Porque, aunque sabe que "es difícil estar en el presente continuamente", asegura que "cuando aceptas todo lo que llega y amas la vida, llegas a una paz que es como un estado emocional endiosado"

"Lo que debemos transformar no es el deporte en sí, pero cuando pasa por encima de ti, lo primero que tienes que hacer es estar tú contigo misma, y luego intentar querer al resto. Yo he aprendido a quererme y a ponerme por delante, y ahora puedo acompañar a los demás con esta asociación", declara. 

"Quería dejar un legado de verdad y que mis sobrinos estuvieran realmente felices de lo que ha hecho su tía", concluye Martínez.